Quique Camps
Sábado, 4 de marzo 2023, 01:08
¿Es el escaparate objeto de deseo? Rotundamente, sí. Llevo media vida diseñando y montando escaparates y otra media saliendo a verlos como si fueran obras de arte. Se muestran en vitrinas de calles y ciudades alrededor de todo el mundo, nos acompañan en nuestros paseos cotidianos, en nuestro día a día, forman parte del paisaje y casi sin querer nos ilusionan, nos hacen soñar, nos detenemos ante ellos con admiración, con entusiasmo... Es ahí donde visualmente se acarician nuestros sentidos. Existen escaparates de todo tipo, algunos nos muestran viajes, otros maniquís con lo último en moda y complementos, joyas, bolsos, zapatos, gafas, coches y hasta lavadoras.
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Pero, ¿cómo se consigue que un escaparate de una tienda de moda sugiera y haga detenerse al viandante? ¿No sólo eso, sino que después de verlo se anime a entrar y compre? Los escaparatistas nos fijamos principalmente en el 'street style'; es en la calle donde está la moda que viene, y hay que estar atento porque adelantarse y mostrar las nuevas tendencias en la fachada de un local puede ser lo que marque la diferencia. Además, los escaparates se renuevan con las estaciones, y en esta época comienzan a aparecer los tejidos más ligeros, desaparecen las chaquetas, los colores son más alegres. En Valencia las Fallas marcan el inicio de la primavera y de las compras de ropa de temporada.
Reconozco que me apasionan los escaparates, sin darnos cuenta nos acompañan a lo largo de nuestra vida y por décadas han ido evolucionando. Recuerdo cuando comencé a trabajar como escaparatista en los años 80 para pagar mis estudios como diseñador de interiores en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Valencia. Fue en aquella lencería de mi barrio trabajando con hilo de nylon. Os confieso que no tenía ninguna experiencia, pensaba que se utilizaba solo para pescar, salí del paso como pude y desde entonces sigo investigando en ese espacio llamado escaparate que me ha dado tantas alegrías y satisfacciones a lo largo de mi vida.
Gracias a esta profesión he viajado mucho, he visto desde el interior y a través del cristal, las caras de las personas que miraban con atención lo que había montado, algo que a priori puede parecer fácil pero os aseguro que lleva un gran proceso: primero los bocetos, luego el proyecto que poco a poco va tomando forma. La iluminación, los materiales, el análisis del espacio, la distribución y la ejecución. Si es de ropa aparece la plancha, ¡os aseguro que ahí nos dejamos el alma! El perfilado, el anclado con alambre, la composición con los maniquís y antes la elección de los outfits, todo muy minucioso casi como un puzzle, muchas horas de trabajo hasta llegar al final. Alcanzar el éxito es nuestro objetivo; ser vistos es lo que queremos, que se detengan, que lo contemplen y que les guste, para luego decir aquello de «pasen y vean».
Soy perfeccionista y exigente; es absolutamente necesario serlo porque el escaparate no descansa, siempre está abierto. Día y noche. 24/7. Aunque no lo mires él te espera para ofrecerte lo mejor en cualquier momento. Y, como siempre me decía un cliente, «el escaparate es mi mejor vendedor».
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