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EFE
Jueves, 14 de diciembre 2023, 00:40
«Nos vamos a dormir con miedo», afirma Maria Edna da Silva, de 68 años y vecina del barrio de Flexal desde hace más de dos décadas. Ubicada a unos 400 metros de la laguna donde se sitúan las minas, la humilde casa de Da Silva está atravesada por cicatrices. En las paredes, las grietas provocadas por el hundimiento del suelo asoman aquí y allá por mucho que ella intente taparlas con nuevas capas de cemento. Los muros de las viviendas del barrio están cubiertos de soflamas contra la culpable de sus desgracias: «Braskem asesina», «¿Hasta cuándo van a matarnos?», «Vivimos aquí desde hace 64 años y Braskem hundió los sueños». La empresa petroquímica extrajo durante cuatro décadas sal de roca de las profundidades de Maceió, una ciudad de casi un millón de personas situada sobre fallas geológicas, hasta que en 2018 unos temblores obligaron a frenar las operaciones.
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