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Desconexión. Un grupo de jóvenes juega en Alfafar entre el barro. TXEMA RODRÍGUEZ
Fútbol en medio del barro

Fútbol en medio del barro

Un grupo de jóvenes de Alfafar disfruta de un partido de apenas cinco minutos que llena de risas un mediodía de silencio post DANA, en el que las máquinas descansan un momento y no hay vehículos que circulen por sus calles

Viernes, 8 de noviembre 2024, 23:23

En los municipios afectados por la devastadora DANA no se ve a nadie jugar. Los polideportivos están todavía inutilizados por las inundaciones, y no se sabe cuándo los municipios volverán a la normalidad. Lo decía Eva García, vecina de Paiporta. «La academia de baile ha sufrido daños, también las instalaciones de la Unió Musical y la Primitiva están destrozadas y el polideportivo está impracticable». Un vistazo por los parques y jardines de las poblaciones muestra un paisaje desolador.

Pero siempre hay momentos para olvidar lo que está pasando, para saber que no hay mal que cien años dure. En Alfafar, un grupo de jóvenes se ponen a jugar a la pelota en la explanada de una zona peatonal junto a las vías. Son las tres de la tarde, y se han tomado un rato de descanso mientras ayudan a limpiar plantas bajas y negocios de amigos y familiares. «Todos conocemos a alguien que está afectado», dicen. Es complicado jugar a fútbol, porque la plaza está llena de barro, donde la pelota se hunde. Al darle con el pie, se llenan todavía más de fango, aunque ellos ya están hasta arriba. Se escuchan las risas y los intentos de gol. Alguno se lo toma en serio y quiere tirarse al suelo incluso, en una nueva normalidad en la que van sucios, están cansados, pero al mismo tiempo se sienten bien por estar juntos, no haber perdido a nadie de su familia y poder ayudar. En realidad, el partido de fútbol dura muy poco, apenas cinco minutos, porque querer correr con los pies llenos de fango es complicado, porque las botas a cada momento pesan más. En el silencio del mediodía, cuando las máquinas de limpieza paran, la gente se detiene, sin vehículos que puedan circular, las risas de los jóvenes suenan a gloria.

En todos estos días desde que la DANA asoló tantos pueblos, ha habido remansos de paz, de humor, de juego, de esperanza. Estos jóvenes que ahora juegan al fútbol no olvidarán lo que han visto estos días, y seguramente se lo contarán a sus nietos, como ya hicieron sus abuelos cuando les hablaban de la riada del 57. Hay quienes han sobrevivido a las dos, y aseguran que esta ha sido mucho peor. «Esperamos no tener que vivir otra», dice uno.

¿Por qué se pusieron enseguida a ayudar? «Es lo que había que hacer», aseguran. Hay un ambiente de hermandad que va más allá de unos amigos, porque las tragedias y las adversidades unen de una manera distinta. Cuando vuelvan a la normalidad, seguramente recordarán con cariño aquel partido de fútbol de cinco minutos en el que ni siquiera pudieron marcar un gol.

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