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Jose Forés Romero
Lunes, 9 de febrero 2015, 19:18
Sebastián Pedrajas tiene 53 años recién cumplidos. Hace siete le detectaron hepatitis C tras una descompensación. Entonces su hígado ya no tenía solución. Estaba en fase 4 con cirrosis. Según los hepatólogos podría arrastrar la enfermedad unos 20 años. Complicado conocer donde se contagió. Pocas esperanzas pues para disfrutar el mayor tiempo posible de su mujer y sus hijos. «Supuso un cambio radical de vida, ya no puedes salir, estás limitado y tuve que dejarlo todo, incluso el trabajo donde era muy feliz como responsable de compras en una cadena de supermercados», explica Sebas.
Tuvo una segunda descompensación en octubre de 2014. «Mucho más agresiva que la primera. Pase en total diez días en la UCI, todos mis órganos fallaron, estaba fuera de control. Salí del hospital un mes después. Tuve un derrame y se complicó aún más. El hígado ya no filtra y retiene la sangre y las venas se hacen más gordas. Aquello era el fin de la película. Pero me recuperé», recuerda el paciente.
Fue entonces cuando solicitó de nuevo el Sovaldi, la segunda vez que lo hacía. Y se lo proporcionaron como uso compasivo tres meses después. Además se le incluyó en lista de espera de trasplante hepático. «Llevo dos semanas tomándolo. El tenerlo te cambia la actitud y desde entonces mi cambio ha sido notable. El cambio fue notable. He vuelto a ser yo, porque antes me miraba al espejo y no era ese. He llegado a pesar 105 kilos y después del último ingreso pesaba 65», comenta con alivio, Pedrajas.
Entre la anemia y las plaquetas, su vida era todo un sufrimiento como el de millones de personas en todo el mundo. La aparición del tratamiento de nuevo generación ha cambiado la perspectiva. Pero, según denuncian desde la Plataforma de Afectados por la Hepatitis C, se choca con el sistema de salud, y la administración que van concediendo el Sovaldi a cuenta gotas y a enfermos en el último estadio. «Hoy en día el tratamiento es sinónimo de sobrevivir. En nuestros estadios o en los de F1, F2 y F3 que prácticamente casi todos desembocarán en F4 y por eso es fundamental dar el tratamiento a todos, porque evitarás el doble de gasto. Si solo le das al F4, tienes que dar el tratamiento y luego el trasplante necesario, por lo que es más caro que si se empieza en F1, muchos de los casos no llegaran a trasplante y se reduciría el gasto para el Estado», sostiene Sebastián.
Este argumento viene dado por el altísimo coste del tratamiento. Sebas lo seguirá durante seis meses. A 8.483'84 euros el mes. Es decir, 50, 903'04 euros. «Le pedimos al Gobierno que haga lo que tiene que hacer. La diferencia entre vivir y morir es el tratamiento. No pedimos nada que no sea justo. Si a mi no me erradican el virus no me sirve de nada cualquier órgano nuevo que entre en mi cuerpo. No es nada raro lo que pedimos», reclama Pedrajas.
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