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Sábado, 26 de septiembre 2015, 00:33
Hace 150 años el tiro al pichón era una de las prácticas deportivas preferidas por los valencianos. Ataviados con sombrero, traje y corbata, los aficionados a la escopeta acudían los festivos por la tarde al cauce del Turia (principalmente a la zona de la Pechina) para poner a prueba su puntería. El juego de pilota fue la otra disciplina con gran arraigo en la tierra. El cambio de siglo trajo consigo la eclosión de deportes tales como el ciclismo y el atletismo. También el tenis, que recibió un gran derechazo de la mano del exportador británico de naranjas Alfred Faulconbridge, y cómo no, el fútbol, imparable tras el impulso de la Exposición Regional de 1909. Valencia aunó entonces deportes elitistas y otros más populares. Nacieron exclusivos clubes a la par que carreras de calle. La tradición convivió con nuevas tendencias. Los nuevos deportes supusieron un paso definitivo hacia la modernidad y el espectáculo.
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La primera competición deportiva multitidunaria de la que se tiene conocimiento en la Comunitat se celebró el 25 de enero de 1886 en Carcaixent. Los cazadores de Gandia habían desafiado por carta a los de Valencia proponiéndoles una disputa en territorio neutral que enfrentara a los dos mejores tiradores de cada ciudad. Fue el pistoletazo de salida de numerosos certámenes, que contaron con gran presencia en la Feria de Julio. LAS PROVINCIAS, nacido dos décadas antes, recogía la gran expectación en su crónica relatando que hasta allí acudieron «miles y miles de curiosos» tanto a pie, como a caballo «y en carruaje de toda clase, desde el tosco carro de labranza hasta el elegante breack arrastrado por hermosas yeguas».
Poco después, el 7 de mayo, el Casino de Cazadores inaugurado el 1879, organizó el primer certamen de tiro al pichón de Valencia durante las fiestas patronales de los Desamparados. Ese mismo día se celebró también el primer concurso de velocipedistas en el paseo de la Alameda. Tal y como recoge el profesor Carles Sirera en su libro 'Cuando el fútbol no era el rey. Los deportes en el espacio público de la ciudad de Valencia (1875-1909)', «la expectación generada fue grande y hubo que sortear los nombres de los participantes» porque había más inscripciones que plazas. El certamen de disparo se celebró en la plaza de toros y la asistencia no fue muy numerosa. Nada que ver con el que transcurrió en 1889, ya en la Feria de Julio, con un auténtico éxito de público, entre 2.000 y 3.000 espectadores, según cifró LAS PROVINCIAS. Una novedad fue que el primer premio de cada modalidad, una escopeta inglesa, podía cambiarse por su equivalente en metálico, 500 pesetas. «Esto suponía asumir que la principal motivación para competir era un cierto lucro personal o la ganancia de un objeto valioso, más que el honor mismo que implica el triunfo», destaca Sirera, profesor asociado de Teoría e Historia de la Educación en la Universitat Jaume I.
Mientras, la pilota seguía siendo uno de los deportes más afianzados entre los valencianos. En 1890 había cuatro trinquetes en los que jugar y desde mediados del XIX era un deporte reglado cuya práctica competitiva reunía a jugadores profesionales que vivían de ello.
El siglo XIX también vio nacer la afición por el ciclismo en Valencia, que se convirtió en el deporte favorito de las clases medias. El periodista Francisco Pérez Puche señala 1870 como la fecha en la que aparecen las primeras bicicletas, que poco tenían que ver con las actuales. Así puede verse en las anotaciones del dietario de Pablo Carsí y Gil. Aquel año «empesaron a conocerse en Valencia unos carritos de hierro; que solo tienen una rueda delante y una detrás, y en medio monta un hombre y con los pies lo hace andar corriendo». Unos vehículos sin pedales, que llegaban a pesar 15 kilos y, por supuesto, sin frenos.
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La fiebre por el pedaleo se desata en 1891, cuando «se celebraron ocho carreras en dos días durante la Feria de Julio», apunta Sirera. Al año siguiente se crearía el Club-Ciclista. Después llegarían los premios en metálico y un torneo ya con jurado, varios jueces de pista, mecánico y miembros de seguridad. El ciclismo dejaba de ser un deporte amateur y pasaba a profesionalizarse. Mientras, los aficionados de a pie practicaban su deporte, siempre que sus bolsillos se lo permitieran. Aunque entre 1895 y 1907 hubo en la ciudad al menos 10 establecimientos de bicletas, estas costaban entre 250 y 600 pesetas. Ofrecían marcas como Ormonde, Harpour y Galdiator. Algunos establecimientos permitían el pago a plazos y ya existía la compraventa de segunda mano.
Cuatro velódromos
Por aquel entonces ya existían en Valencia numerosas carreras, apuestas y cuatro velódromos. El primer en abrir fue el del Huerto del Triador (en la calle Pinzón con Quart), que coexistió con el de Colón. La revolución llegó con la apertura del Velódromo Regional de los hermanos Amat, en Guillem de Castro. A finales de siglo el deporte de las dos ruedas se había consolidado.
