María Cano llevaba casi veinte años vinculada a la industria como ingeniera informática, había vivido en varios países, trabajado para grandes empresas, pero la crisis ... de los cuarenta le agarró tan fuerte que se replanteó toda su vida, tanto a nivel personal como profesional. Se dio cuenta de que tenía una necesidad, la de crear un proyecto que tuviera un impacto positivo en la sociedad, así que dejó todo atrás para emprender en un mundo que ni siquiera le había interesado hasta aquel momento.
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«Mis amigos estaban sorprendidos de que quisiera dedicarme a la moda», dice María, fundadora de Canussa, una firma de marroquinería que representa fielmente la definición de moda ética, aquella que quiere revolucionar una industria que deja una huella demasiado negativa en el planeta. Decidió además que sería una marca de marroquinería que bebiera de la tradición artesana valenciana, con la firme convicción de que tanto el diseño como la producción tenían que ser locales.
«Para mí es muy importante, además, la calidad, que sean productos duraderos y atemporales, porque así podremos consumir menos», asegura esta ingeniera, que lucha contra la moda fast-fashion con piezas elaboradas de forma ética en talleres artesanos en España, lo que garantiza unas condiciones de trabajo óptimas y una huella de carbono reducida. «No te voy a negar que este compromiso tiene un coste porque sabemos que producir en Asia es mucho más barato, pero no sería coherente con lo que pienso, no sería Canussa», dice María, que consiguió en 2022 la certificación B Corp con una puntuación muy por encima de la media, lo que garantiza que se trata de una marca con valores y los más altos estándares de impacto social y medioambiental.
Hace un año, María Cano decidió dar un paso más para crear Canussa Lab, un lugar donde explorar con la innovación para buscar soluciones a los residuos que se generan y transformarlos en productos de valor. Por ejemplo, gracias a todo ese trabado en el laboratorio han conseguido crear un tarjetero de caqui, fabricado con PersiSkin, un material derivado de los residuos de la cosecha de una fruta cultivada en la Comunitat Valenciana, que está libre de plásticos y químicos, que ofrece una alternativa sostenible al cuero tradicional.
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Canussa Lab está inmersa además en un proyecto europeo para ayudar a empresas con residuos textiles o de plástico a buscar soluciones que permitan el reciclado. «Tenemos mucho que mejorar, y siempre estamos pensando en cómo hacerlo diferente». De hecho, también están experimentando con la impresión 3D porque el objetivo es poder competir en precios.
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