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Imágenes de las cámaras de seguridad. sur
Mató al amigo que acosó a su hija porque «quería darle un escarmiento»

Mató al amigo que acosó a su hija porque «quería darle un escarmiento»

El investigado, en libertad provisional, dijo a la policía que no quiso causarle un «gran perjuicio físico», mientras que la viuda pide que ingrese en prisión por patear a su marido con unas botas con punta de acero

JUAN CANO

Málaga

Martes, 8 de febrero 2022

En la terraza del bar había un puñado de clientes la mañana del sábado 4 de diciembre. Uno de ellos era Paco, de 57 años, que apuraba un café en la barra exterior del establecimiento antes de irse al trabajo.

A eso de las diez pasó por allí Miguel (49), que al reconocer a Paco soltó la bicicleta y se fue hacia él. Un cliente que vio la escena dice que Miguel gritó: «¡Pederasta!». Otro testigo asegura que también dijo: «Te tengo que matar por lo que has hecho a mi hija».

Ambos presenciaron lo ocurrido y describen de un modo muy similar la agresión. Cuentan que Miguel agarró por la espalda a Paco, que lo arrastró con fuerza hasta tirarlo al suelo y que comenzó a propinarle patadas en el torso. El primer testigo afirma que alcanzó a contar cinco o seis patadas. El segundo vio al menos tres.

Los dos hombres intervieron para frenar a Miguel. Al parecer, uno de ellos incluso se llevó varios puñetazos por mediar en la agresión y acabó en la jardinera. «La pelea fue de tal magnitud que cayeron mesas y sillas del exterior del establecimiento», detallaron.

Apenas duró 30 segundos. Paco recuperó la verticalidad y aprovechó para huir hacia el interior del establecimiento. Las cámaras de seguridad lo grabaron marchándose por su propio pie. Salió por la puerta trasera del local, que da otra calle del centro de Estepona.

«Vosotros tenéis hijos»

Miguel también se marchó cuando se dio cuenta de que estaba golpeando a otra persona. Avergonzado, volvió al cabo de unos minutos. «Disculpadme, vosotros también tenéis hijos», le dijo a los dos clientes que trataron de impedir la agresión, que respondieron: «Así no son formas». Uno de ellos le devolvió una gorra y un teléfono móvil que Miguel había perdido en el ataque. Él dio las gracias y volvió a pedir perdón, aunque, al marcharse, uno de ellos le escuchó decir: «Esto no va a quedar así».

No se equivocaba. Paco se marchó a trabajar, pero como no se encontraba del todo bien, y además hacía solo unos días que había terminado un tratamiento por una enfermedad grave, decidió ir al centro de salud. Allí lo derivaron al Hospital Costa del Sol. En urgencias sólo apreciaron contusiones y le dieron el alta tras recetarle unos analgésicos.

Al día siguiente, cuando estaba en casa con su mujer, Paco sintió un mareo y empezó a encontrarse mal. Ella llamó a emergencias y pidió una ambulancia. En el traslado al hospital, sufrió dos paradas cardiorrespiratorias, según detalló en la denuncia la esposa (51 años), que está representada en la causa por el abogado Marcos García Montes.

Paco llegó en estado crítico a urgencias del Costa del Sol la tarde del 5 de diciembre. Lo metieron directamente en quirófano y allí comprobaron que tenía el bazo roto. Murió en la UCI a las 6.30 horas del día 6. La causa, según el informe hospitalario, fue: «Parada cardiorrespiratoria tras daño neurológico severo, secundario a hemorragia masiva por rotura esplénica (del bazo) postraumática con pcr secundaria prolongada».

La policía detuvo horas más tarde a Miguel, que ya estaba plenamente identificado, por un supuesto delito de homicidio por imprudencia. Cuando los agentes se dirigían a comisaría con el arrestado, recibieron una llamada del jefe de la investigación. La mujer de Paco había manifestado -justo después de presentar la denuncia- que Miguel pateó a su marido con unas botas con la punta reforzada con acero.

Las botas

El inspector jefe al mando ordenó a los policías que regresaran al domicilio de Miguel en busca de esas botas. Él accedió a entregarlas voluntariamente. Ante el juez, insistió en que no se las puso para cometer una agresión, sino que formaban parte de su uniforme de trabajo (se gana la vida en almacenes o en la construcción).

