Radioterapia de última generación
Oncología. La Fundación Amancio Ortega ayuda a crear una red pública de protonterapia, una técnica que permite radiaciones precisas en órganos vitales
Antonio Paniagua
Sábado, 14 de junio 2025, 13:10
Una novedosa herramienta en la lucha contra el cáncer, la protonterapia, se dispone a dar un salto cualitativo en España. Esta técnica, que consiste en ... el uso de partículas subatómicas aceleradas a casi la velocidad de la luz, se presenta como el tratamiento más innovador contra algunos cánceres que requieren radiaciones de alta precisión para no dañar tejidos sanos. Su ventaja es que, con una mejor distribución de la dosis, se consigue evitar el peligro de deteriorar órganos vitales.
En poco tiempo, el sistema sanitario público contará con once aceleradores de protones, diez de ellos aportados por la Fundación Amancio Ortega gracias a una donación de 280 millones de euros. Actualmente, los pacientes que lo precisan pueden recibir tratamiento en centros privados, en concreto en el grupo Quirón y en la Clínica Universidad de Navarra, ambos en Madrid. Las obras para incorporar esta costosa tecnología en hospitales públicos avanzan conforme a lo previsto, al menos en Santiago de Compostela, donde se espera recibir el primer equipo en octubre, cuya instalación será supervisada por técnicos del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).
Así las cosas, hospitales de San Sebastián, Barcelona (dos equipos), Madrid (otros dos equipos), Málaga, Sevilla, Valencia y Gran Canaria serán punteros en la incorporación de esta tecnología, fabricada en Bélgica. Al margen de esta iniciativa, el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en Santander, también se dotará de una unidad de protonterapia.
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Para Antonio J. Conde, jefe del Servicio de Oncología Radioterápica del Hospital La Fe de Valencia, alrededor de 9.000 pacientes son susceptibles en España de necesitar este año un tratamiento con protonterapia. «La red de 13 centros que se está poniendo en marcha permitirá cubrir la demanda estimada. No es un exceso el número de equipos previsto, es el número adecuado para ofrecer tratamiento a quienes realmente lo necesitan», dice Conde.
280 millones de euros
ha donado la Fundación Amancio Ortega para la compra de equipos
Los tumores que afectan a estructuras muy sensibles, como los de la médula espinal, los alojados en la base del cráneo y los que atacan a los nervios ópticos son los indicados para ser combatidos con terapia de protones.
Concepción Victoria, oncóloga radioterápica del futuro centro de protonterapia de Galicia, argumenta que determinados órganos solo toleran dosis bajas de radiación. «Muchas veces, por desgracia, su tolerancia está por debajo de la dosis que necesitamos para curar el tumor. Por ello hay que ser muy precisos: alcanzar la dosis necesaria y mantenernos dentro de los límites de tolerancia del órgano sano», explica la especialista.
Los niños, cuyos órganos y tejidos aún están en desarrollo, son mucho más sensibles a la radiación. De ahí que sean los candidatos perfectos para recibir este tipo de tratamientos, que reducen muy significativamente los efectos secundarios. «La dotación tecnológica de estos últimos años ha permitido un salto bestial en la oncología radioterápica. Antes también se curaban los pacientes, claro que sí, pero a costa de mayores consecuencias adversas a largo plazo», apunta Victoria.
Rápida evolución
El avance terapéutico ha experimentado un rápido progreso en términos tecnológicos. «La técnica de protonterapia que se usaba hace cinco o diez años ya no es la misma que usamos ahora. Los tratamientos combinados están en auge y, con ellos, se irán ampliando las indicaciones clínicas de los protones», declara Concepción Victoria. Hoy en día, algunos pacientes que reciben radiación logran sobrevivir varios años, pero pueden sufrir en ocasiones la aparición de segundos tumores. «Algunos órganos de estos enfermos ya han recibido una dosis significativa de radiación y no tolerarían una segunda. Con los protones, se pueden proteger esos órganos y seguir tratando eficazmente el cáncer», apunta Ana María Carballo, jefa del Servicio de Oncología Radioterápica del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela.
9.000 pacientes
oncológicos pueden ser tratados en un año con terapia de protones
Para afrontar el envite, las comunidades autónomas se encargan de la construcción de los edificios que deben alojar los aparatos de protonterapia. Las máquinas requieren la construcción de un gran búnker de hormigón armado para contener las radiaciones ionizantes y el calor que desprende el proceso de producción de protones a partir de átomos de hidrógeno. En cualquier caso, es una inversión que no baja de los 20 millones de euros.
Con los aceleradores que aportará la Fundación Amancio Ortega, se estima que cada hospital podrá atender entre 200 y 300 pacientes en el primer año de funcionamiento, lo que evitará el desplazamiento de enfermos a otros países, como Francia, Suiza o Alemania.
Los aparatos requieren la construcción de búnkeres de hormigón para contener el calor que generan los protones
Una parte fundamental de la iniciativa descansa en la formación del personal para el manejo de esta tecnología, adiestramiento que se realizará en los dos centros que ya tienen experiencia acumulada: los privados del grupo Quirón y a la Clínica Universidad de Navarra.
20 millones
es el coste mínimo que exige la construcción del búnker que aloja el acelerador
Para procurar un abordaje óptimo, en el servicio de radioterapia del Hospital de Santiago de Compostela se apuesta por reuniones multidisciplinares dos veces por semana con el fin de discutir en un comité cada caso, de modo que patólogos, radiólogos, oncólogos pediátricos y cirujanos participen en el proceso y decidan la mejor opción. «Una vez indicada la radioterapia, tendremos que valorar cuál es la técnica más adecuada», señala Victoria.
Pese al elevado coste de la terapia de protones, los expertos alegan que, a la larga, el tratamiento es rentable, dado que reduce hospitalizaciones, intervenciones adicionales -como las sondas gástricas en casos de cáncer de cabeza y cuello- y mejora la calidad de vida de los pacientes.
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