El confinamiento que la crisis sanitaria ocasionada por la expansión del coronavirus instauró en nuestras vidas cotidianas ha introducido nuevos conceptos y rutinas en nuestro día a día en casa. Pero uno ha irrumpido con más fuerza que el resto: la necesidad de mantenernos entretenidos y hacerlo de manera gratuita. Y es que en estos días ha sido habitual encontrar todo tipo de actividades relacionadas con el ocio que se ofertan de manera gratuita a través de redes sociales y plataformas de formación online. Pero también desde las propias páginas de instituciones públicas, teatros o museos.
Publicidad
Por ejemplo, sin salir de casa y con una simple conexión a internet, cualquier persona puede ahora empezar el día con una clase de yoga, hacer la compra online y ahorrarse los gastos de envío, cocinar una receta con las instrucciones de ferran adrià o de cualquier cocinero de prestigio, asistir a un concierto gratis de un artitsta de primer nivel a través de instagram, ver una serie de estreno sin coste, leer un comic por el que no ha tenido que pagar y cerrar el día con una clase de estiramientos online y el visionado de una ópera. Todo eso sin gastar ni un euro extra y con gran variedad de oferta cultural.
Pero, ¿qué pasará con todo lo que ahora nos ofrecen de manera gratuita cuando podamos volver a salir a la calle? ¿Perjudica el todo gratis a quienes sí cobran por su trabajo online?
En el mundo de la actividad física, uno de los que más ha extendido estas prácticas sin coste, hay distintas opiniones y alternativas. A Toni Escorihuela, alma mater de Yoyoga, un estudio de Yoga en Valencia, el decreto del estado de alarma le pilló con los recibos de sus alumnos del mes de marzo ya cobrados. A mitad de mes, cuando se decretó el aislamiento, ya no pudo continuar dando sus clases de yoga de manera presencial, sin embargo, ya estaban pagadas. Así que dudó entre devolver la parte de los recibos o grabar algunas prácticas para distribuirlas online a sus alumnos. Pero nadie quiso recuperar el dinero, sino seguir haciendo yoga desde casa. Toni se puso entonces manos a la obra y comenzó a grabar una clase diaria que cuelga en una plataforma online para todos los alumnos de la escuela. Incluso los que ya no acudían a clase. «De los 12 o 15 que somos en una clase normal, ahora hemos pasado a más de 30 conectados por sesión». «Siento que tengo que seguir haciendo esto. La gente lo necesita para poder seguir con su rutina», dice. De hecho, este mes va a continuar con este método. «La gente quiere pagar, pero de momento prefiero seguir así. Hay alumnos que incluso me han hecho un ingreso extra porque ahora van a más clases de las que pagaban de manera presencial». En este caso, sus cursos, sin coste, se reducen a su alumnado, con vídeos a los que se accede con un enlace que él distribuye. Además, cuando el confinamiento acabé, todos volverán a la normalidad: profesores y alumnos.
Para Patricia López, del movimiento valenciano para fomentar la actividad física y el deporte entre mujeres 'Juntas es mejor' (cada día imparten una clase a las 10 de la mañana a través de sus redes) la gratuidad de las sesiones deportivas de estos días «responde a una situación excepcional en la que hay que ayudar por encima de todo». «Creemos en la importancia de aportar nuestro granito de arena para que la gente pueda moverse y su salud mejore y el confinamiento sea más llevadero», explica. Sin embargo, cree que aunque ahora es tiempo de solidaridad, «sin duda alguna todo volverá a la normalidad» y las actividades físicas volverán a remunerarse como hasta ahora.
Para Rubén Gadea, de Sanus Vitae, la propia «ética profesional y la responsabilidad social corporativa» llevó a esta empresa valenciana especializada en entrenamiento y nutrición a dar un paso adelante para ayudar a la gente a mejorar su estilo de vida en estos días de confinamiento. «Nadie había estado en esta situación tan estricta antes en nuestra sociedad. Reunimos al equipo y creamos un plan de comunicación y contenidos para mantener el estilo de vida saludable en casa». Hay que mantenerse activo y «romper los riesgos asociados al sedentarismo como el colesterol o la hipertensión». Pero también dolencias como el dolor de espalda, de cervicales o de hombros, más vinculados al teletrabajo. «Damos clases de ejercicio gratis a las 18 horas de la tarde y a las 11 de la mañana para niños». ¿Volverá la gente a pagar cuando ya nada sea gratis? Rubén lo tiene claro. «El contenido gratuito nos sirve para darnos a conocer, crear comunidad y enseñar nuestros servicios, pero una vez nos conocen, pasan a los servicios de pago». Lo gratuito sirve de enganche. «En semanas todo volverá al sitio y se acabará lo gratis. Al final si nadie factura y cobra el sistema no es sostenible. Y la gente se quedará con los verdaderos profesionales».
Publicidad
En el mundo de la música, la cosa es muy distinta, con decenas de conciertos y festivales suspendidos y centenares de artistas difundiendo su música de manera gratuita estos días mediante conciertos online, las fuentes de ingresos se han cortado de manera drástica para este sector. «Gratis o no, siempre he pensado que lo importante es crear dependencia de la cultura. Creo en la convivencia de ambas posibilidades y pienso que ofrecer contenidos gratuitos no tiene por qué perjudicar al futuro consumo de pago de la misma», asegura Quique Medina, promotor musical y agitador cultural. «Lo relevante es que la gente descubra que vivir con cultura multiplica precisamente eso, el hecho de vivir. En consecuencia, una existencia sin estímulos culturales es anodina y pobre», justifica.
Que durante estos días de confinamiento se esté regalando mucha cultura «es signo de que hay demanda y, sobre todo, de lo necesaria que es en tiempos de máxima crisis», explica Medina. Y es que, en su opinión, pocas cosas van a dar sentido, nos van a hacer olvidar los malos rollos o nos van a hacer tan felices como una canción, un libro, una obra de arte, un poema, una novela... aunque sea online. «Pero no lo veo como algo que vaya a repercutir en nuestro consumo futuro. Al contrario, creo y espero que valoraremos más el intangible alimento para el alma que es». Otro cantar es la galopante crisis en la que va a caer el sector «como estos tiempos de no juntarse a disfrutar de los directos, a abrazarse y a besarse, se alargue mucho. Ese golpe, por desgracia, puede ser de gracia para muchos artistas. Así que con más motivo tenemos que mentalizarnos pagar por el arte, esa necesidad intangible, que consumimos», señala.
Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Los ríos Adaja y Cega, en nivel rojo a su paso por Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.