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FERNANDO MIÑANA
Viernes, 6 de abril 2018, 00:34
Ya no queda ni el viejo Atocha, el feudo de aquella Real Sociedad que marcó una época en España. El estadio, una caja de cerillas donde el fútbol casi se podía lamer, fue demolido en 1993 para levantar bloques de viviendas, convirtiendo en polvo los recuerdos casi tangibles de aquel equipo de leyenda. Pero ni el tiempo ni las fauces urbanísticas podrán con la memoria de aquellos aficionados con más de 40 años que hoy, casi cuatro décadas después, sean de la provincia que sean, son capaces de recitar de carrerilla la alineación de aquella Real Sociedad: Arconada, Celayeta, Kortabarria, Gajate, Olaizola, Diego, Perico Alonso, Zamora, Idígoras, Satrústegui y López Ufarte.
Aquella formación se hizo famosa por las dos Ligas que ganó en 1981 y 1982, pero también por una racha prodigiosa, un récord aún vigente de 38 partidos consecutivos sin perder. «En aquel momento estábamos más pendientes de la posibilidad, real, de ganar la primera Liga de nuestra historia que de no perder ningún partido». El recuerdo es de Santi Idígoras, aquel ariete tan rubio que era conocido como 'Vikingo' Idígoras.
Es uno de los pocos récords que, 38 años después, aún no ha sido devorado por los dos gigantes. Pero puede tener las horas contadas. Si el Barça gana o empata mañana ante el Leganés, lo habrá igualado. Y si la siguiente jornada, nuevamente en el Camp Nou, no pierde contra el Valencia, lo habrá batido y demolerá, como si fuera Atocha, uno de los pocos reductos que conservan los clubes medianos en la tabla de los récords.
El 29 de abril de 1979 la Real Sociedad jugaba en Atocha frente al Valencia con la necesidad de olvidar la derrota sufrida la jornada anterior en Santander. Un gol de Amiano -el único que anotaría esa campaña- sirvió para iniciar lo que nadie podía imaginar, una cadena de partidos sin derrotas que empalmó los seis últimos de aquella Liga (78-79) con los 32 primeros de la siguiente (79-80).
Bajo ese aura de equipo invencible, la plantilla de Alberto Ormaetxea, donde también jugaba habitualmente 'Bixio' Górriz -es el jugador con más partidos disputados con la camiseta de la Real: 599- llegó como líder a la penúltima jornada. Tenían el título, el primer título de la historia del club, al alcance. Dos partidos, solo dos partidos más y serían campeones. Les valía con un empate ante el Sevilla en el Sánchez Pizjuán para coronarse en Atocha con una victoria ante el Atlético de Madrid... pero todo se truncó.
«Llevábamos una temporada fantástica. Pero no solo por la racha o el liderato sino también porque hacíamos un gran fútbol y salimos aplaudidos de muchos estadios. Hasta que llegó aquel partido en Sevilla y todo se fastidió. Íbamos empatados (1-1) y ellos se quedaron con nueve los últimos 20 minutos del partido, pero aún así nos marcaron al final (Bertoni arruinó sus ilusiones). No sé cómo pudo ocurrir», rememora Idígoras a sus 64 años.
El delantero no habla tanto de la racha interrumpida el 11 de mayo de 1980 como de la Liga perdida. Quizá porque entonces no se generó el zumbido mediático que hoy en día persigue al Barcelona, el equipo que tiene a tiro ese hito. «No era como ahora -puntualiza Idígoras-. Entonces salías de entrenar y solo había un periodista. Los partidos en Atocha solo los cubrían dos o tres periodistas. Sé que eso ahora es impensable, pero entonces todo pasaba más desapercibido y hasta podíamos pasear tranquilamente por Donosti».
Aquello tenía sus ventajas, como era vivir sin una burbuja que te aislara del fanatismo balompédico, pero también sus desventajas. «Creo que todos los de aquel equipo tuvimos que ponernos a trabajar tras la retirada. Ahora los jugadores de un equipo con dos Ligas y un subcampeonato no creo que tengan que preocuparse nunca más por el dinero».
Y luego está la rareza de un club capaz de imponerse al Real Madrid y al Barcelona, pero también al Valencia o al Atleti. «Tuvo mucho más mérito lograr aquel récord con una plantilla hecha prácticamente de chavales de la tierra que si ahora lo logra el Barça con ese presupuesto y ese equipo repleto de estrellas. Aunque, ojo, aquella Real Sociedad también tenía mucha calidad».
Idígoras sabe que todos los récords acaban por caer, pero le gusta el romanticismo de que al menos uno perdure en manos de los débiles. «Por eso preferiría que el Barça perdiera contra el Leganés o que lo batiera otro equipo pequeño. Sería bonito que aquel equipo siguiera siendo recordado por la dos Liga y por la racha de 38 partidos sin perder».
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