![Prohibido hablar de fútbol y de política](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/07/26/vendedor-RcwKl34KfXs7poQHPQgLjoO-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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-¿Qué es lo mejor de trabajar en esta época del año?
-El verano trae mucha más afluencia de público. Viene muchísima gente a la Comunitat y tienes la posibilidad de exponer tu producto a muchas más personas. Y generalmente, con un poder adquisitivo más grande. El turismo siempre viene con más ánimo a la hora de gastar.
-¿Y lo peor?
-El tema familiar. Es prácticamente imposible conciliarlo. Lo que son vacaciones para todos los demás, para mi familia es la mayor época de trabajo. Tengo a mis niñas desesperadas en casa, trepando por las paredes como Spiderman.
Tiene una espontaneidad y un desparpajo innatos. «¡Mirad, soy famoso y me quieren entrevistar!», comenta en tono jocoso a sus clientes mientras relata su historia. La suya es una biografía marcada por la burbuja inmobiliaria que estalló en 2008. Bernardo Núñez, de 42 años, nació en la Línea de la Concepción y reside en Alicante desde hace 35. En pleno 'boom' del ladrillo, se especializó como operador de grúa torre. Un filón. «Funcionaba bien hasta que vino la crisis y tuvimos que reinventarnos», recuerda. Así, recurrió a un oficio completamente ligado a sus orígenes familiares: la venta ambulante. Desde entonces, los veranos son muy diferentes.
Durante el período estival, toca apretar los dientes en las zonas costeras. Este año, por primera vez, ha decidido participar en la feria medieval de la playa de la Pobla de Farnals. Tres intensos días durante el mes de julio. Bernardo se ha fijado un radio de acción de unos 200 kilómetros, por lo que suele realizar parada por Alicante, Valencia, Murcia y Albacete.
Tiene tres hijas, de 18, 16 y 12 años. Y Bernardo no desea involucrarlas demasiado en la venta ambulante: «En verano me acompañan cuando pueden, pero tampoco las quiero meter en esto. Yo prefiero que ellas estudien y estén en otras cosas. Entonces en verano intento darles el máximo relax posible porque lo que me interesa es que durante el año saquen sus estudios».
Ha hablado abiertamente con sus tres hijas: «Yo no les he quitado la idea de la cabeza porque ellas tendrán que decidir en su futuro, pero les he dicho la verdad de esto. Espero que no se tengan que ver en la misma tesitura que yo». Bernardo realiza unos pronósticos nada halagüeños para su gremio: «Creo con todo mi corazón que esto con el tiempo se va a acabar. No nos queda mucho. Por las grandes superficies, porque ahora todo el mundo compra por internet, porque no podemos competir con los precios de ellos... La compra online es un destrozo. Si no se va a acabar, se va a quedar muy reducido a unos cuantos que puedan mantenerlo», augura.
Bernardo cambió la grúa torre por su puesto de venta ambulante hace 15 años. Ofrece bisutería de acero quirúrgico: «No da mucho dinero, pero sí un sueldo digno para comer y vivir. Si me saliera otra oportunidad, seguramente lo dejaría. Pero con mi edad y mi currículum, es más complicado». Su promedio es de 20 o 25 ventas al día. «Hay ferias muy buenas en que haces 30 y ferias muy malas donde sales a 15», añade.
Este verano ha optado por diversificar: «Mi esposa está en Santa Pola en un puesto fijo que tenemos todo el verano, una caseta. Y yo me estoy moviendo por las ferias». Le resulta duro alejarse de la familia: «Cuando me tengo que ir tres o cuatro días, lo paso mal. Estoy deseando volver a casa».
Bernardo posee don de gentes. Salta a la vista: «Soy una persona sociable, me gusta conocer, hablar... Eso es gratificante». Y la experiencia supone un grado. «En cuanto al diálogo, se van repitiendo varias premisas. No se habla de política ni de fútbol. Eso te echa atrás cualquier venta». Hubo un desliz que le impactó: «Como suelo hablar más de la cuenta, a un catalán acérrimo del Barcelona le dije: 'Este año no habéis ganado nada'. Y me dejó la pieza ahí, indignado totalmente. Para no ofender, hay temas que no se tocan».
Durante las ferias, se generan vínculos estrechos: «Nos ayudamos mucho. Tarde o temprano coincidimos con las mismas personas y eso crea una comunión. Pasamos muchas horas juntos, comemos juntos...». Hay tiempo para todo: «De 15 a 18:30 horas, suelo irme a la playa y bañarme y después me acuesto un ratito y descanso para coger fuerzas». Ahí, su colchoneta inflable se convierte en su mejor aliado. Bernardo emplea una forma de medir el éxito en este oficio: «La persona que compra y me vuelve a ver, generalmente, vuelve a comprar».
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