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El otro día le preguntaba a Scherezade que si pensaba que el no vivir en Madrid había supuesto un freno para su carrera profesional. «Sí, ... absolutamente», contestó ella, «pero no cambiaría Valencia por nada del mundo». Otra loca por la terrera, podréis pensar, pero en realidad esto dice mucho más de Scherezade -y, en consecuencia, de Koahari-, de lo que todos se imaginan.
Lo primero que su corazón es valenciano, muy a diferencia de lo que se pueda pensar, tanto por su nombre, como por el de su marca, que es de origen maorí y es el resultado de juntar las palabras alegría (koa) y felicidad (hari). Lo segundo, que las cosas las hace con pasión, pues Koahari es una firma con unos valores muy claros, que persigue el buen hacer, el trato personalizado y la sostenibilidad. Y lo tercero, y más importante, que ya le pueden decir a ella como se hacen las cosas, que será Scherezade quien las haga como ella quiera.
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En 2018 sembraba la semilla de una planta que no ha parado de crecer hasta hoy. La idea de trabajar en moda siempre había rondado su cabeza, aunque como todas las que pertenecen y las que todavía son espectadoras de esta industria, pensaba: «es un sueño inalcanzable». Estudió filología hispánica y montó su propia academia, pero algo le decía que su sitio no era ese y el 14 de marzo de 2019 salió la primera colección de Koahari, un total de doce diseños que el 1 de abril estaban prácticamente 'sold out'. La fantástica magia de las redes sociales, Inma Soria (@cohucoo) sacó en su Instagram uno de sus vestidos y los numeritos comenzaron a subir. Scherezade repuso todos sus diseños y comenzó a trabajar con 'drops', siempre fiel a su visión inicial: «un vestido de buena calidad, con un diseño que valga la pena, pero a un precio que me pueda permitir». Quería llenar un vacío que encontraba en el mercado, buscando unos mínimos de calidad, pero sobre todo huyendo de los medios por lo que pasa el fast fashion: ofrecer buenas condiciones laborales, utilizar materiales sostenibles, promover un consumo responsable…
El taller en el que Koahari confecciona sus diseños está en Valencia y desde aquí hace todos sus envíos. Utiliza materiales de alta calidad y proximidad y la mayoría de sus pedidos se producen pre-order, lo que quiere decir que no tiene stock sobrante. Tampoco hacen descuentos, pues como predican en sus redes sociales «nuestras piezas tienen el mismo valor hoy, mañana y siempre. Rebajar nuestros diseños sería devaluar nuestra marca». En definitiva, una firma slow fashion con todas las de la ley.
En febrero de 2020 llega a su peak, y lo que pasó luego ya todos lo sabemos, «no es que no hubiese compras, sino que, además, había muchísimas devoluciones», recuerda la diseñadora de Koahari. «Para mí no era moral no aceptar una devolución de un vestido que habían comprado para un evento que no iba a suceder, aunque estuviera fuerza de plazo». Me encantan las personas que hablan con los actos, a esto me refiero con el buen hacer. Y siguiendo haciendo las cosas bien, todo se volvió a reactivar.
Ahora mira atrás, y se emociona de pensar que en solo cuatro años Koahari presume de ser una firma más que establecida en el panorama de moda nacional. La marca que visten influencers y celebrities, Scherezade, además de lanzar colecciones, crea diseños personalizados para figuras como Dulceida, la valenciana Meri Lozano o la alicantina Lola Lolita, con las que ha trabajado en más de una ocasión. «Cuando una influencer se pone un vestido tuyo no esperas que haya ventas, lo que sí que hay es repercusión, entonces creces y ese crecimiento, a la larga, se convierte en ventas», dice alguien que ha entendido mejor que bien el funcionamiento de las redes sociales.
Laura Escanes (@lauraescanes), Violeta Magrinyan (@violeta), Marta Díaz (@martaa_diiaz) o Clara Kong (@clakovi) son solo algunas de las influencers que se suman a la lista, y también lo hacen grandes actrices españolas como Belén Cuesta o Adriana Torrebejaro, y entre las que Scherezade destaca a Loreto Mauleón, quien vistió su modelo Wethu el día que fue galardonada con un Premio Feroz a mejor actriz de reparto, y por la que reconoce haber sentido especial ilusión.
Su negocio, como la mayoría de los negocios que surgen últimamente en la industria, nació con solamente el canal de venta online. En su concepción, huían del concepto de las tiendas físicas, pues creyeron que eso les limitaría. Sin embargo, ahora, pensando en seguir enriqueciendo su firma y la relación con sus clientas -y por supuesto como consecuencia de su crecimiento-, acaban de abrir un atelier en Madrid. Una boutique donde las compradoras puedan acercarse a tocar y probarse sus piezas, y donde además ofrecen el servicio de diseños a medida. Valencia será su próxima apertura – como no podía ser de otra forma-, en un coqueto espacio que se está gestando ya en la calle Sorní.
Hablando del futuro, la diseñadora se muestra bastante tranquila: «seguir creciendo y aprendiendo y hacer cada vez diseños mejores», y cuando le pregunto por el secreto del éxito de la firma, no cabe duda: «las redes sociales y la calidad de las prendas, quien compra en Koahari siempre repite».
Alegría y felicidad son justo las emociones que Scherezade Villanueva transmite tan solo al estar con ella. Y la verdad es que no es de extrañar el éxito de su firma, porque las cosas, cuando se hacen desde el corazón, siempre salen bien. Koahari es, sin duda, la alegría y felicidad que ella aporta, las ganas y el ímpetu por hacer las cosas bien y la voluntad de querer dejar una huella en el mundo que lo haga, siquiera, un poquito mejor.
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