Hace justo ahora veinte años todavía no nos creíamos que la presentadora del telediario se fuera a convertir en una princesa. Era como el cuento de hadas con personajes de carne y hueso, así que cada vez que veíamos a Letizia junto a nuestro príncipe ... nos pegábamos al televisor para mirar con lupa gestos, miradas y, sobre todo, las prendas que elegía. Estos días, hace exactamente dos décadas, Letizia y el príncipe Felipe, que estaban a punto de contraer matrimonio, viajaron a Dinamarca para asistir a otro enlace, el del príncipe heredero Federico y la australiana Mary Donaldson (convertidos en reyes hace apenas unos meses), en el primer contacto con la realeza europea de la periodista asturiana.
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En aquellos inicios de Letizia como miembro de la Casa Real, Lorenzo Caprile era su modisto de cabecera, y todos sus estilismos llevaban la firma del conocido diseñador. Así que en la puesta de largo de Letizia ante la nobleza europea, en la noche anterior a la boda real, la periodista lució una chaqueta tipo corsé con escote barco combinada con una falda con cola en color guinda que llevaba firma valenciana, la de las sedas de Rafael Catalá.
Guillermo Catalá, octava generación de una de las familias sederas más importantes que todavía se dedica al negocio actualmente, explica que la prenda superior que llevaba Letizia es «una seda estrecha inspirada en los tejidos manuales del siglo XVIII, unos tejidos que en su origen estaban espolinados». Catalá explica que el tejido que lució entonces «se hizo en exclusiva para ella», salido de los telares de la empresa sedera Rafael Catalá, y con el que Lorenzo Caprile confeccionó el corsé. El fondo de color de la prenda es un azul porcelana, con dibujos florales que vestía la mujer no sólo en España, sino en toda Europa, y que en Valencia ha perdurado en el tiempo gracias a la indumentaria regional.
Lorenzo Caprile ha contado en alguna ocasión que no sabía que la entonces prometida del príncipe Felipe iba a lucir estas dos piezas, ya que la Casa Real le encargó varias prendas para grandes citas, entre ellas para la despedida de solteros o su primera visita al Vaticano. Otros dos modelos no tenían una fecha concreta, pero Letizia pensó que el espolín de Rafael Catalá podía ser perfecto para su estreno ante la realeza europea.
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Nunca más se ha vuelto a poner el espolín; sí la falda, aunque la modificó para una cena de gala en el Palacio Real dos meses más tarde.
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