El sastre que ha seguido el camino de su ilustre abuelo inaugura espacio en Valencia

Para Adrián, asumir la dirección del negocio no sólo implicó un enorme reto profesional, sino una gran carga emocional. «Estaba cumpliendo con el deseo de mi abuelo, fundador de la última gran sastrería de Valencia, quien insistía en que yo continuase al frente de la firma».

«En Seligra -añade Adrián- queremos seguir vistiendo a nuestro cliente fiel y maduro de toda la vida, continuar siendo un referente para las ceremonias y, a la vez, atraer un nuevo cliente más joven que piense en nosotros para vestirse cuando tenga un trabajo estable o una ocasión especial». Ese nuevo perfil de hombre joven, directivo o profesional liberal, estuvo en la inauguración de la nueva sastrería Seligra, que ha pasado del número 1 de Hernán Cortés al número 15, en un espacio que ha decorado el interiorista Isaac Estévez.

«Dejamos atrás una tienda llena de recuerdos, de momentos tristes pero también de mucha felicidad. Por una parte, nos da pena y por otra sabemos que significa progreso y evolución. En Seligra siempre apostaremos por la experiencia del cliente y por eso sabemos que este cambio va a ser a mejor», contaba Adrián en sus redes sociales, donde es muy activo.

«Un traje hecho a medida es un proceso que tiene que ver con el lujo, verdaderamente artesano. Es como un Rolls Royce, como una cena en el Jules Verne, el legendario restaurante de la Torre Eiffel. Es un viaje a lo mejor de nuestra historia, a toda una trayectoria vital. Es un homenaje, una inversión, una apuesta y sobre todo, una declaración de intenciones», explica Adrián.

En la web de su firma se explica el proceso de creación de un traje a medida, o un esmoquin, o un chaqué. Estos son los pasos: en la primera cita se toman las 21 medidas del cuerpo «de forma pausada, en un proceso tranquilo que no da lugar a error», después se seleccionan los tejidos, según sean para un traje de boda, de trabajo o para el fin de semana. A partir de aquí, se crea el patrón a medida. Puede ser clásico, con chaqueta cruzada, se puede elegir el número de bolsillos en la pechera, los botones. «Cada patrón del cuerpo se guarda bajo la más absoluta discreción en nuestro archivo», explica Adrián, que conserva la técnica que su abuelo aprendió en Italia de joven, donde estuvo becado. «Siguiendo la transmisión de sus conocimientos, nuestros patrones son sencillamente perfectos». Una vez confeccionado el patrón, los costureros cortan el tejido escogido, que previamente habrá viajado desde Londres o Lisboa o desde Barcelona listo para convertirse en el traje.

La primera prueba se toma entre 15 y 30 días después de las medidas, en función del tejido escogido . Tras la primera prueba, el traje necesitará un ajuste y re-cortado y volverá al taller, donde se ajustará a las segundas medidas. Unos días más tarde, el traje regresará a la tienda, donde se realiza la prueba definitiva y se ajustarán las hombreras, el cuello, y las mangas, además de retocar el chaleco y las perneras del pantalón.

Una vez listo, prepararemos el traje para su entrega, planchado a mano. «Lo entregamos junto con nuestro certificado de autenticidad. Siempre digo que hay que probarlo, usarlo, los trajes a medida tardan unos días en adaptarse perfectamente al cuerpo de sus nuevos dueños. Y si vemos que necesita algún ajuste que le haga sentirse más cómodo, pedimos que nos lo traiga para que quede perfecto».