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Crecen las estructuras familiares de tres y hasta cuatro generaciones. E. C.

Jubilados con pluriempleo

La maternidad tardía y una vida más larga alumbran una generación de pensionistas que sigue en activo encargándose de padres, nietos y hasta hijos

Izaskun Errazti

Sábado, 10 de junio 2023, 13:19

Cuando me jubilé tenía unos planes tremendos», recuerda Arantza García. «Todos los días piscina, paseíto, un café con las amigas, viajar... Y, de repente, todo ... eso cambia, porque todo lo que tienes a tu alrededor te obliga a cambiar». No son sólo las reflexiones de una bilbaína que hace un par de años dijo adiós a cuatro décadas de vida laboral. Es el sentir generalizado de miles de ciudadanos, que cuando dejan de fichar se tienen que enfrentar a otro trabajo para el que pocos están preparados y que hay que aprender deprisa: el cuidado de los padres, los nietos y a veces hasta de los hijos, Porque, o aún no han abandonado el hogar familiar, o han tenido que regresar a él, lastrados por un divorcio conflictivo, el paro...

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¿Cuántas personas forman parte en España de este colectivo que va a más? No hay informe que dé cuenta de la gente que tienen a su cargo los seis millones de cuidadores no profesionales que se estima prestan servicio en el país, pero la última Encuesta de Población Activa (EPA) cifra en unas 700.000 las personas que ni trabajan ni buscan empleo porque cuidan de adultos o menores. Un 42% más que al cierre de 2019.

Es el caso de Arantza. El ajetreo con su madre, que ahora tiene 87 años, llegó antes de la jubilación. «Ya andaba pendiente de ella antes de dejar de trabajar», explica. «Mi ama vive sola en su casa y, aunque es válida, sufre muchas limitaciones: le falta movilidad en los brazos, tiene una escoliosis tremenda en la espalda y una enfermedad de la piel derivada de una psoriasis que desde octubre nos obliga a hacerle curas diarias. A veces se las hago yo en casa y otras vamos al ambulatorio». Sólo en el mes de junio la mujer deberá acudir seis veces a consulta y someterse a otras tantas pruebas médicas. «Si no le llevo yo la agenda, ¿cómo se va a apañar ella sola? Se perdería», lamenta.

Sus obligaciones no acaban ahí, porque esta 'cuidadora' que se ha tomado casi «como una obligación» devolver la atención que ella también recibió en su momento, se ocupa por turnos -«mis consuegros colaboran»- del cuidado de sus nietos: un crío de 3 años y un bebé de 8 meses. «¿Que si esto me da vida? Más vida me da no hacer nada», admite. «Y sí, volvería a trabajar. A pintarme el 'morro', a arreglarme para ir a la oficina. Porque, de repente, dejas el trabajo, pierdes el contacto con los compañeros y ya te da igual. Tienes otro horario, otras obligaciones, ejerces de ama de casa, de hija, de abuela. Y te preguntas: ¿quién cuida de mí?», reflexiona García.

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Es lo que José Luis Cabezas, profesor de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada, llama el 'síndrome de la abuela esclava'. Hay dos realidades que lo alimentan: el retraso en la edad de jubilación y el aumento de la esperanza de vida, que en España se sitúa en 83 años de media para ambos sexos -85 años en mujeres y algo más de 79 en hombres-. «Antes la jubilación se veía como un momento de júbilo, de descanso después de una vida dedicada al trabajo. Pero las circunstancias han cambiado, favoreciendo que puedan llegar a coincidir varias generaciones de una familia, y que a menudo la persona, generalmente una mujer, que tiene que atender a la abuela, los nietos o los hijos, también vaya necesitando de cuidados», explica el primer doctor en Gerontología de España. «Y aunque acoja con cariño esta obligación, le genera un estrés tan tremendo que le puede pasar una factura a su salud muy importante», advierte.

