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S. ZAMORA
Miércoles, 13 de noviembre 2019, 01:11
Japón vuelve a saltar a las redes sociales por una polémica de corte machista. Otra vez son las mujeres las que están en el punto de mira. Primero se rebelaron por tener que llevar tacones obligatoriamente al trabajo, y ahora lo hacen por la prohibición de un gran número de empresas a que lleven gafas. En una sociedad tan conservadora y encorsetada como la japonesa, la imagen importa, y mucho. En ocasiones, demasiado. Las mujeres trabajadoras tienen que ser profesionales, pero a la vez elegantes y discretas. Nada de ropa ajustada ni atrevida para ir a la oficina; tampoco zapatos planos o excesivamente altos ni blusas sin manga o con pronunciados escotes. Solo hay que pasear por el metro en hora punta para observar que los filtros de corrección son tan rigurosos que sus opciones de vestuario para ir a la oficina se reducen a un simple traje de falda de color oscuro; ni demasiado larga ni muy corta. El objetivo es alcanzar el ideal de mujer, que en japonés denominan 'yamato nadeshiko'.
A estos estrictos códigos de vestimenta, que empiezan a ser cuestionados por un gran número de profesionales niponas, se suma ahora la prohibición de llevar gafas en el puesto de trabajo. Pero la respuesta no se ha hecho esperar y muchas mujeres han iniciado un movimiento en redes sociales para denunciar esta nueva línea roja, logrando que el 'hashtag' #GlassesBan (gafas prohibidas) sea tendencia.
Esta ola, que comenzó tras la emisión de un programa de televisión en el que se denunciaba que muchos empresarios imponían esta prohibición a sus empleadas, ha inundado Twitter de testimonios. Una mujer que trabaja actualmente en un restaurante tuiteó que la «invitaron» repetidamente a que dejara en casa sus lentes porque llevarlas parecería «grosero» y no iban acorde con el kimono tradicional que llevaba. El tuit, publicado bajo el nombre de @wine_kimono el mes pasado, se compartió más de 13.000 veces. No ha sido el único. «Estas reglas están obsoletas», publicó una tuitera, mientras que otra usuaria calificaba las razones dadas por los empleadores para que renunciaran a las monturas como «idiotas» y «estúpidas». Más allá de estos calificativos, la mayoría coincide en lo injusto que resulta este veto, que únicamente les afecta a ellas. «Si las reglas prohíben solo a las mujeres llevar gafas, esto supone una clara discriminación», denuncia Kanae Doi, directora de Human Rights Watch en Japón.
Y es que las razones que alegan las compañías para imponer las lentes de contacto a sus trabajadoras afectadas de presbicia o miopía -salvo las aerolíneas, que esgrimen motivos de seguridad que por lo visto no incumben al personal masculino- son básicamente estéticas. Las empresas del mundo de la belleza aseguran que tras las gafas el maquillaje «no luce bien», y los restaurantes japoneses, que no encajan con la indumentaria tradicional. Aunque la palma se la lleva la patronal del pequeño comercio, que sostiene que llevar este complemento transmite «una actitud fría». Argumentan que las gafas son como un muro psicológico que resta cercanía en el trato al cliente. Algunos negocios ya incorporan esta norma en el ideario formativo de sus empleadas. Como alternativa, las empresas proponen -o abiertamente imponen- el uso de lentillas, aunque muchas mujeres han aireado en Twitter que les han obligado a usarlas incluso pese a que les provocan conjuntivitis.
Esta medida, por el momento, solo forma parte de los códigos de conducta de algunas empresas, aunque su número no deja de crecer, pero no es una regla de comportamiento impuesta desde el Ejecutivo japonés, como sí sucede con la obligación de llevar zapatos de tacón. Por ley, las japonesas tienen que llevar un calzado elevado, entre cinco y siete centímetros del suelo, algo que el propio ministro de Trabajo, Salud y Bienestar considera «absolutamente necesario y razonable».
A comienzos de este mismo año, las japonesas iniciaron un movimiento en las redes denominado #Kutoo para plantar cara al dolor causado por los tacones. El término juega con las palabras 'kutsu', que significa zapatos, y 'kutsuu', traducible como dolor, y al que incorporan la coletilla #too en referencia a la campaña feminista contra los abusos #MeToo. Más de 21.000 personas han firmado ya una petición online redactada por la actriz, modelo y escritora japonesa Yumi Ishikawa para que se derogue la imposición del uso de tacones en el trabajo. «Durante mucho tiempo, pensé que sentir dolor por llevar tacones era en parte culpa mía. Creí que era por no encontrar los zapatos adecuados o por no invertir más dinero en un calzado mejor», recuerda Ishikawa en declaraciones al diario 'Japan Times'.
Aunque Ishikawa hizo llegar su reclamación al Gobierno japonés, ésta cayó en saco roto. Los hombres también están atados al traje oscuro y camisa clara, pero al menos pueden evitar la corbata y la chaqueta del traje en verano, mientras las japonesas siguen lidiando con una norma discriminatoria. Para muchos es, simplemente, ser muy cortos de miras.
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