El encierro de los sanfermines tiene un preámbulo especialmente emotivo. Se trata del momento en que los mozos, a escasos metros de los corrales donde están encerrados los toros, levantan sus periódicos enrollados y cantan frente a la imagen del Santo, colocada en una hornacina en la Cuesta de Santo Domingo. En el más profundo de los silencios, se escucha la siguiente letra: «A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición. Entzun arren San Fermin zu zaitugu patroi zuzendu gure oinak entzierro hontan otoi». Al terminar se corean los gritos ¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!
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Esta estrofa se canta en tres ocasiones consecutivas: cuando faltan cinco minutos para las 8 de la mañana, a tres minutos de esta hora y a un minuto de abrirse la puerta del corral.
Cohetes de la plaza de toros
Una vez terminado el encierro se lanzan cohetes para que los corredores puedan saber en qué situación se encuentran. El tercer cohete, desde el coso, permite saber que la manada ha llegado a la plaza. Un cuarto y último chupinazo significará que finalmente todos los morlacos se encuentran dentro de los corrales y que, en consecuencia, el encierro ha terminado.
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