Miguel nunca negó lo sucedido. El investigado manifestó espontáneamente a los agentes que tiró a Paco al suelo y que le propinó varias patadas, aunque matizó que se las había dado «en las piernas y la pantorrilla», no en el torso.

En esa conversación, que los policías plasmaron en el atestado entregado al juzgado, el sospechoso desveló el trasfondo del caso. Paco y él fueron grandes amigos hasta que el primero -según dijo- se «enamoró» de su hija cuando ella tenía 15 años, lo que ocasionó un cuadro de ansiedad a la adolescente del que aún sigue en tratamiento.

El sumario también contiene la denuncia con la que comenzó todo y la nueva declaración de la joven, que aporta el que, a juicio de los investigadores, fue el detonante del caso.

En 2017, la menor acudió acompañada de sus padres a comisaría y contó lo que le estaba pasando con Paco, un vecino y amigo íntimo de la familia. La cría confesó a los policías que el hombre empezó a comportarse «de forma más cariñosa de lo habitual»; al parecer, la cogía por la cintura y se hacía fotos con ella, excusa que habría usado para pedirle su número de móvil: para enviarle unas imágenes de una celebración en la que ambos habían estado.

Uno de esos días en que Miguel invitaba a Paco a ver el fútbol en su casa, cuando las familias eran íntimas, el hombre empezó a escribir por WhatsApp a la menor. Las conversaciones, que resultan muy ambiguas, también han sido aportadas a la causa. En alguno de los mensajes hablaba de «estar enamorado» o de que era «su secreto», aunque a continuación le decía que no le diera más vueltas porque todo era «una broma».

Aunque al principio ella no se lo tomó en serio, la situación terminó por incomodarle y dejó de responderle. Paco, contrariado, fue perdiendo el contacto con la familia, lo que hizo que Miguel y su mujer se dieran cuenta de que estaba pasando algo. Su hija terminó por contarles lo sucedido y juntos fueron a comisaría a denunciar.

La denuncia de acoso

El atestado se envió al juzgado y las diligencias acabaron archivadas, por lo que no hay condena que indique que Paco acosó a la joven, recalca el letrado Marcos García Montes junto a la viuda, los hijos y hermanos del finado, que denuncian el linchamiento que sufren ahora en redes y también los comentarios y miradas de algunos vecinos.

Aunque no tuvo recorrido penal, la denuncia de acoso sexual arrasó por completo la relación entre las familias. Miguel se dirigió entonces (2017) a Paco y le exigió que no volviera acercarse a su hija ni al resto de la familia.

No fue así, al menos a tenor de la declaración de la joven. Según ha contado ella en comisaría a raíz de la muerte, en estos años se cruzaba a menudo con Paco, puesto que vivían en el mismo edificio.

El episodio que actuó como desencadenante de la agresión habría ocurrido la madrugada del 23 de noviembre. Esa noche, cuando salió de trabajar, alguien se le acercó por detrás, la rodeó con el brazo, «pegando todo su cuerpo» al de ella, y le preguntó cómo estaba.

Según su declaración, ella se apartó rápidamente y, al reconocer a Paco, se alejó sin dirigirle la palabra y corrió hasta el coche de su novio. La joven tuvo un ataque de ansiedad, lo que motivó que su pareja se lo contara a la madre de ella. Y la mujer decidió decírselo a su marido para evitar que pudiera enterarse por terceros.

Y ahí fue cuando Miguel, al ver a Paco en la barra del bar, tiró la bici y se fue a por él. En la conversación que tuvo con los policías que lo detuvieron, manifestó de forma espontánea que su intención nunca fue provocarle «un gran perjuicio físico», sino «darle un escarmiento» para que no volviera a acercarse a su hija.

Ahora, el juez deberá determinar el encuadre penal de la agresión, en el que, como ya adelantó, tendrá un papel esencial el informe definitivo de la autopsia. Entre tanto, Miguel sigue en libertad provisional, mientras que la viuda y los familiares de Paco han pedido, a través de su abogado, que se revoque esa medida e ingrese en prisión.

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