![Luis: «Había situaciones en las que sentirme mal me gustaba, lo llevé a un lugar autodestructivo»](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/03/23/Lead1200x8401111-kM0G-U190981967185WhD-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
![Luis: «Había situaciones en las que sentirme mal me gustaba, lo llevé a un lugar autodestructivo»](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/03/23/Lead1200x8401111-kM0G-U190981967185WhD-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Con 18 años Luis empezó a beber, pero no por diversión cuando salía de fiesta con amigos, sino en cualquier momento, a cualquier hora del día. Bebía en cualquier momento, a cualquier hora del día. Bebía para tener una razón de peso por la que ... estar mal. Empezó con el alcohol y después pasó a las drogas, más efectivas para lo que había convertido en su objetivo: castigarse. Sus amigos consumían y bebían, y ninguno se cuestionaba nada, ni el por qué lo hacían, ni los excesos, ni el que se hubiera convertido en costumbre para todos. Se aguantaban unos a otros las borracheras, las chapas, los vómitos y las resacas del día después. Se convirtió a la vez en su vía de escape y en un motivo más por el que seguir emborrachándose.
Luis es un chico normal, de un pequeño pueblo de Castellón. Pasó del instituto a un grado superior, también de una relación tóxica a otra sincera y que se basaba en el respeto. Pero sus malos hábitos le acompañaron en estos cambios de vida y no pudo desprenderse de ellos por sí mismo, ni tampoco darse cuenta de que todo eso tan sólo había servido para tapar su frustración.
Al principio simplemente se puso a buscar en Internet sobre las conductas adictivas y buscó tratamientos, y acabó probando en un psicólogo donde no le fue nada bien. «Me decía que dejara de beber, y vaya listo, como si fuese fácil, eso ya lo sé yo, pero necesitaba saber cómo». Pero no desistió, siguió buscando a algún especialista, hasta que dio con otra chica que también contaba con experiencia con pacientes con conductas adictivas. A día de hoy sigue acudiendo a su consulta.
Luis tiene ahora 21 años y la cabeza despejada. Es estudiante de Formación Profesional, le gusta pasar tiempo con sus amigos, en su pueblo y ahora está bastante interesado en la salud mental; se dio cuenta de que se ha cruzado en su corta vida con bastantes personas que sufrían en silencio y que hasta él mismo ha padecido por no saber pedir ayuda. Comprende que cayó en su propia trampa en la que su obsesión por machacarse acabó siendo al final su peor castigo. «Había situaciones en las que sentirme mal me gustaba, lo llevé a un lugar autodestructivo, y al darme razones para estar mal, me daba motivos para seguir consumiendo».
Una persona le abrió los ojos y le forzó a verse desde fuera: su vida estaba empezando a rozar el caos y el alcohol le impedía avanzar en sus estudios, le causaba problemas con su familia y, sobre todo, con ella, con su nueva relación. «El hecho de que haya aparecido esta persona, que es mi pareja actual, me ha hecho hacer un parón de ese bucle, del que no he salido todavía, simplemente que la órbita es más grande».
Después de una mala experiencia, encontró a la profesional perfecta para lo que buscaba. Nunca le dijo lo evidente, sino que le dio unas pautas con las que supo gestionar aquellos sentimientos, situaciones o pensamientos que le llevaban a la bebida; le dio la motivación para gastar más energía y tiempo en todas aquellas cosas que le hacían sentir bien en vez de seguir bajo «la nube negra», como él la llama, que le lleva a poner en jaque toda su vida.
No todos sus amigos siguieron este camino. Muchos siguen consumiendo y otros ni siquiera son capaces de percibir su situación como la de alguien que tiene un problema. El alcohol y el tabaco son las sustancias psicoactivas que comienzan a consumirse de manera más temprana en todas las comunidades autónomas de España.La comunidad autónoma en la que más precozmente se inicia el consumo del alcohol es la Comunidad Valenciana (16 años)
Luis explica que es habitual ver a chavales de su entorno perdidos y no sólo en el alcohol o las drogas, sino en la depresión, en la apatía y la tristeza. Incluso llega a confesar que dos jóvenes de su mismo pueblo se suicidaron hace poco y comenta cómo quedó impactado, cómo de indignado con el sistema sanitario y educativo se sintió por no prestar ayuda ni recursos o medios a la salud mental «desde el colegio hasta la universidad, en las aulas», comenta.
Los expertos saben que el consumo de drogas o el abuso del alcohol no es más que una conducta que se relacionan a trastornos de salud mental, otro modo de evasión, como lo son las redes sociales, frente a los problemas. Para la psicóloga valenciana Amparo Calandín, el principal problema al que se enfrentan hoy en día los jóvenes es a gestionar la incertidumbre y el fracaso. «Esas altas expectativas de vida, cuando se ven frustradas, se sienten fracasados y deprimidos, el ritmo de vida y el cambio en la sociedad actual no les hace más vulnerables, sino simplemente no están preparados para esa vida adulta».
Luis precisamente siente que ser de la 'generación de cristal' no es ningún desprecio hacia su debilidad sino casi un halago por tener el valor de pedir ayuda, porque al considera que, gracias a ellos, los jóvenes, la salud mental empieza a dar que hablar. «Lo que me habría gustado escuchar hace unos años realmente es que he estado en un bucle, pero en un periodo de tiempo tan corto que a lo mejor han sido años, pero para lo que es toda mi vida tampoco es para tanto, y se puede cambiar». Se puede cambiar.
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