Isabel Sanchis, la principal figura de la moda valenciana, no desfilará en la tercera edición de la Mediterránea Fashion Week, que se celebra el próximo ... fin de semana. «No le da tiempo, está en plena preparación de la colección que presenta el 21 en la Mercedes Benz Fashion Week de Madrid», explica su jefa de prensa, Rocío Bacharach.
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Sanchis era uno de los principales atractivos de la pasarela valenciana, ya que ganó el premio nacional a la mejor colección en la última pasarela madrileña y sus colecciones son muy cuidadas y con mucho presupuesto. Tampoco desfilará el valenciano Alejandro Resta, que ha quedado fuera del calendario por otros motivos. «Estoy inmerso en un interesante proyecto internacional que requiere toda la atención y esfuerzo de mi equipo», explica Resta, quién añade que «el calendario actual de la moda en Valencia requiere una revisión en sus estándares».
Las ausencias de Isabel Sanchis y Alejandro Resta se echarán tanto en falta como el escenario donde desfilaron en la última edición: la Plaza de la Virgen, convertida en una pasarela nocturna que recordaba al desfile de Valentino en la plaza de España en Roma.
El éxito de la segunda edición con desfiles en escenarios abiertos de la ciudad auguraba una tercera con un cartel más sólido y un mayor aforo. Estaba previsto que se celebrara del 15 al 17 de noviembre pasado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Además de Sanchis, estaba confirmado el nombre de Hortensia Maeso, una firma de moda infantil en plena expansión tras la apertura de una boutique en Madrid.
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Pero entonces llegó el 29 de octubre. La dana truncó muchos proyectos, incluidos los de la moda valenciana. La organización de la MFW decidió aplazar la cita al 31 de enero cambiando de escenario. Esta vez se celebraría en el emblemático Palacio de la Exposición de Valencia, aunque con menor aforo.
La organización de la MFW se volcó entonces con los afectados por la dana, como Hortensia Maeso, que vio cómo su taller de moda en Picanya quedaba completamente destruido. Allí estuvo quitando barro el presidente de la pasarela, Sergio Puig. Maeso también se ha caído del calendario de una pasarela que tendrá que hacer frente a un nuevo escenario, a la baja de algunos diseñadores y a unas fechas demasiado próximas a la de la pasarela de Madrid.
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Aun así, la organización mantiene el optimismo sobre la convocatoria que se ha bautizado con el lema Renacer. «El espíritu de renacer no sólo está en volver a celebrar la moda, sino en reactivar el sector y tender la mano a quienes lo han perdido todo», explica Sergio Puig. «La moda tiene el poder de unir, inspirar y generar cambio, y esta edición será una prueba de ello», añade el director de la Mediterránea Fashion Week.
En esta edición, desfilarán Hannibal Laguna, Carlos Haro, Mario Salafranca y Miguel Llopis, además de firmas nacionales como Maison Mesa y Paloma Suárez o las internacionales Duly Romero y Andrea Venturoli. Según la convocatoria, es una apuesta por la moda de autor como motor de diversidad, sostenibilidad y artesanía. Conectar culturas y destacar el talento valenciano sigue siendo uno de sus principales objetivos. El lema inicial, «el latido de un mar que nunca deja de inspirar», evoca la esencia mediterránea como punto de encuentro de ideas y creatividad.
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Ahora, renacer toma el relevo, transmitiendo un mensaje de esperanza, superación y apoyo a un sector que sigue sin encontrar su lugar ni tampoco es capaz de sumar esfuerzos. «Para mí, el problema de Valencia es que no hay un buen ambiente en el sector de la moda, va cada uno por libre y los que empiezan y tienen posibilidades de éxito acaban yéndose a otros sitios donde pueden desarrollar mejor su profesión», explica un diseñador que prefiere mantener su opinión en el anonimato.
«Aquí estamos siempre haciendo pasarelas y proyectos diversos que no llegan a consolidarse, entre otras cosas porque se hacen competencia entre ellos, se dividen las ayudas y no se llega a hacer algo importante y profesional que aúne todo y a todos para tener más fuerza y que llegue a tener repercusión mas allá de lo puramente local».
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A eso hay que añadir la falta de cultura empresarial. «La creatividad ha de ir unida a un proyecto empresarial para crecer, consolidarse y sobrevivir. De lo contrario, hacemos cosas chulas para un museo, no para que las usen las personas», explica esta misma voz anónima.
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