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Balneario de Las Arenas en los años 20.:: LP
Aguas termales,  tesoros hallados en el siglo XVIII  que aún perduran

Aguas termales, tesoros hallados en el siglo XVIII que aún perduran

Desde hace más de 100 años, balnearios como los de Cofrentes y la Vilavella ofrecen diversos tratamientos para aliviar todo tipo de dolencias

PPLL

Sábado, 26 de septiembre 2015, 00:33

Griegos y romanos ya disfrutaban de los beneficios de las aguas termales, aunque estos se fueron diluyendo con el paso del tiempo. La medicina higienista del siglo XVIII reflotó en Europa las bondades curativas de la hidroterapia y los balnearios volvieron a estar de moda. Proliferaron establecimientos como los de Spa, Bath, Vichy y St Moritz que evocaban salud y lujo. A ellos acudía la aristocracia para tratar sus dolores pero también como muestra de distinción. La Comunitat no fue ajena a este fenómeno. Ya en el siglo XIX las aguas de Busot en Alicante así como las de Vilavella o Cofrentes, en Castellón, eran muy valoradas por sus virtudes terapéuticas. Surgieron nuevas galerías de baño y con ellas llegó también el primer turismo, el de salud y olas. Hoy el termalismo es, como hace miles de años, sinónimos de salud para jóvenes y mayores.

Cuando en Europa cobraban fama balnearios como los de Hastings y Brighton en Inglaterra o Calais y Niza en Francia, los valencianos ya habían descubierto los beneficios de manantiales como los de Busot. Allí se construyó un balneario en 1816 y unos años más tarde el Hotel Miramar. Los primeros análisis de 1815 revelaron que de allí emanaban aguas cristalinas, que no dejaban ningún olor, que contenían sales y tierras en disolución y estaban a una temperatura de entre 32 y 33 grados. En definitiva, unas aguas salinas termales ideales para curar todos los males.

En Castellón, las propiedades terapéuticas de las aguas de la Fuente Calda, en Vilavella, tampoco pasaron desapercibidas en el siglo XVIII. No en vano, en 1898 llegó a contar con, nada menos, que once balnearios y casas de baño activas, y recibió 11.000 visitantes al año. Hoy es un centro termal de renombre.

Poco a poco la moda de las galerías de baño y marítimas fue afianzándose en el litoral valenciano. A los beneficios de los manantiales termales se sumaron las virtudes del agua de mar. La talasoterapia no falta hoy en ningún balneario. Así, en la última década del siglo XIX (en 1893) abrió sus puertas el balneario la Virgen del Sufragio en Benidorm para que los visitantes, la mayoría procedentes de Alcoi y Madrid, tomaran baños de mar. Muchos llegaban en el llamado 'tren botijo'. En 1899 Gandia hizo lo propio. Aunque en la capital de la Safor los primeros baños de mar «tan útiles para la salud» están documentados desde 1830 y estaban separados para hombres y mujeres.

La clase social más distinguida acudía a los espacios termales por consideración médica pero también como símbolo de distinción social. En 1899 el empresario Salvador Furió decidió levantar un balneario en Gandia, entre la desembocadura del río Serpis y el muro sur del puerto. En el Molinell (Oliva) se había creado un balneario sobre 1878.

En 1888 se inauguró en Valencia el balneario Las Arenas, un complejo en el que destacaban sus dos pabellones que parecían templos y que supuso todo un referente de ocio. Los primeros en disfrutar de los baños de olas en sus instalaciones fueron los burgueses valencianos, ataviados con sus ropas blancas. La entrada costaba por aquel entonces 10 pesetas, aunque luego alcanzó las 250. En el año 1934 se construyó la piscina de las Arenas que contaba tanto con agua de mar como dulce.

La ciudad tenía otros seis balnearios. Por un lado, se encontraban los baños de Espinosa en la calle Carniceros, los de San Rafael en las calles Falcons y San Miguel y los baños de Diana en Tránsitos. Los valencianos más pudientes acudían a disfrutar de las aguas calientes a los situados en la calle Almirante y los más necesitados se dirigían a los del Hospital General, que les prestaba un servicio gratuito. En 1918 se inauguró el balneario Termas Victoria, que anunciaba «aguas naturales y calientes» entre estucos, columnas y chimeneas.

También destacó el de La Alameda cuyas aguas calientes se descubrieron cuando comenzaron a brotar por casualidad. Tal y como explica Julio Cob en su blog 'Valenciablancoynegro', el Ayuntamiento hizo unas perforaciones por unos problemas de agua y durante aquellos trabajos en un suelo cercano a la Alameda, el manantial comenzó a salir al superar los 600 metros de profundidad en julio de 1930. El agua superaba los 40º de temperatura y el caudal era de 25 litros por segundo.

Lo cierto es que las galerías de baño junto al mar y las estaciones termales de la ciudad complementaban la oferta de manatiales del interior. Como el de Cofrentes, descubierto de forma casual a finales del siglo XIX por tres cazadores. Sus aguas medicinales comenzaron a utilizarse con fines curativos en 1902. Hoy es gran complejo, que cuenta además con un campo de golf así como un complejo tematizado alrededor del mundo de la cerveza. Innovaciones en los tratamientos de una práctica ancestral.

Tercera edad

La hidrología médica y las técnicas de hidroterapia se han ido puliendo con el paso del tiempo y cada vez son más los que acuden a los balnearios para beneficarse de ellas. Unos para tratarse los dolores causados por enfermedades crónicas, como patologías respiratorias y articulares. Y cada vez más se suma un nuevo cliente que acude a los centros termales para aliviar los trastornos provocados por un ritmo de vida dominado por el sedentarismo y la mala alimentación, que acaban pasando factura. Los balnearios también reciben a personas con trastornos causados por problemas de estrés, depresión, ansiedad y agotamiento psíquico.

Y cómo no las personas mayores, fieles usuarios de las estaciones termales, perfectas para tratar todo tipo de enfermedades o para pasar unos días de relax. El Gobierno ofrece a los pensionistas participar en el programa de Termalismo Social en uno de los más de 2.000 manantiales con aguas minero-medicinales. Unos beneficios ancestrales que ya disfrutaron griegos y romanos y que tienen mucho futuro.

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