La peligrosa moda de las piscinas hinchables en casas adosadas y terrazas

Las piscinas hinchables se han puesto de moda durante la pandemia de coronavirus. Ir a las públicas no será fácil y tendrá una serie de limitaciones, sumando el miedo de algunos usuarios de contagiarse en las instalaciones. El inicio del confinamiento se constató el aumento de la demanda de piscinas y se espera que continúe.

Ahora es el Consejo General de la Arquitectura Técnica de España el que ha advertido sobre los peligros que puede conllevar instalar piscinas hinchables en «terrazas, azoteas, cubiertas o encima de plantas sótanos o garaje» en edificios de viviendas. El problema que pueden generar estas piscinas viene de que los «forjados, que debajo tienen zonas habitadas, están pensados para resistir un peso determinado», dice el responsable del gabinete técnico del Consejo, Juan López-Asiain.

Por lo general, los edificios están construidos con la previsión de aguantar personas y mobiliario, con lo que cada planta está preparada para sostener hasta 200 kilogramos de peso por metro cuadrado. En este sentido, ha señalado que el peso de una piscina llega a los 200 kilogramos por metro cuadrado cuando el nivel del agua supera los 20 centímetros sobre el nivel del suelo.

Las piscinas para adultos normalmente tienen alturas entre 70 y 80 centímetros, lo que pondría una presión de 700 u 800 kilogramos por metro cuadrado sobre el suelo del habitáculo.

El problema no es sólo para las viviendas en vertical, pues colocar una piscina portátil en una casa terrera o en un adosado al lado de un muro de carga puede hacer que éste se desplace y se acabe desplomando.

En este caso debería instalarse en el centro de un jardín o terreno a bastantes metros de una pared de este tipo.

La caída de una piscina supone como mínimo daños materiales pero si dentro hay personas y se desploma un balcón puede haber mayor gravedad.