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Clara Alfonso
Valencia
Lunes, 5 de febrero 2024, 01:36
El papel higiénico, un artículo doméstico aparentemente común y simple, se ha convertido en una parte esencial de la rutina diaria de higiene personal. Su presencia en baños y hogares de todo el mundo es tan común que a menudo no reflexionamos sobre su origen, evolución y la importancia que ha adquirido en nuestra vida cotidiana.
Más allá de su función obvia, el papel higiénico ha experimentado transformaciones a lo largo del tiempo, desde sus inicios hasta las innovaciones modernas que buscan mejorar no solo la eficacia sino también el impacto ambiental. De hecho, los ecologistas han mostrado una gran preocupación sobre el efecto negativo que está teniendo sobre el medio ambiente. Sobre todo en el caso del papel higiénico extra suave.
El papel higiénico se fabrica principalmente con celulosa y papel reciclado. No obstante, cuando se trata de producir papel higiénico de mayor suavidad, se requiere un mayor porcentaje de fibra nueva para lograr un resultado más confortable y de mayor calidad. Este nivel de calidad superior se traduce en un precio final más elevado en comparación con el papel higiénico convencional. Sin embargo, este no es el motivo por el que un gran porcentaje de personas han reconsiderado el uso del papel higiénico convencional, sino más bien de una cuestión de higiene.
Debido a que el papel no logra una limpieza completa, muchas personas tratan de explorar alternativas más efectivas y, en ciertos casos, a volver a métodos más tradicionales. La percepción de que la única forma de eliminar por completo la suciedad es mediante el uso de agua y jabón ha impulsado la búsqueda de soluciones que proporcionen una limpieza más exhaustiva y eviten posibles irritaciones cutáneas.
Malgastar papel higiénico supone un problema para el medioambiente, por lo que conviene hacer un uso responsable. En este sentido, existen una serie de trucos que se han hecho virales y que podrían ayudarte a reducir el gasto y ahorrar dinero a final de mes.
El más conocido consiste en aplastar el rollo de papel para que dure más días. Al aplastarlo, resulta más complicado girar el rollo y, por lo tanto, no se saca más papel del necesario, puesto que la mayoría de veces cogemos más cantidad de manera casi inconsciente.
Otro método que puede resultar eficaz para ahorrar papel es dosificar las cantidades. Es decir, cortar trozos o doblar la cantidad que solemos utilizar. A priori es un hábito que puede parecer que no tiene importancia, pero lo cierto es que ayuda a reducir el consumo y el gasto.
Otra de las alternativas, mucho más sostenible y económica, es la de cambiar los rollos de papel higiénico por toallas de tela reutilizables que se puedan lavar después de cada uso, aunque es una opción que no cuenta con muchos adeptos. No obstante, estos pequeños gestos contribuyen a ayudar de forma positiva al medioambiente porque reducen la contaminación, la basura y los desechos que producimos considerablemente.
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