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antonio paniagua
Valencia
Sábado, 13 de enero 2018
Algo está pasando en la industria del porno. El Hollywood más procaz, ese que gana más dinero que el cine convencional, da para escribir una novela sobre drogas y suicidios. El tinglado del cine X en EE UU atrae más las miradas de los expertos forenses que las de los espectadores libidinosos. Olivia Nova, una modelo y actriz de 20 años, es ya la cuarta mujer vinculada al mundillo pornográfico que fallece desde noviembre. La agencia de modelos que la representaba no ha aclarado la causa de la defunción. Nova, cuyo cadáver ha aparecido en su casa de Las Vegas, era casi una debutante en el mundillo. Había empezado en los estudios de rodaje en marzo y pese, a su breve carrera, fue candidata a un premio por protagonizar la mejor escena lésbica del año pasado. La muerte repentina de las cuatro actrices vuelve a poner bajo la lupa a un sector muy distinto de las fantasías sexuales que trata de vender. Detrás de las cámaras abundan los abusos y las vidas traumáticas.
La agencia Direct Models presentaba a Olivia como una chica dulce y agradable, pero la verdad es que su vida era un tormento. El suicidio de su novio a causa de una sobredosis de heroína la dejó para el arrastre. En diciembre publicó un mensaje en el que decía no haber consumido nunca heroína, al tiempo que subrayaba que su pareja se quitó la vida dos días antes de su cumpleaños.
La muerte ha dejado perplejo al Gremio de Actores de Cine para Adultos (APAG, por sus siglas en inglés), que ha visto cómo en pocas semanas se amontonaban los cadáveres. Ha ido a la morgue Shyla Stylez, de 35 años, una actriz acostumbrada a trabajar en escenas extremadamente duras. Había pasado varias veces por el quirófano para aumentarse el pecho y nunca quedaba satisfecha. Ahora gastaba una talla 110 y aún le parecía poco. Durante una temporada desapareció del negocio. Divorciada del productor Jill Kelly, prefirió no rodar para la compañía de su exmarido, dado que su contrato seguía vigente. Stylez murió el 9 de noviembre mientras dormía en la casa de su madre, en la Columbia Británica (Canadá), sin que se sepa todavía la causa de su desaparición.
Facturación. La industria pornográfica factura 50.000 millones de euros al año. Por añadidura, 800 millones de personas visitan cada mes YouPorn y PornHub, las webs de mayor éxito.
50% de los clientes de hotel de todo el mundo ven al menos una película porno en su habitación, según una encuesta internacional realizada entre los viajeros. Además, se estima que un 35% de las descargas que se hacen en internet son de vídeos y fotos pornográficos.
August Ames, de 23 años, no veía salida a su vida y se ahorcó. Mercedes Grabowski, así se llamaba realmente, se labró la ruina por un comentario desafortunado en Twitter. Dijo que se negaría a rodar escenas con actores que anteriormente hubieran trabajado en películas gais. Quería de este modo librarse de infecciones de transmisión sexual. Su opinión le acarreó un linchamiento en las redes, una animadversión que contagió a la propia industria, donde ya no era bien vista. El 5 de diciembre de 2017, unas horas después de publicar su último tuit, un paseante la encontró colgada de un árbol de un parque cercano a su casa de Caramillo (California). Su amiga Keisha Greey aseguró que desde hace tiempo arrastraba una fuerte depresión y los investigadores averiguaron después que sufría un trastorno de identidad disociativo. La Policía encontró una carta póstuma en la que pedía disculpas a sus padres por su decisión.
Diez días después, el cine para adultos sumaba un nuevo deceso. Esta vez era Yuri Luv, de 31 años, quien amanecía muerta en su casa de Los Ángeles. Yacía en la cama rodeada de pastillas, en lo que parecía una defunción por sobredosis. Yuri Luv había confesado en las redes que se sentía sola y que le apetecía que alguien le diera un abrazo.
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José Antonio Guerrero | Madrid y Álex Sánchez
Mateo Balín y Sara I. Belled (gráficos)
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