A Guillem Alventosa le encanta la historia de la moda. Tanto que, hace diez años, tras graduarse en historia del arte, empezó a coleccionar ropa ... del siglo XX, tanto de calle como de fiesta y noche. Compraba las piezas por todo el mundo: en subastas, portales de segunda mano como Vinted o Wallapop. «Poco a poco fui descubriendo la moda española, me di cuenta de que sólo se hablaba de Balenciaga y fui conociendo otros diseñadores. Empecé a coleccionar piezas de Elio Berhanyer, Balenciaga, Pedro Rodríguez…». El interés por la moda española le llevó a investigar la moda valenciana, «que se conoce poco fuera aquí: Juan Izquierdo, Montesinos, Valentín Herráiz, Españolito, Juan Andrés Mompó, Enrique Lodares… con todo el material que estoy recopilando vamos a organizar una exposición dedicada a la movida y los años ochenta», cuenta Guillem, que colabora con el Museo de la Festa de Algemesi, además de ser profesor de historia.
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Durante su trayectoria como coleccionista, Guillem atesora unas doscientas piezas que cede a exposiciones de moda que se organizan en España. Parte de su colección también se expone estos meses en el Museo de la Festa con el título de 'Guarnides: Elegància brodada', una exposición que destaca la artesanía del bordado en la moda femenina de fiesta y cóctel y sus accesorios, haciendo un recorrido entre 1940 y 1970 con piezas de alta costura española de Asunción Bastida, Herrera y Ollero, Pedro Rodríguez, Pertegaz, Rosser, Isaura... todos grandes nombres cuyas creaciones vestían las clientas más elegantes de la época.
«Presto mi colección al Museo de la Festa para ayudar a recuperar la historia de la moda española, que apenas está documentada. Tenemos mucha información de los principales diseñadores españoles, pero muy poca de los valencianos«.
La tarea de encontrar piezas de moda antigua se parece mucho a la de un arqueólogo. El coleccionista encuentra las prendas en mil lugares distintos y no siempre en las mejores condiciones de conservación. «Hay gente que guarda la ropa como tesoros y tienes que pelear mucho porque no se quieren desprender de ellas y otros que las tienen en cajas, oliendo a humedad o con manchas amarillas, incluso mutiladas porque han adaptado la prenda para una hija. Mi tía y mi madre, que saben coser, me ayudan a limpiarlas y devolverlas a su estado original», explica el coleccionista, que no es el único apasionado por la historia de la moda. «Casi todas las piezas de las exposiciones de Balenciaga o Pedro del Hierro se construyen a partir de colecciones privadas, gente que colecciona como yo y ceden las prendas, como la colección Antoni de Mompalau o López Trabado».
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En cuanto a los lugares donde se compran las prendas, las subastas suelen ser más caras. «Yo prefiero comprar a través de plataformas como Vinted, con clientas privadas. Así compré los Balenciaga. Uno de ellos lo vendía la nieta de una señora super elegante del Ensanche. Al fallecer, su nieta se ocupó de vender tanto el piso como sus pertenencias, incluida la ropa. Yo contacté con ella en Wallapop y me quedé una pieza preciosa».
Guillem también ha comprado en el portal americano de Ebay. «Muchas clientas americanas y francesas venían a España para hacerse trajes a medida porque eran mucho más económicos y sus descendientes los venden o subastan».
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Cada prenda de su colección tiene una historia detrás. «Uno de los abrigos que tengo expuesto en Valladolid era de la actriz Isabel Garcés. Lo vendía por Ebay la enfermera que la cuidaba de mayor y que se quedó con toda su ropa. Ella siempre vestía de Balenciaga, tocados, abrigos y vestidos».
La recuperación de las prendas sí es una verdadera labor de arqueología. A veces las etiquetas se han perdido y el coleccionista tiene que saber identificar y autentificar la prenda. «Identifico los vestidos porque he visto las piezas en otra subasta. Una vez compré un Balenciaga de encaje que se utilizó para vestuario de una película. No tenía etiqueta. Al final encontré una foto de este mismo tejido en una subasta internacional. Compré la pieza, la descosimos para devolverlo a su estado original y al quitar el forro allí estaba la etiqueta con su número de origen. Por el tejido y el corte sabíamos que era Balenciaga, pero la etiqueta es la que certifica el número de serie. Fue una maravilla«.
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Muchos de los vestidos de su colección se pueden ver en la exposición dedicada al bordado y sus vínculos con el momento político, con el arte, la religión y la tradición de la pintura, desde los años cuarenta hasta setenta. Hay treintas piezas de diseñadores como Pertegaz, Pedro Rodríguez -el gran creador de vestidos joya-, Asunción Bastida, Flora Villareal -diseñó el vestido de novia de la Duquesa de Alba, Herrera y Ollero, Isaura y Rosario o Santa Eulalia.
«La pieza más importante de la exposición es un Pertegaz que hay en la entrada que es una maravilla, de finales de los cuarenta, un cuerpo bordado a mano imitando los mantos de las imágenes religiosas, que representa bien el momento histórico de esos años. Un vestido con el mismo bordado está expuesto ahora mismo en el Museo del Traje, pero nuestro cuerpo es una pieza mutilada, le arrancaron toda la falda, sólo se conserva el cuerpo. La mayoría de señoras que tenían estos vestidos tenían mucho dinero y no le daban valor a las prendas, invertían y eran mecenas de estos diseñadores, pero si a la hija le gustaba se la adaptaban».
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