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Patricia Fernández, la diseñadora tras Victoria Worth. LP

La diseñadora valenciana que crea vestidos de novia a partir de encajes antiguos

Patricia Fernández ha conseguido con sedas con historia crear piezas de artesanía únicas y alejadas de tendencias en un atelier que abrió en agosto de 2020, en plena pandemia

Lunes, 1 de julio 2024, 00:58

Hubo un modisto en el siglo XIX, Charles Worth, que está considerado el creador de la alta costura, un inglés que revolucionó el mundo de ... la moda y asentó un imperio empresarial que llegó a tener más de un millar de empleados y fama mundial. Reinas y nobles -como su gran musa, la emperatriz Eugenia de Montijo- lucieron los diseños de aquel modisto que había nacido pobre y que fue avanzadilla de lo que serían las 'maison' francesas. Después de rebuscar entre la historia de la moda, Patricia Fernández supo que el nombre de su firma tenía que hacer referencia a aquel inglés que representa muy bien lo que esta diseñadora quería expresar. Así nació Victoria Worth, un atelier que crea vestidos únicos con un ingente trabajo de confección detrás, y siempre partiendo de la base de tejidos antiguos.

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Hay una historia detrás de la vocación de Patricia, la de una madre, Victoria, que tenía una tienda de indumentaria en Sagunto, un lugar en el que tanto ella como su hermano Juan Manuel veían brocados, sedas, espolines y tejidos que después se convertían en trajes de fallera. Tanto Patricia como Juan Manuel han seguido, cada uno a su modo, los pasos de su madre, y mientras que él es un reconocido coleccionista de encajes antiguos con local abierto en la calle Comedias llamado Antigüedades Me Encanta, ella optó en una vocación algo tardía en convertirse en modista. Era agosto de 2020 cuando decidió abrir su atelier, una decisión atrevida sobre todo teniendo en cuenta que todavía coleaban las restricciones de la pandemia, no había posibilidad de hacer eventos y la mayoría de bodas eran aplazadas.

A Patricia no le interesa la estandarización, sino que le da otra vida a esos encajes antiguos que su hermano guarda con mimo en cajas para convertirlos en vestidos de novia únicos, confeccionados como si fueran alta costura. El de Mireia Gimeno, por ejemplo, surgió de una colcha antigua y se fueron incorporando piezas con historia, como unos botones esmaltados a mano. O el de Aisha, un vestido en adamascado de seda Versalles, incrustaciones de bordados antiguos y un velo de punto Princesa. O el de Elena, con 100% en satén de seda y puños de encaje antiguo de Duquesa y Aguja. Encajes salidos de la búsqueda incesante de Juan Manuel Fernández por encontrar piezas valiosas, algunas de ellas convertidas en vestidos que son artesanía de la mano de su hermana.

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