Una red informal

Se estima que alrededor de seis millones de cuidadores no profesionales prestan servicio en España

Además, apunta Cabezas, las paradojas que pueden llegar a darse «son tremendas». «Si seguimos retrasando tanto la edad de jubilación llegará un momento que los que están al otro lado de la ventanilla, gestionando ayudas para la dependencia, etcétera, van a ser mayores que los usuarios a los que están apoyando. Así que van a tener los mismos problemas o más que la persona a la que están intentando atender socialmente», indica.

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Desgaste emocional

83,1 años

Desde que comenzó el siglo la esperanza de vida media en España ha crecido 3,7 años.

En el caso de los hijos, expone la socióloga, el cuidado está más vinculado «a la preocupación emocional o el soporte económico que se da a los jóvenes que, por las condiciones de precariedad a las que se enfrentan a la hora de emanciparse o entrar en el mercado laboral tienen que quedarse en casa de sus padres durante más tiempo». Cuando la atención va dirigida a los mayores también son las familias las que asumen esta responsabilidad de puertas adentro, ante el aumento de la esperanza de vida y la falta de recursos destinados a este colectivo. Y el tipo de trabajo es distinto. «No es lo mismo cuidar al nieto, que cada vez es más independiente, que a un mayor, que cada vez es más dependiente, lo que acentúa el desgaste emocional de la persona cuidadora».

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La pandemia, apunta Egoscozabal, destapó la importancia de esta «red informal de cuidados». «Las familias ya no podían recurrir a los abuelos, las escuelas estaban cerradas y, sin embargo, la actividad laboral continuaba», recuerda. Pero el fomento de la conciliación «no es prioritario para las empresas ni para el Estado», critica.

El efecto de la demografía

«Cada vez serán más frecuentes las estructuras familiares de tres y hasta cuatro generaciones», apuntan desde el CSIC

La situación demográfica actual propiciará que cada vez con más frecuencia «nos encontremos con estructuras familiares de tres y hasta cuatro generaciones», advierte Vicente Rodríguez, integrante del Grupo de Investigación de Envejecimiento del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que acaba de estrenar su condición de jubilado, aunque se mantiene activo como emérito. Según las estadísticas del INE y Eurostat, la situación se irá complicando para las próximas generaciones, porque desde principios de siglo la esperanza media de vida en España ha crecido 3,7 años, hasta situarse en 83,1 años. Además, las mujeres retrasan hasta los 33 años (3,51 años más tarde) el momento de tener su primer hijo y los jóvenes no abandonan el hogar familiar hasta los 29 años.

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Falta de recursos

Montserrat Lacalle, psicóloga experta en mayores y colaboradora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), llama la atención sobre el problema «que podríamos sufrir a nivel público e incluso privado si no tuviéramos cuidadores familiares. No disponemos de suficientes servicios para dar respuesta a toda la demanda que hay en el área de cuidados», subraya.

29 años

al menos es la edad a la que se emancipan los hijos en España.

Probablemente, destaca la experta, son muchas las personas que nunca imaginaron que su jubilación consistiría en seguir cuidando de la familia. «Hay a quien le gusta este rol, pero lo que vemos a menudo en los cuidadores es que no saben decir que no, y que se van sobrecargando», explica. Un dato: el 27% de los abuelos dedica más de 10 horas semanales al cuidado de sus nietos, según un estudio realizado por la Fundación Edad&Vida, entidad que trabaja para mejorar la calidad de vida de las personas mayores.

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Según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, los beneficios de estas relaciones intergeneracionales son muchos: los mayores se sienten más útiles y esta actividad les ayuda a combatir la soledad. También a los pequeños les viene bien vivir nuevas experiencias con sus abuelos, que refuerzan el vínculo afectivo. Pero antes de delegar en ellos el cuidado de los nietos -advierte- hay que valorar sus capacidades, estado anímico y físico, así como las necesidades de los menores a su cargo.

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