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-¿Qué es lo mejor de trabajar en esta época del año?
-El aire acondicionado del spa.
-¿Y lo peor?
-El calor de fuera en esta época.
Sucede siempre. Para que unos disfruten otros tiene que trabajar. Y en esas anda Kelly Sarango, masajista y terapeuta ecuatoriana cuyos días de verano transcurren propiciando el mayor relax posible, el de los masajes y terapias corporales que despacha en un lujoso hotel de Calpe.
Ella es una de las diez profesionales que cumplen con este cometido en el Spa Diamante, perteneciente al grupo AR Hotels y enclavado cerca de la playa de la Fossa, en el lado norte del peñón de Ifach.
Kelly, de 28 años, lleva un año trabajando en el spa de la localidad alicantina. «Acabé mi formación en Ecuador hace alrededor de cuatro años. Allí aprendí todo sobre los masajes», recuerda. Además del mundo de la cosmética, es tricóloga (experta en enfermedades, funciones y anatomía del cabello). Domina los tratamientos faciales, pero su trabajo en el hotel está centrado en los beneficios del masaje.
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Desde hace años, el turismo más pudiente que aterriza en la Comunitat suma los gozos del spa a los del mar, la piscina o el restaurante. Ya son pocos los hoteles de cuatro estrellas o más que no incorporan estos espacios donde el trabajo es incesante en verano.
A Kelly le cuesta acostumbrarse al calor de esta época en España, con el consuelo de que en el spa «hay siempre aire acondicionado». Según reflexiona, hasta un masajista pasa sus momentos de estrés, «como en todo trabajo». No es excesivo, pero suele llegar con la acumulación de clientes. «Nos manejamos por tiempos y a veces en el intervalo o en el cambio que hacemos de un masaje a otro falta algo de tiempo», agrega. «Pero intentamos organizarnos de la mejor manera y todo resulta bien».
Entre sus distintas capacidades profesionales, adora los tratamientos faciales. Pero comprende que los masajes relajantes son el servicio estrella. «A todos nos gusta. Da igual la edad, nacionalidad o género. Las personas siempre se estresan y necesitan estos buenos momentos. Es lo más demandado», detalla.
El mundo del spa también depara novedades y Kelly señala la maderoterapia corporal como una de las más interesantes. «Proviene de Colombia. Mediante accesorios de madera, reduce los niveles de estrés, alivia dolores musculares, redefine el contorno, combate la celulitis y minimiza la retención de líquidos», detallan desde el spa. Según Kelly, «lo contratan los clientes más curiosos que quieren descubrir algo distinto». Una hora de este tratamiento se paga a 79 euros.
Kelly adelantó sus vacaciones para poder trabajar ahora en la temporada alta estival. «Intenté disfrutar con la familia y visitar a unos tíos que viven en Madrid. Pasamos allí tres días». Su próximo periodo de descanso llegará, presumiblemente, en octubre. «Tal vez haga un viaje a Granada, pues mucha gente me ha recomendado ir». Pero sus vacaciones soñadas andan por otras latitudes. Anhela «poder reunir a toda mi familia y viajar a las Islas Galápagos. Es el sueño de mi abuela y siempre lo he tenido en mente», confiesa.
Mientras, sigue entregada a su labor. Vive en Altea, a pocos kilómetros de Calpe, y sin abandonar el encanto de esta parte de La Marina. Trabaja de lunes a domingo en el spa, con turnos que le permiten disfrutar de dos días libres. «En ese tiempo me gusta hacer deporte en el gimnasio, asistir a clases de pilates y practicar spinning», explica.
El trabajo de masajista no está exento de anécdotas, curiosidades y recuerdos que marcan. A la memoria de Kelly regresa una peculiar confusión relacionada con el idioma: «Al empezar a trabajar aquí me costaba un poco explicarme en inglés. Un día tuve un cliente que, por lo visto, no debió entenderme bien».
Antes de empezar el masaje, detalla Kelly, «damos algunas indicaciones y las personas que se someten a los tratamientos. Y una de ellas es que se pongan un tanga desechable. Pero el señor creo que no debió comprenderme bien porque al entrar a la sala para realizar el masaje lo tenía puesto en su cabeza».
Muchas personas que han pasado por sus manos agradecen sinceramente su talento como masajista, el logro de esa intensa relajación tan difícil de encontrar en la vorágine diaria.
No olvida Kelly las palabras de una mujer mayor «superlinda». «¡Qué gran bendición tener unas manos así! Cuídate y consérvalas siempre, pues ha sido una experiencia inolvidable», alabó la cliente. «Me conmovió por la manera en que me lo dijo y la verdad es que eso genera una gran satisfacción», el convencimiento de que el trabajo «lo estamos haciendo bien».
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