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Alejandro Ricós
Sábado, 5 de octubre 2024, 01:16
Podemos encontrarlas en océanos, mares, ríos, lagos o embalses y poseen una topografía, clima y geografía tan diversos que resulta complicado clasificarlas o tipificarlas. Las islas de muy pequeño tamaño se conocen como islotes (o «roques», «pedras», «illots», «castros», «peñas»… Según la zona de España donde nos encontremos), pero determinar cuándo pasamos de una denominación a otra por su tamaño no llega a ser del todo objetivo ya que no existen criterios normalizados para dictar qué superficie se marca la diferencia nominativa. Además, muchas de las más pequeñas sufren continuos cambios por procesos de erosión y sedimentación; otras incluso podría decirse que cambian su superficie a lo largo del día por el efecto de las mareas ¿A qué hora medimos su extensión en estas últimas cuando algunas incluso dejan de ser 'islas' por unas horas en bajamar?
Dejando de lado el tamaño al menos sí podemos tipificarlas por su origen.
Son parte de las plataformas continentales y están separadas de tierra firme por agua, pero están compuestas de los mismos materiales. Pueden ser parte de una cadena montañosa sumergida o ser extensiones del bloque continental que en su pasado, con la diferencia del nivel de los océanos y mares estuvieron unidas por tierra al continente.
Geológicamente, por ejemplo, las islas Baleares tienen que ser entendidas como una continuación en el mar de las cordilleras Béticas, a excepción de una zona de Menorca cuyo origen todavía es discutido porque está formada como por dos parte y una de ellas posee materiales que no se corresponden con los de sus islas vecinas.
Otros ejemplos de este tipo de isla son las británicas, ubicadas en la plataforma continental europea que constituye el fondo del mar del Norte, o las Malvinas que son parte de la plataforma continental patagónica.
También hay islas que a su vez son microcontinentes, es decir, porciones de Pangea (el súpercontinente de tierra único original del planeta del que se formaron el resto al dividirse) que no se fusionaron con los continentes actuales, como el caso de Madagascar, que se asocia a África solo por su cercanía sin compartir originariamente su plataforma.
Son el resultado de actividades volcánicas, ya sean submarinas o terrestres, y geológicamente son más recientes que las continentales. Se forman a partir de las erupciones por la acumulación de material volcánico, como lava y ceniza. Ejemplos de estas son claramente las islas Canarias o el archipiélago valenciano de las islas Columbretes.
Se encuentran solo en mares tropicales y subtropicales y se forman con la acumulación de los esqueletos de un grupo de organismos marinos denominados corales que crecen desde plataformas submarinas no muy profundas. El coral deja de crecer hacia arriba cuando llega a la superficie y por ello las islas que genera son planas y bajas. A veces crecen desde conos volcánicos que están completamente sumergidos y forman los denominado atolones coralinos.
Son islas que se forman en ríos o lagos por procesos de erosión y sedimentación. Pueden ser estacionales o permanentes y cambiar de tamaño con las variaciones estacionales del agua. También pueden existir en un embalse por la presencia, anterior a su construcción, de algún montículo.
Existen islas fluviales más conocidas como 'sedimentarias' que se forman en la desembocadura de ríos grandes por la acumulación de materiales que son arrastrados por la corriente del río. Estos sedimentos se van depositando formando montículos en lagos, lagunas, u otros ríos donde la corriente pierde velocidad formando los llamados deltas. En España tenemos grandes ejemplos como el delta del Ebro o las marismas de la zona de Huelva.
No solo la naturaleza tiene la potestad de crear islas. Algunas de ellas tienen tras su origen la mano del hombre; islas artificiales para uso residencial, turístico o industrial que han surgido a través de enormes y costosos proyectos de ingeniería costera.
Pero también existen islas de muy reciente creación originadas por el hombre de un modo, podríamos decir, 'involuntario': las llamadas islas de plástico, formadas por gigantescas aglomeraciones de basura flotante que ha sido vertida al mar. En su mayor parte están compuestas por materiales plásticos y no biodegradables. Se forman debido a las corrientes del agua oceánica que acumulan microfragmentos flotantes en manchas de una extensión variable. Pueden llegar a medir un tamaño equivalente al de Francia, España y Alemania juntas, como la llamada del Pacífico Norte, ubicada en esa parte del océano.
La legislación territorial y urbanística no es similar en todos los países por lo que alrededor del mundo hay innumerables islas de titularidad privada, ya sea para un uso particular o turístico-comercial. Hay islas que pueden alquilarse completas a precios desorbitados para pasar unas vacaciones de ensueño.
En España, aunque pudiera pensarse que no, por su carácter más restrictivo respecto a la protección de los territorios naturales como ocurre con las playas, todavía existen una docena de islas 'privadas'. La Ley de Costas Española tiene entre uno de sus objetivos «garantizar el uso público del mar, de su ribera y del resto del dominio público marítimo-terrestres», pero añade que «sin más excepciones que las derivadas de razones de interés público debidamente justificadas» entre las que está su uso militar, su importancia para la conservación ambiental (reservas naturales) y, curiosamente, también el patrimonio personal de los dueños que van transmitiéndose la titularidad de esos enclaves.
Determinar cuántas islas tiene nuestro país es complicado. De un primer vistazo pensaríamos en once, las aprendidas en la escuela y forman nuestros dos archipiélagos más famosos, Canarias y Baleares. Sin embargo, en ellos, si miramos con más detalle, encontremos a su alrededor una serie de islas menores o islotes que multiplican exponencialmente esa cifra.
Si vamos más allá de estos dos archipiélagos y añadimos otras islas que rodean todo nuestro litoral se afirma que tenemos cerca de doscientas. Una cifra que todavía se queda corta si añadimos también todos los islotes que descubrimos nombrados en distintos mapas y cuyo resultado nos da un total de 726 referencias que ofrecemos a continuación.
En la Comunitat Valenciana contamos con una treintena de islas e islotes. De ellos. más de la mitad, diecisiete, pertenecen al archipiélago de las Columbretes.
La alicantina Tabarca es la mayor de todas ellas y la única poblada si no contamos con los habitantes esporádicos (guardas de la reserva natural) del archipiélago castellonense.
¿Pero qué sabes de nuestas islas autóctonas? Ponte a prueba en este pequeño test:
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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