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El reconocido pediatra Carlos González continúa generando debate en redes sociales con sus reflexiones sobre la crianza. Con más de 325.000 seguidores en Instagram, sus publicaciones y su podcast 'Criando sin miedo' han logrado captar la atención de miles de familias interesadas en su enfoque sobre la educación de los niños.
En una de sus últimas intervenciones, González se centra en una escena cotidiana en muchos hogares: las riñas a los hijos. «¿Cuántos conflictos, cuántos llantos, cuántos problemas evitaríamos si en vez de dedicarnos a reñir, a gritar, a castigar a nuestros hijos nos dedicásemos a creerles, a disfrutar con ellos?», plantea el pediatra en un vídeo reciente.
Sin embargo, su reflexión no implica que los niños puedan hacer cualquier cosa sin límites. «¿Significa eso que no podemos decir a nuestros hijos lo que tienen que hacer, que puedan hacer cualquier cosa? No, en absoluto», aclara. «Por supuesto, podemos decirles a nuestros hijos que no pisen un charco, que no se metan el lápiz en la nariz, que no peguen a otros niños o que no salten encima del sofá. Por supuesto que podemos decírselo. Simplemente, estoy diciendo que para explicarles esas cosas no hace falta gritar, no hace falta reñir, no hace falta castigar... Que simplemente podemos decirlas», puntualiza.
Para ilustrar su argumento, González expone un ejemplo que muchos padres reconocerán. «Si el amigo de ocho años de tu hijo viene a casa a jugar y pone los pies en el sofá, lo único que le vas a decir, si es que le dices algo, es 'cariño, por favor, no pongas los pies en el sofá' o 'cariño, por favor, antes de poner los pies en el sofá, quítate los zapatos para que no se ensucie'».
La cuestión es cómo se aborda la misma situación cuando el niño está solo en casa. «Cuando el amiguito se haya vuelto a su casa y esté solo tu hijo... ¿Cómo se lo vas a decir?», pregunta González a sus seguidores. Y concluye con una reflexión contundente: «Ni siquiera estoy pidiendo que le tratemos con el mismo respeto con el que trataríamos a un adulto. Me conformaría con que le tratásemos con el mismo respeto con el que trataríamos a cualquier otro niño que no fuera hijo nuestro».
Sus palabras han generado numerosos comentarios en redes, con familias que respaldan su visión y otras que discrepan sobre los límites y la disciplina en la crianza. Lo que es innegable es que el enfoque de González sigue marcando el debate sobre cómo educar a las nuevas generaciones sin recurrir a los castigos ni a los gritos.
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