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Jueves, 10 de junio 2021, 00:40
Puede ser el juguete más popular entre los perros. Casi cualquier mascota ha podido jugar en algún momento con una pelota que no es la indicada para ellos, que su único eso es simple: jugar al tenis. Las pelotas de tenis han contado con un uso inventado por parte de los dueños de perros. Tirarles una de estas bolas de color llamativo era la distracción perfecta y así, pensarse, que el animal se ejercitaba en la carretera y que tenía un masticar libre de riegos para el perro. La pelota de tenis no está indicada para que sea juguete de un perro y mucho menos por su pelo amarillo y su plástico blando. Todo puede acabar en una intervención quirúrgica de urgencia.
Si una persona le da a un perro una pelota de tenis para que juegue está poniendo en riesgo la salud del animal, ya que morderla puede acabar provocándole daños en el esmalte de los dientes, obstrucciones intestinales, bloqueo de las vías respiratorias y atasco en el tracto intestinal. Obviamente no va a ocurrir con el simple hecho de jugar, pero sí si se convierte en su juguete esencial. Los expertos alertan de este popular juego y proponen dos alternativas.
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Desde Animal Dental Care, un grupo de veterinarios expertos en Southern Colorado (EE.UU.), avisan de que el riesgo radica «en la masticabilidad de la pelota y en la característica pelusa amarilla de las pelotas de tenis». Realmente su uso indicado es para la práctica deportiva, nunca para la distracción de un perro, pero su uso está ampliamente extendido entre los dueños de animales domésticos.
Los veterinarios alertan de que el pelo amarillo de la pelota de tenis «puede actuar como una fina lija en el esmalte de los dientes», que acabaría desgastándose de un uso prolongado. Además, «puede provocar obstrucciones intestinales», anomalía que sólo se puede curar con cirugía.
Pero todo el riesgo para los perros no está únicamente en la pelusa amarilla, sino en el plástico con el que está hecha la pelota de tenis. Los expertos recuerdan que los perros tienen «mucha fuerza en la mandíbula», por lo que resulta sencillo que la partan en varios trozos, que la rompan con facilidad. Esta rotura podría provocar que los restos de la pelota acaben «en la parte posterior de la garganta, bloqueando las vías respiratorias». Además, insisten: «Si se la comen es muy doloroso».
«Los pedazos de goma pueden atascarse en el tracto intestinal, lo cual es una situación de emergencia que requiere una urgente intervención quirúrgica», añaden. Para evitar cualquier riesgo los expertos aconsejan que el juguete que se compre para el perro sea apto para este uso, como podrían ser «los juguetes de goma dura», pero también se abren a la posibilidad de utilizar algo más natural como «un frisbi de tela suave».
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