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Minerva Portillo tiene ese aire lánguido de las modelos que, como Kate Moss, fueron reinas en los albores del nuevo milenio, tan distintas a las mujeres voluptuosas que triunfaron en la época dorada de las pasarelas, con Claudia Schiffer y Naomi Campbell como indiscutibles estrellas. ... La valenciana comenzó trabajando a los catorce años, y a los veinte saltó a la fama mundial como modelo revelación en la pasarela Gaudí. Era el año 2003 y comenzaba una carrera fulgurante que todavía no ha terminado. Vive en Valencia desde hace más de diez años, y un día cualquiera aparece en chándal y zapatillas, con el pelo suelto y sin maquillar. No le importa su apariencia, al menos si no tiene una cámara delante, y está reconciliada consigo misma después de una trayectoria donde las inseguridades han marcado su personalidad.
Fuiste una de las modelos más cotizadas en la década de los 2000. ¿Qué haces ahora?
Actualmente estoy trabajando como directora creativa y estilista de moda para Harper's Bazaar, Vogue, Tendencias… Además, llevo la imagen del grupo Fondo Flamenco y estoy tanto detrás como delante de la cámara, porque soy modelo y lo seré eternamente. Es mi pasión.
¿Por qué dices que lo serás eternamente?
Porque soy una persona que va a necesitar ser fotografiada siempre. Es más, en mis bajezas es cuando necesito que me fotografíen. Contaba el fotógrafo de Marilyn Monroe que ella le llamaba a las tres, a las cuatro de la mañana, para que fuera a fotografiarla. Una locura que cuando leí me sentí muy identificada con ella, porque si las inseguridades te aterran es el momento de ponerse delante de una cámara, porque ahí te sientes bella y eterna. Quizás sea parte de vanidad o de ego, de que soy maravillosa y de que sigo estando ahí en el Olimpo.
No diría que eres una persona con inseguridades.
Tengo inseguridades, las tengo igual que tú. Siempre pienso que cuanto menos información dés, mejor, y si no te sientes bien, tampoco lo digas, porque hay mucha gente que va a estar en las malas. Mi padre me repetía: «los amigos están en los momentos malos». Y un día le dije: «no, papá, no estoy de acuerdo contigo, porque me di cuenta en mi punto más álgido, cuando lloraba de felicidad, que toda esa gente que estaba en los momentos malos ya no la notaba a mi lado. Quizás porque les encantaba verme hundida. Así que para mí un buen amigo es aquel que se alegra por ti.
Hablas del ego. ¿Crees que te mueve?
Es que el ego existe en todos lados. En el mundo de la moda, en el mundo del arte, hasta en una frutería. Pero es que es muy bueno, porque en su parte positiva es la confianza en uno mismo. No me considero una persona egocéntrica, pero claro que tengo miedo, porque sin ese ego no hay superación. Y yo soy muy competitiva, quiero ser la número 1, me exijo mucho a mí misma, y doy asco porque busco la perfección siempre. Y si tienes aspiraciones y hambre, como es mi caso, es necesario el ego.
Pero también dices que hay sombras.
Es que todos tenemos luces y sombras, y si mi luz es tan grande como esta habitación mi sombra es igual. Y justamente desde la oscuridad puedo aprender y ser luz hoy en día, porque si no sabemos cómo es la oscuridad no podremos identificar la luz. Somos el ying y el yang.
Parece que te conoces bastante. ¿Es algo que has aprendido a lo largo de los años? ¿Estás reconciliada contigo misma?
Esto es un trabajo inmenso. De hecho me siento muy orgullosa y me emociono, porque mi camino no ha sido un camino fácil y me he levantado yo solita como un ave fénix. Pero eso no quiere decir que tenga rencor. En mi corazón no hay cabida para el odio. No odio a nadie, ni tengo celos de nadie. Voy a mi bola, y si tengo un sentimiento tan negativo que nace de la oscuridad es porque todavía no me he elevado. Soy una persona que vibra alto, y a mí me gusta vibrar muy alto porque somos energía. Me trabajo mucho para que mi energía sea limpia y pura, porque ser bueno es un trabajo inmenso, y porque hay veces que no te sale con ciertas personas. Intento ser siempre la mejor versión de mí misma, pero hay gente que se pasa la vida poniendo excusas, y yo no puedo con ellas, como tampoco tolero las mentiras ni la ingratitud. Quiero vivir en el amor y en la abundancia, y agradezco todos los días ver amanecer. Hay mucho que aprender y yo estoy en proceso, pero me siento orgullosa porque he comprendido que la vida es muy fácil, que la complicamos nosotros, y que si algo no te gusta la única persona que puede cambiarlo eres tú misma. No podemos vivir en el miedo, porque el miedo es lo contrario al amor, y para vibrar alto y hacer cosas grandes en la vida hay que vibrar en amor.
Hablas de que eres un ave fénix. ¿Te consideras una superviviente?
Siempre me dicen que soy muy fuerte, y no es que yo lo sea más que tú, pero la diferencia es que yo salto. A veces me doy una hostia inmensa y me quedo en el suelo, pero no pasa nada, porque voy a aprender y otras veces salgo muy victoriosa. El que no arriesga no gana, y quedarse en la zona de confort es conformarse. No quiero ser una persona frustrada, porque con las frustraciones llegan las enfermedades.
La naturaleza te ha dado un físico espectacular, pero a veces puede ser una trampa.
