Las personas mayores suelen tener consejos y sabiduría que reluce en los momentos más insospechados. En los pueblos son capaces de prever lluvias dependiendo de si las nubes llegan por una montaña u otra, pero esos conocimientos no son exclusivos ni únicos de los municipios más pequeños. Ante un episodio de lluvias, mientras el resto mira al cielo, alguien siempre mira al suelo, en busca de un charco. Una simple 'pompa' puede valer para saber si el episodio de precipitaciones será intenso y duradero. Todo esta en las famosas burbujas de los charcos.
Popularmente se conocen como 'gorgoritos' y realmente es una interacción entre los gases del aire y las propiedades físico-químicas de las gotas de agua. El fenómeno nos indicará de forma sencilla de que las lluvias no cesarán en un buen rato, que seguirán con cierta intensidad durante un periodo de tiempo considerable.
Este fenómeno, el de las burbujas en los charcos, únicamente se dará cuando las gotas sean de un calibre igual o superior de los 4 milímetros, ya que necesitan tener cierta dimensión para que en todo el camino entre la nube y el suelo puedan adquirir buena cantidad de los gases que se encuentran en el aire libre.
La gota de agua descenderá a gran velocidad y 'chocará' contra un charco formado por agua que está a una temperatura superior. Esa diferencia de temperaturas evidencia el primer punto de la inestabilidad que provoca un buen chaparrón. Y es que entre la dimensión de la gota y el contraste frío-calor, cuando llegue al charco expulsará de golpe todos los gases que ha ido adquiriendo en su viaje del cielo al suelo.
Ese proceso hará que se genera una pompa ciertamente momentánea pero que sirve para anticipar que la tormenta continuará siendo intensa un rato considerable. Por eso cuando llueve es igual de interesante mirar al cielo como buscar un charco y ver si hay burbujas o no.
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