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¿Qué ha pasado para que unas niñas de diez años escriban entre sus deseos en la carta de los Reyes Magos un ácido hialurónico, ... una crema con retinol o un exfoliante para la cara? ¿Por qué los cosméticos han entrado con tanta fuerza en la infancia y la preadolescencia? La realidad es que las redes sociales -principalmente Tik Tok- están llenas de niñas (y niños) llevando a cabo rutinas de cuidado de la piel, en una moda que parece haber llegado para quedarse; empezaron imitando a influencers pero ellas se han convertido a su vez en referentes y, al mismo tiempo, la potente industria de la cosmética ha visto el potencial que supone ampliar su mercado a niñas que empiezan a cuidarse a los ocho años.
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Un día cualquiera, en la tienda Sephora de la calle Don Juan de Austria de Valencia hay preadolescentes vaciando testers, algunas acompañadas de sus madres, otras en grupitos. Se saben el nombre de los productos y marcas en tendencia, empezando por el fijador de Charlotte Tilbury, los limpiadores de CeraVe, el colorete líquido de Rare Beauty o la crema con péptidos de Drunk Elephant. Marcas como Byoma, Bubble o Elf están en el imaginario colectivo de niñas de diez años, que consumen productos con activos antiedad y se gastan cuarenta o cincuenta euros en una crema. Los que se vuelven virales se agotan en las tiendas incluso en horas.
La realidad es que el uso de la cosmética a tan temprana edad tiene que ver con la percepción de sí mismas que tienen debido a las redes sociales. Lo explica Lidia Gómez, terapeuta especializada en adolescentes, que alerta de que esta moda tiene que ver con el culto a la imagen, con un círculo vicioso en el que entran buscando aceptación. «Si hago vídeos con contenido adulto tendré más likes y, por tanto, seré más popular. Las redes sociales han sexualizado a los niños, en una etapa en la que ni siquiera tienen capacidad para discernir qué está bien o mal porque su cerebro es inmaduro todavía».
Esta imagen distorsionada sobre sí mismas puede derivar en trastornos de alimentación, como anorexia o bulimia. También la cosmeticorexia, que ya comienza a verse entre las adolescentes, y que parte de las tendencias de rutinas de belleza que se hacen virales en las redes. Las niñas se vuelven adictas a comprar cosméticos o a utilizar determinados principios activos. Una preadolescente de 11 años «no debería usar retinol», explica la dependienta de una perfumería de Valencia, que sin embargo reconoce que hay niñas comprándolo. Los dermatólogos avisan además que la piel infantil todavía está en proceso de formación y los efectos desconocidos que puede tener el uso de determinados ácidos o principios activos antiedad.
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