Películas que nos hicieron mejorar

El buen cine sigue siendo una fuente de enseñanzas, gracias a filmes que nos dejaron huella por sus valores morales. Representantes del mundo de la cultura recuerdan algunas películas que les hicieron mejorar en el plano ético.

Carmen Losada (Jefa del departamento de Extensión de la Filmoteca Valenciana): Con 'Matar un ruiseñor' ('To Kill a Mockingbird', Robert Mulligan, 1962) aprendí qué es la Ética y la importancia de mantener los principios, pero también que la honestidad puede ser objeto de ataques y burlas. Me enseñó el valor de la palabra como instrumento para convencer y vencer, y que incluso las palabras de una niña pueden detener a una turba armada. Pero también que, tanto en el cine como en la vida real, la violencia es la que triunfa las más de las veces. Por desgracia.

Ana García Pan (pintora): 'El gran dictador' (Charles Chaplin, 1940), 'Viridiana' (Luis Buñuel, 1961). Las dos magníficas. Y 'La vida es bella' (Roberto Benigni, 1997), que narra los esfuerzos de un padre, en la segunda guerra mundial, para proteger a su pequeño hijo de los horrores de un campo de concentración.

Antonio José Rodríguez Selles (músico): ¿Una lista de películas que me hayan impactado por su ética contagiosa? Ahí van algunas: 'El acorazado Potemkin', 'Tiempos Modernos', 'Espartaco', 'Mon Oncle', 'Ciudadano Kane', Cualquiera de Passolini y de Coppola como 'Apocalipsis Now', o la saga del 'Padrino', las de Visconti ('El Gatopardo'), etc. Muchas del neorrealismo como 'El Verdugo' y otras de Berlanga, o 'Ladrón de Bicicletas'. O la divertida 'Golfus de Roma', de Lester, 'La vita es bella'...

Daniel Gascó (historiador de cine): Tengo muy presente el consejo de Howard Roark en 'El manantial' (King Vidor, 1949): 'Mantén tu propia visión'; la nula resignación de ese vaquero de 'Cielo amarillo' (William Wellman, 1948) que, sin tener una gota de agua y afrontando un paisaje de muerte, sentencia: «Un desierto es un espacio y un espacio se cruza». Y, sobre todo, la tolerancia extrema de Quentin Crisp en 'El funcionario desnudo' (Jack Gold, 1975): 'Jamás ataques a un oponente superior o desmientas una acusación falsa. Limítate a tu postura ética y argumentos'.

Vicent Jambet Gafarró (Endreçador de desficacis): 'L'apartament' (Billy Wilder, 1960), descobrí, com canta Gardel, la vergonya d'haver segut i el dolor de ya no ser. 'Con faldas y a lo loco' (Wilder, 1959): saber que el desig sexual no té color. 'Irma la dolça' (Wilder, 1963): com l'amor es pot trobar en els llocs més inesperats. 'Ordet' (Dreyer, 1955), la força de la fe en un orat, els bufons portaran al Messies, que diu la Thorà.

Pedro Uris (escritor y cineasta): Yo todavía no había cumplido los 15 años. Muchos sábados iba a uno de mis cines de barrio, el Jerusalén. Es tarde proyectaron 'La puerta del diablo' (Anthony Mann, 1950), un western en blanco y negro. Robert Taylor, un indio que luchaba en la Guerra de Secesión, luego es acosado por sus vecinos blancos. El cine transmitía valores. Esa película me cambió la vida. Pudo ser otra, pero fue esa.

Bel Carrasco (periodista): 'Senderos de gloria' (Kubrick, 1957), muy recomendable cuando se oye el trote lejano, o no tan lejano del jinete del Apocalipsis llamado Guerra. No solo porque muestra con crudeza y honestidad cómo durante la batalla el hombre degenera en monstruo bifronte, víctima y homicida a la vez, sino también porque denuncia un sistema de castas que permite a los oficiales mandar a la tropa al matadero sin pestañear.

Rafa Marí: 'Umberto D.' (1952), de Vittorio de Sica. Historia sobre dos seres vulnerables. Un anciano y un perro. Ambos se necesitan.