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El cambio de siglo fue determinante para la aparición de nuevas disciplinas que iban a causar furor. Al ciclismo se sumaron el boxeo, el automovilismo y el atletismo. También apareció el tenis, de la mano del inglés Alfred Faulconbridge, tercer presidente del Sporting Club de Tennis creado en 1905, que después tomaría su actual nombre Club de Tennis Valencia. Aquel exportador británico de cítricos hizo importar sus propias redes desde Reino Unido para utilizarlas en las dos pistas de la ciudad. Mientras, Alicante contaba con uno de los clubes de remo más antiguos de España. Y el polo se practicaba entre los más destacados valencianos, aunque poco a poco fue perdiendo fuelle. El Polo-Club fundado en unos terrenos del camino al Grau en 1897 no tuvo un gran recorrido. Tal y como recoge el estudio de Sirera, «fue un espacio de sociablidad restringido y exclusivo, con una oferta de ocio propia y dirigida sólo a sus miembros y existió hasta 1905». En sus instalaciones celebraran exhibiciones hípicas, partidos de polo, coreografías sobre patines...pero lo cierto es que el club se disolvió a principios del siglo XX. «La principal razón es la poca voluntad e interés por practicar deportes hípicos en comparación con los esfuerzos y costes que estos requieren», apunta como explicación el investigador.
Aquel era el panorama del deporte en Valencia antes de la irrupción del fútbol. Porque el balompié, impulsado por la Exposición Regional de 1909, supuso una auténtica revolución. Y eso pese a que no entró con fuerza en la ciudad. «Aunque pueda parecer paradójico, el deporte más desconocido y minoritario durante estos primeros años del siglo XX fue el fútbol. Valencia fue la última de las grandes ciudades españolas donde arraigó esta práctica», afirma el historiado. ¿La explicación? La colonia inglesa que puso todo su interés en el tennis dejando de lado el balompié, la pasión por la pilota y la fuerte presencia del ciclismo. Pero pronto, la afición y la práctica del fútbol empezaron a crecer.
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Deportes de equipo
«Se produce un claro desplazamiento del deporte tradicional, especialmente en las zonas urbanas, que suele ser individual, por otro mucho más colectivo y representativo de las clases sociales emergentes: el fútbol», opina Sergio Guillem, profesor de Ciencias de la ACtividad Física y el Deporte en la Universidad Católica de Valencia.
En el siglo XX el deporte «reunía a una buena sociedad» por lo que la Exposición Regional de 1909 contó con un extenso programa de actividades deportivas como «partidos de fútbol, carreras de velocípedos, automóviles, motos, competiciones de atletismo, regatas, asaltos de esgrima y se excluyó la pilota valenciana», afirma Recaredo Agulló en su libro 'Un siglo de atletismo valenciano'.
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Julio Cob, autor del blog 'Valenciaenblancoynegro' también destaca la influencia de la Exposición Regional de 1909, como principal impulsora de nuevas actividades deportivas. Y añade que, con la aparición del automóvil, «en el Camino del Grao tuvo lugar una prueba de velocidad que causó furor, así como otras demostraciones automovilistas en la explanada de la Gran Pista, situada en el interior del fastuoso recinto ferial, donde también se ejercitaron exhibiciones de equitación».
Con el paso de las décadas del siglo XX aquellos deportes decimonónicos fueron perdiendo fuerza mientras otros nuevos ganaban terreno. Según los estudios de Guillem, en los rotativos valencianos como LAS PROVINCIAS de los años 1922 y 1923 «puede apreciarse, sin ningún género de dudas, que el tiro de pichón estaba perdiendo su hegemonía y que surgían con "violencia" el juego de pelota y, sobre todo, el que será imparable desde ese instante: el fútbol».
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Y añade que la muestra más evidente de la democratización del deporte era lo que hacían los clubes de fútbol al finalizar la temporada oficial para eludir la reglamentación federativa vigente que prohibía disputar encuentros. Por ello, «procedían a anunciar los partidos como en beneficio del público, pero por contra, los asistentes se veían obligados a pagar su entrada igualmente porque asistían al mismo tiempo a presenciar otras actividades deportivas varias como podía ser el atletismo, el ciclismo o el boxeo, todas ellas dentro del mismo estadio de Mestalla, pero que no eran benéficas».
Pedaleo a pedaleo, gol a gol, zancada a zancada, los deportes han ido afianzándose, acogiendo tanto a hombres como a mujeres y aportando valores como el 'fair play'. Las nuevas disciplinas formaron espacios públicos más democráticos y participativos. Aquellas pruebas embrionarias sin premios dieron paso a esperadas citas anuales. Las primeras bicicletas sin frenos fueron abriendo paso a un deporte que empezó a causar furor a principios del siglo XX. En definitiva, los espectáculos multitudinarios de hoy no se entenderían sin los hitos del ayer.
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