Borrar
Campana que hay en el acceso al hospital La Fe, entre otros centros sanitarios, y que tocan los pacientes de cáncer cuando han concluido su tratamiento. LP
Campanas de felicidad en el hospital La Fe de Valencia

Campanas de felicidad en el hospital La Fe de Valencia

Las personas que acaban su tratamiento de cáncer accionan tres veces el instrumento: «Es un gesto de esperanza para otros pacientes»

Lunes, 25 de marzo 2024, 01:21

Estoy sentado en la sala de espera del hospital de día La Fe en Valencia. Hago un inciso: lo sé, no es muy periodístico escribir en primera persona, pero esta historia, al menos el inicio, es en primera persona; y así debe ser contada. Vuelvo a empezar. Estoy sentado en la sala de espera del hospital de día de La Fe en Valencia. Tengo a mi lado, a menos de un metro, a mi madre. Está abrigada, con gorro, sudadera, pantalón de chándal y zapatillas de deporte. Hace calor, pero ella siente frío. Su rostro denota el hastío y el sufrimiento al que está sometida durante casi un semestre, desde que linfoma dejó de ser una palabra para convertirse en una tortura. Esa cara se iluminará, por increíble que me parezca, en pocos segundos.

Y digo increíble porque ese día le han hecho una prueba de médula de la que ha salido llorando. Una vez más. El cáncer tiene la crueldad de abrir el camino a síntomas y terapias realmente desagradables y muchas veces dolorosos. Como postre, esta vez le toca quimio, una especie de bomba atómica en forma de gotero cuya destrucción sufre mi madre a partir de cada día ocho después de que el tratamiento se extienda por sus venas. Ella lo sabe y yo también, por eso doy más valor a esa sonrisa repentina.

Mira hacia el pasillo por el que debe entrar para someterse al tratamiento. Con cierto esfuerzo, alza el brazo derecho y señala. Giro la cara y miro hacia un artilugio colgado en la pared: una pequeña campana junto a una cartulina en la que hay dibujado un arco iris. «Cuando acabas con la quimio, tienes que hacerla sonar tres veces. El resto de pacientes y los sanitarios te aplauden», me dice sin que le salga una lágrima de los ojos. Sospecho que más que retenerlas es que ya no le quedan. Y vuelve a sonreír, creo que soñando despierta con ese día en el que ella accione el instrumento de percusión, avisando al mundo que vuelve al running, a innovar en la cocina o a quedar a merendar con sus tres amigas, una de las cuales también se enfrenta al cáncer.

Esa campana del hospital de día celebra el fin del tratamiento. «No queremos hablar de curación», puntualiza Guillermo Giner, presidente de Músicos por la Salud, la ONG valenciana que ha impulsado, entre otras, esta iniciativa. Sabe cómo se las gasta el cáncer. Por eso, frente a una enfermedad tan cruel, la asociación ideó esos tañidos de esperanza y felicidad. A día de hoy hay 14 de estos instrumentos repartidos por hospitales de toda España, muchos de ellos en la Comunitat. «Aunque cada paciente puede accionarlo el día que acude por última vez, también organizamos actos más elaborados en los que son varios para celebrar este momento», indica.

Siempre con música, mucha música. A mi madre le gusta como he comentado correr, cocinar y también la música… pero es que a la progenitora de Guillermo Giner le apasionaba: «Solía acudir a los conciertos del Palau de les Arts y al Palau de la Música, cantaba…». Un mal día el cáncer apareció en su vida y la fue consumiendo. «Cuando veía que no había solución, en los momentos más duros, yo le ponía unos auriculares y ella, con el hilo de voz que le quedaba, cantaba», recuerda.

Menos de un año después de diagnosticarle la enfermedad, la mujer falleció. A Guillermo Giner le quedó la sensación de haber dado consuelo a su madre a través de la música. «Y que incluso de lo más malo puede salir algo bueno», resalta. De ahí surgió Músicos por la Salud: fundó la ONG en 2015 y ahora está ya presente en 60 hospitales y 300 centros sociosanitarios de toda España. Y lo de las campanas a la salida de los tratamientos de quimioterapia es sólo una de las iniciativas.

Un músico interpreta una canción en una habitación de un paciente del hosptial LaFe. MÚSICOS POR LA SALUD

Por ejemplo, en el hall de La Fe hay un piano en el que varias veces a la semana un músico acude a ofrecer un recital a pacientes y acompañantes. O ir a cantar a enfermos a sus habitaciones, incluso algunos en coma. Además organizan esas visitas con suma eficacia. Lo puedo constatar, ya que Álex contactó con nosotros y menos de 24 horas después un músico estaba, guitarra en mano, cantándole a mi madre 'Resistiré'. La asociación resalta las evidencias de estudios de la OMS, que indican que la música contribuye a mejorar la salud mental y física. Y precisamente ellos se han propuesto aportar melodías de vida por toda España.

Con iniciativas como Campanas por la Salud y que es una réplica de una medida que está bastante implantada en el mundo anglosajón. Nace en 1996, cuando a Irve Le Moyne, almirante de la marina de Estados Unidos, le diagnosticaron de cáncer. Le trataron con radioterapia en el hospital MD Anderson de Houston y cuando recibió el alta donó, como muestra de agradecimiento al centro sanitario, una campana de bronce de su barco. Desde entonces, cuando un paciente concluía un tratamiento, accionaba el instrumento.

Cada año se diagnostican en España cerca de 200.000 nuevos casos de cáncer, esa enfermedad con un nombre de sólo seis letras que tanto asustan. En el caso del de mama, en 40 años se ha pasado de una supervivencia del 75% al 95%. «Es un gesto de esperanza», precisa Guillermo Giner cuando habla de la iniciativa de hacer sonar tres veces la campana que ha sido diseñada por Ágatha Ruiz de la Prada. Representa el final de una etapa complicada para iniciar otra más feliz. La sonrisa de mi madre mirando hacia ese pequeño instrumento que pendía de la pared estaba totalmente justificada.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Campanas de felicidad en el hospital La Fe de Valencia