Quique Camps
Sábado, 19 de octubre 2024, 01:02
Hay frases que nos acompañan toda la vida y que utilizamos de manera espontánea, incluso las hacemos nuestras; en mi caso la frase es:« La ... moda me incomoda». Siempre que la verbalizo es porque no estoy de acuerdo con algo. Al principio de cada temporada la repito muchas veces, cuando aparecen las tendencias que precisamente marcan la moda, y que en ocasiones expresan un lenguaje para mi desconocido, la utilizo también para no discutir. Al final es como una coletilla con cierta gracia y un toque de humor. Hasta pensé en diseñar unas camisetas con esta reflexión, en letra de negrita, para que tuviera un significado más potente; que resaltara el texto. En la espalda, estampar un corazón rojo y así reflejar el amor que mantengo con la moda desde hace años.
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Con el tiempo descubrí que un grupo de punk-rock urbano llamado Kolegas cantaba una canción con este título, que hacía referencia a esta frase. Sus letras hablaban de temáticas sociales que se revelaban contra los estereotipos establecidos. Esta banda cantaba canciones de barrio, con frescura e ironía, y al escucharlas me hicieron pensar. Llegué a la conclusión de que dentro de mí existía un punto de rebeldía que me llevaría a explorar lugares más allá de mi zona de confort. Hoy es el punto de partida de esta historia que os voy a relatar.
Todo empezó por unas zapatillas las famosas Paredes, aquellas que se pusieron tan de moda en los 80 fabricadas por el empresario licitano José Paredes. Fueron mis primeras zapatillas, recuerdo que tuve que ahorrar durante dos meses para poder comprarlas en Deportes Arnau, la tienda situada en la calle Alicante donde Pipo siempre nos atendía y aconsejaba muy bien. Eran de color celeste con unas franjas en ocre y yo las miraba como si fueran un tesoro, ya eran mías. Ya no tendría que usar más zapatos para ir al instituto.
Desde entonces todo empezó a ser más llevadero, más cómodo. Las zapatillas nos cambiaron la vida, fue un fenómeno sin precedentes, se convirtieron en objeto de culto. En mi grupo de amigos todos presumíamos de las últimas adquisiciones, y entre las zapatillas más valoradas de la década una larga lista, entre ellas las Nike, Reebok, Vans o las Converse que nos encantaban porque las combinábamos con traje sastre. Hasta las llevé a una fiesta con esmoquin. Comprábamos varios pares de zapatillas y combinábamos un color en cada pie. También lo hacíamos con los calcetines, todo muy cool, éramos muy creativos. Así era el 'street style' del momento, y nosotros empezábamos a vivir los mejores años de nuestra vida.
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Éramos muy jóvenes, llenos de energía y entusiasmo, y además de estudiar nos apuntábamos a todo: cursos de teatro, danza, cocina… En aquellos años hicimos nuestro primer viaje a la feria ARCO en Madrid, que organicé yo mismo. Fue memorable, todavía lo recuerdo. Una mezcla entre arte, cultura y entretenimiento de lo más loco y divertido. Aquellas noches de cañas por el Madrid más castizo en un viaje que nos sirvió para conocernos más. Muchos de nosotros ya sabíamos a lo que nos íbamos a dedicar, otros se lo estaban pensando. A todo aquel grupo lo que nos unía eran las ganas tremendas de llegar a lo más alto como artistas, pintores, escultores o cantantes. Otros, como en mi caso, estudiar historia del arte y diseño. Pero, sobre todo, yo quería viajar.
La primera vez que volé a Nueva York me llamó la atención cómo muchas mujeres acudían a la oficina en el distrito financiero con zapatillas y luego al llegar se cambiaban y lucían sus estiletos. Me contaron que hubo una huelga de transportes en 1980 que provocó aquel cambio en el modelo de calzado. No me extraña, recuerdo las caminatas por la Quinta Avenida en las que no quería descansar ni un minuto; estaba alucinado con la Gran Manzana y con todo lo que estaba viendo, aquellas tiendas, los escaparates, las luces de Broadway, el Empire State o el Moma. Todavía recuerdo aquel viaje lleno de momentos únicos y maravillosos.
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Mas tarde hemos visto cómo las zapatillas dejaban atrás las canchas para adueñarse de la pequeña o la gran pantalla. Series de televisión donde una jovencísima Carrie Bradshaw en 'Sex and the City' cambiaba en algún capítulo sus Manolo Blahnik por unas deportivas.
En el transcurso de los años las zapatillas han ido invadiendo las pasarelas. En 2014 Chanel presentó su desfile de alta costura en París y Karl Lagerfeld, el 'kaiser' de la moda, desvelaba lo que nadie esperaba ver: todas las modelos lucieron sus diseños calzando zapatillas. Desde entonces los devotos de la moda cuentan con ellas para cualquier estilismo, son símbolo de estatus en la actualidad. Marcas como Balenciaga han hecho historia con sus modelos más icónicos; algunos superan las seis cifras, incluso hay subastas de zapatillas de edición limitada. Los más osados hasta las compran usadas y las coleccionan. Las zapatillas causan locura, y ganan en muchas ocasiones la batalla al zapato. Ahora tenemos más opciones que nos permiten vivir la moda con comodidad y libertad, sin dejar de ser elegantes, con ese punto rebelde que tanto nos gusta.
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