He aprendido -y ahora estoy en ese punto- a respetarme y a amarme con lo que soy, con mis virtudes y mis defectos, y aquello que eran defectos para mí, que no me gustaban en mi niñez, como pueden ser mis cejas, hoy en día son mi seña de identidad. Me preguntabas por el físico. Yo me siento superagradecida y no cambio nada porque gracias a todo lo que he vivido soy ahora la persona que soy, porque sin lo malo no estaría en este punto. Y agradezco a la vida todos los dones que pueda tener, aunque cada persona somos única e irrepetible, y cada uno tiene que descubrir en qué es bueno. Creo en el ser humano. Para mí, más allá de la belleza, y va unido, está la bondad. Hace falta en este mundo más bondad, más empatía e implicarse. Y si puedes ayudar ayuda. Y si puedes tener voz, da voz para sumar y no restar.
Siempre se ha hablado de la moda como el mundo más frívolo que pueda existir.
La moda es frívola. Hoy estás y mañana no estás. Es un interés, y va por tendencias. Yo lo he aceptado y lo he asumido. He tenido personas a mi lado que me han apoyado muchísimo, como Eugenia de la Torriente, Inés Lorenzo o Inmaculada Jiménez. Me he sentido muy querida y muy respetada, pero no te voy a negar que es un mundo frívolo. También yo soy así cuando hago el casting de una modelo. Tengo que buscar lo que más me interese, entiendo el proceso y formo parte de ese mundo. Quiero la modelo que ha cerrado el desfile de Chanel. Y voy a por ello. No es nada personal, ni me culpo a mí misma. Y cuando lo entiendes, descansas.
También es verdad que el mundo de la moda ha evolucionado.
Hoy estamos en otro punto de la moda, donde se ha abierto un gran abanico de cuerpos, razas, colores, géneros, edades… y eso es maravilloso, porque en mi época no te lo hubieras podido ni imaginar. A los veintisiete años ya eras una anciana, pero ahora ya no, puede que a los setenta puedas trabajar más de lo que lo hiciste con veinte.
¿Qué le dirías a una niña que quiere convertirse en modelo?
Mi hija, por ejemplo. Mía va a cumplir diecisiete años y le digo que esto es una caja de sorpresas y que no se tome nada personal, porque cada seis meses la moda se recicla, y ahora se llevan modelos de raza hindú y mañana buscan rubias. Que ella es bellísima por dentro y por fuera, que es muy válida. Le explico que el trabajo de modelo es durísimo; creo que poca gente aguantaría mi ritmo, sobre todo en estilismo. A veces pienso que soy una bestia por el volumen de trabajo que llevo. Y si tuviera que decirle algo más, le repetiría que no desista, que siga, que si esa es tu pasión, que vaya a por ello. Eso sí, sabiendo que va a estar rodeada de un mundo adulto, en el que todos opinan sobre ti y sobre tu físico, y porque además va a estar sola, lejos de su familia. Lo bueno de mi hija es que tiene mucha seguridad en sí misma y mucha fortaleza porque ya me he encargado yo de trabajárselo desde que nació; no quería que fuera una persona insegura como era yo en mi infancia, que crecí sin mi madre, y no la tenía para decirme todos los días lo maravillosa que era.
¿Cuál es tu vinculación actual con Valencia?
Viví en París, en Nueva York, en Barcelona, y cuando mi hija tenía cuatro años y medio decidí volver. Pensaba que era una locura, que estaba volviendo atrás en vez de avanzar. Pero estaba equivocada. Cuando ya tienes un nombre y una trayectoria no existen distancias, y quien me quiere me busca. Así que me encanta vivir en Valencia porque es una ciudad muy simpática, cálida, mediterránea, artística. Y yo soy como una traca valenciana.
¿Qué esperas del futuro?
Ahora soy una persona que vive con el flow de la vida. Antes estaba anclada en el pasado y preocupada por el futuro, y después de trabajarme como me trabajo, he llegado a centrarme en mi eje, en mi respiración y en el ahora. ¿Qué va a pasar? No lo sé. Estoy muy habituada a vivir como freelance, si me tuviera que preocupar por lo que viene no lo disfrutaría. Me encanta dejarme sorprender, porque la vida es dura, pero a la vez tan bonita y la amo tanto… Todos los días hay milagros, y hay que ser receptiva. Hasta en un día de mierda.
No llevas maquillaje.
El día que me veas muy maquillada preocúpate, porque estoy fatal. Para mí es como ponerse una máscara encima. No quiero que me malinterpretes, amo el maquillaje y amo verlo en otras personas, pero yo me veo mejor sin él, y en mi opinión las mujeres cuando se maquillan se ponen años encima. Yo tengo un espíritu de niña, soy como una campanilla del país de nunca jamás, que me mantengo eternamente joven. Bueno, también importa alimentarse bien. Haz una prueba. Deja de nombrar cosas negativas, medita, cuidate, haz ejercicio y ten unos buenos pensamientos. Vas a envejecer bien. Es mi filosofía.
¿Eres optimista?
Soy una persona muy optimista. Da igual que el día esté nublado, voy a buscar siempre lo positivo. Porque todo se reduce al amor propio, porque no puedes esperar que te amen si no te amas. El amor propio es quererte, hablarte bien; yo me miro al espejo todos los días y me digo: 'soy maravillosa'. Si lo haces todos los días los cambios son increíbles. Y no seas dura contigo misma, no lo merecemos.
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