LP.ES Y EFE
Jueves, 28 de mayo 2020, 15:55
La pandemia de coronavirus ha provocado un «boom» en la venta de piscinas hinchables y portátiles pero, si está pensando en colocar una en su terraza o azotea, los especialistas advierten: «Ni se le ocurra».
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Francisco Hernández, vocal del Colegio de Administradores de Fincas de Santa Cruz de Tenerife, admite a EFE que la compra de este tipo de artilugios de baño portátiles está «en auge» pero advierte: supone un peligro tremendo instalar uno en terrazas, balcones o azoteas sin una supervisión técnica.
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En todo caso habría que consultar con un aparejador o un arquitecto para que emitan un certificado en el sentido de que esa estructura en particular soporta el extrapeso que se está pensando colocar.
No obstante, está prohibido expresamente instalar un dispositivo de este tipo porque se está sometiendo a la estructura a una sobrecarga cuando el máximo previsto es de 200 kilos por metro cuadrado, y da igual, añade Hernández, que se sitúe en un lugar privado o en una zona común.
Una piscina con 20 centímetros de agua ya genera ese límite de peso y si además se le suma el de la propia piscina -algunas de aluminio- más el de los usuarios y el balanceo del agua al meterse dentro y jugar supone una sobrecarga concentrada que crea grietas automáticamente y hasta desplomes de terrazas y balcones.
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El problema no es sólo para las viviendas en vertical, pues colocar una piscina portátil en una casa terrera o en un adosado al lado de un muro de carga puede hacer que éste se desplace y se acabe desplomando.
En este caso debería instalarse en el centro de un jardín o terreno a bastantes metros de una pared de este tipo, precisa.
Hernández señala que son los vecinos los que llaman al Colegio de Administradores de Fincas cuando en su edificio detectan que alguien ha colocado una piscina, y entonces desde el órgano colegiado se le contacta inmediatamente.
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«Hace unos años en una terraza de La Nea en Radazul apareció una piscina tremenda, incluso con escalera para acceder, y se llamó automáticamente a los propietarios, que la vaciaron y desmontaron», comenta el especialista.
En todos los casos en que se ha contactado a los vecinos desconocían el riesgo de la instalación y «estamos hablando de edificios nuevos, porque los antiguos ni por asomo soportan una piscina, se viene abajo seguro«, afirma.
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La caída de una piscina supone como mínimo daños materiales pero si dentro hay personas y se desploma un balcón puede haber mayor gravedad, y el propietario es el responsable de los daños y perjuicios «y enfrentarse un serio problema en todos los sentidos».
Y concluye que lo recomendable sería una piscina para bebés con apenas 10 centímetros o menos de agua y en todo caso consultar a un técnico, porque incluso a partir de 15 centímetros de líquido «ya hay problemas y con los usuarios dentro y el balanceo, empieza el peligro».
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