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Modelo diseñado por Estudio Savage.

Novias a la última, de los vestidos princesa a los lenceros

Sólo en España se fabrican 920.000 trajes al año y la cifra de facturación alcanza los 1.350 millones de euros. En Valencia hay destacados profesionales, como Estudio Savage, Toussette, Isabel Sanchis, Alejandro Resta o Aleste Atelier

Begoña Clérigues

Jueves, 25 de mayo 2023, 02:01

Aunque a veces no lo parezca, la gente sigue casándose. Los datos son tercos como mulos y así lo dicen. El año pasado se casaron ... en la Comunitat 15.918 parejas. Quizá parezca que se celebren menos bodas porque antes la mayoría pasaba por capilla y ahora hay muchas más opciones. Pero vamos, que la industria de las bodas mueve mucho dinero y sólo en España se fabrican 920.000 vestidos de novia al año, ¡nada menos!

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La industria de la moda nupcial española va viento en popa. Si sumamos los vestidos de novia, los trajes de novio, los de fiesta de las invitadas, el calzado y los complementos, la cifra de facturación es de 1.350 millones de euros, según los datos que dio la Bridal Week de Barcelona, una de las pasarelas especializadas en vestidos de novia.

Lo que sucede con una industria de esas dimensiones es que está sujeta a la misma tiranía de las tendencias que el resto de las colecciones de mujer: hombreras y ornamento en los ochenta, minimalismo en los noventa, vestidos ajustados y brillantes en los dos mil y vuelta al minimalismo desde hace unos años. En moda nupcial, los vestidos han oscilado entre la línea de princesa de Diana de Gales, todo él un exceso con flores enormes y metros de tafetán, y su antagonista, el vestido lencero de Carolyn Bessette, pareja de John John Kennedy, que eligió un diseño lacio de tirante fino y líneas suaves y minimalistas. Frente a la estética acartonada, pesada y teatral de Lady Di, el vestido de Carolyn era como un salto de cama, cómodo, suave y ligero, que le permitía moverse con libertad.

En la batalla entre esas dos tendencias, la que está ganando estos años es la segunda. Las novias quieren llevar vestidos con los que puedan levantar los brazos y bailar y divertirse, sin corsés o metros de tela pesados. Sólo así pueden hacer esas entradas divertidas en los salones, tan dicharacheras, brincando y saltando. ¿Se podría hacer lo mismo con un vestido rígido de corte medial? Quizá por eso las que eligen vestir con mayor seriedad optan por reservar un segundo vestido para el banquete, así mantienen la ortodoxia en la ceremonia y una cierta rebeldía juvenil en la celebración.

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«Los vestidos de novia ahora son versátiles y cómodos» -explica Adrián Salvador, la mitad creativa de Estudio Savage. Además, desde hace unas temporadas hay una vuelta a la artesanía en la costura, con detalles que solo se pueden hacer a mano como nidos de abeja, vainicas, botones o puños bordados con elementos florales o iniciales, drapeados en gasa de seda o espaldas abotonadas con cientos de presillas».

Los bordados delicados también son una tendencia para la firma Isabel Sanchís. En su última colección de novias que presentó en la Bridal Week de Barcelona abundaban los vestidos con bordados muy delicados y un patronaje muy exacto. «Nuestras colecciones están llenas de detalles minuciosos, buscando la armonía y los acabados de cada prenda», explica la diseñadora.

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