M. Palacios
Sábado, 12 de agosto 2023, 19:18
La noche del 12 al 13 de agosto es la fecha en la que está previsto el pico máximo, el momento de mayor actividad, para observar las Perseidas, también llamadas, comúnmente, 'estrellas fugaces' -o 'lágrimas de San Lorenzo' por la proximidad del máximo de la lluvia de meteoros al 10 de agosto, día de la festividad del mártir español del mismo nombre-.
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Esta mayor actividad se producirá poco antes de la Luna nueva, que coincidirá con el 16 de agosto, por lo que la luz del satélite apenas interferirá en la contemplación, según indica el Instituto Geográfico Nacional (IGN) en su página web.
La primera recomendación, y más importante, es tener paciencia. Después, deberás apartarte de la oscuridad, evitando el uso de luces brillantes o dispositivos electrónicos para permitir que se adecúen tus ojos y mirar hacia el cielo en dirección a la constelación de Perseo.
Es recomendable, también, tener a mano un equipo básico formado por telescopios o prismáticos, unas mantas y unas sillas para estar más cómodo.
Los mejores lugares en los que poder ver las perseidas son todos aquellos que no posean una alta carga de contaminación lumínica, por lo que deberíamos buscar espacios alejados de la ciudad, del alto ruido lumínico y del tráfico.
Las zonas ideales para disfrutar de la lluvia de estrellas son los parques alejados de zonas con mucha luz, el campo o la montaña, entre otros.
Tal y como explica el IGN, los cometas, según describen sus órbitas alrededor del Sol, van arrojando al espacio un reguero de gases, polvo y escombros (materiales rocosos) que permanece en una órbita muy similar a la del cometa progenitor.
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Cada cometa va formando así un anillo en el que se encuentran distribuidos numerosos fragmentos cometarios. Cuando la Tierra, en su movimiento en torno al Sol, encuentra uno de estos anillos, algunos de los fragmentos rocosos (meteoroides) son atrapados por su campo gravitatorio y caen a gran velocidad a través de la atmósfera formando una lluvia de meteoros. La fricción con los gases atmosféricos calcinan y vaporizan los meteoros que aparecen brillantes durante una fracción de segundo formando lo que popularmente denominamos estrellas fugaces. No se trata por tanto de una estrella sino de una partícula de polvo incandescente.
La altura a la que un meteoro se hace brillante depende de la velocidad de penetración en la atmósfera, pero suele estar en torno a los 100 kilómetros. Sin embargo, el alto brillo y la gran velocidad transversal de algunos meteoros ocasionan un efecto espectacular, causando la ilusión en el observador de que están muy próximos. Los meteoroides de masa menor al kilogramo se calcinan completamente en la atmósfera, pero los mayores y más densos (de consistencia rocosa o metálica), forman meteoritos: restos calcinados que caen sobre el suelo.
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