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Un cartel que advierte contra la blasfemia, muy presente en los trinquetes.:: LP
'Joch de pilota', deporte rey  en el XIX

'Joch de pilota', deporte rey en el XIX

La ciudad de Valencia ha tenido más de 30 trinquetes, se jugaba en las calles de casi todos los pueblos y hay documentadas canchas en más de 130 municipios

Paco Huguet

Sábado, 26 de septiembre 2015, 00:33

El hoy mítico Pelayo nació dos años después que LAS PROVINCIAS. Inaugurado en 1868, vio la luz con el nombre del Tir de la Gallina. El último trinquete de Valencia, sin contar el de la Universitat Politècnica, es en la historia uno más de los casi 200 que hay documentados. Pero es que, a finales del XIX, se jugaba en cualquier calle. Por eso, el deporte rey gozó de mejor salud en los pueblos, a los que el tráfico de coches llegó más tarde y a un ritmo más lento.

Impulsado por el cronista Setier y el empresario Benet, se propuso en 1866 la construcción de un trinquete en la parte trasera de la plaza de toros. Como estaba muy cerca de la enfermería del coso y de un claustro del convento de Jerusalén que aún no había sido destruido se rechazó la idea, por los gritos y blasfemias habituales en el 'joc de pilota'. De allí se pasó a la actual ubicación.

Como relata Rafa Jordán, 'el Savi', estudioso de la pilota, Pelayo se salvó de milagro durante la Guerra Civil. En agosto de 1938, una escuadra de tres aviones italianos comandada por un hijo de Benito Mussolini, tenía como objetivo destruir la estación del Norte, pero dejó caer su última bomba en la actual ubicación del Bar Caña, a unos metros de la actual Catedral de la pilota.

En aquella época dorada del deporte autóctono, una de las últimas en todos estos siglos de historia, el Tir de la Gallina era uno más dentro de las decenas de trinquetes que había por toda la región. En la capital, en 1843 había abierto el de Santa Teresa, en el solar de la antigua Puritat, frente al mercado y muy cerca de donde se vendía el preciado azafrán. En 1853 surge el Nuevo del Real, llamado después 'del Hospital'.

En 1857, el más tarde controvertido trinquete de la Encarnación nació impulsado por las monjas. Allí, cerca de las Torres de Quart, se hizo el primer reglamento conocido del juego. Y allí se vendían animales medianos o pequeños: cerdos, borregos, gallinas. En 1877 surgió otro famoso en la época, el de Juan de Mena, próximo al actual mercado de Rojas Clemente.

No es casualidad que muchos trinquetes se levantaran cerca de centros de comercio. Muchos ganaderos y agricultores, tras una buena venta, se iban a apostar una parte. Estas 'travesses' han ido ligadas a la pilota, no desde el inicio de este juego (cuyo origen es muy anterior), sino desde el desarrollo de las ferias y mercados. Para bien, y también para mal, el gusto por arriesgar dinero y la pelota de vaqueta han ido ligados en buena parte de estos últimos 150 años.

Muchos trinquetes tienen su propia historia. Los beneficios del Nuevo del Real se destinaban al Hospital General, en una época en que Valencia estuvo muy azotada por varias oleadas de cólera, en 1854, 1865 (más de 20.000 muertos), 1884-85 y 1890. Con el derribo de este recinto (ligado a la eliminación de las murallas de la ciudad), se intentó que el trinquete de la Encarnación cogiera el testigo y patrocinara al histórico centro sanitario. Las monjas se negaron, ganaron el pleito y mantuvieron unos importantes ingresos para su convento.

Algunas fuentes sitúan en 17 los trinquetes que ha habido en Valencia. Llegan a 33 si se toma en cuenta algunos casi desconocidos y otros con «diferentes nombres», matiza Jordán. Este estudioso considera que, al menos en esta mitad del XIX, no hubo más de seis funcionando al mismo tiempo. Otras versiones apuntan a la existencia en la ciudad de hasta 13 trinquetes allá por el siglo XV. El más antiguo de la Comunitat que sigue en pie es del l'Abdet, en la Marina Baja, que existe desde 1772; en esa misma época había otros seis en la zona: en Benimantell, Benimassot, Confrides, Guadalest, Murla y Tollos.

En Valencia, el primero del que tiene constancia Rafa Jordán es «el trinquet de la Ballesta, cerca del portal de los Judíos, donde se ubica el Corte Inglés de Colón». El último en desaparecer, el de Marchalenes. En el Grao había dos, uno en Eugenia Viñes y otro en el muelle de piedra del puerto. Uno diferente, y que era excepción, es del Trabuquet, también conocido como Burdel de los Negros o Mossén Cots, citado desde 1525 y situado junto al edificio la Nave.

En el último tercio del XIX, «todo el mundo jugaba a pilota en los pueblos». Había partidas en miles de calles y se conocen trinquetes en más de 130 municipios. Hubo cinco en Xàtiva (aunque sólo tres son muy conocidos), tres en Gandia y en Llíria (el más antiguo, del año 1700) y dos Torrent, Alzira, Dénia, Elche, Alcoy y Alicante.

La pilota en la literatura y el arte

Rafa Jordán, que rechaza el apellido 'valenciana' porque juego de pelota sólo hay uno (al margen de otras modalidades de frontón), se muestra muy crítico con el escaso respaldo que ha tenido la pilota en algunos artistas. «Blasco Ibáñez nunca habló de pilota. Sorolla tampoco le hizo caso y, como él, tantos y tantos pintores».

La excepción se encuentra en el escultor Ignacio Pinazo Martínez, hijo del pintor Ignacio Pinazo Camarlench, con 'El saque' ('La ferida' o 'El dau', en valenciano). La obra, de 1914, le valió un año después la Medalla de la Exposición y hoy se encuentra en el Palau de la Batlia.

La otra gran excepción es 'El joc de pilota' pintado por Josep Bru en 1881 y que muestra una partida de 'llargues' en la calle. Jordán relata que al autor, todavía desconocido, se le encargaron unos murales en el mercado del azafrán, próximo al trinquete de Santa Teresa, que ilustraran todo el proceso del juego desde la elaboración de las pelotas de vaqueta.

La escena del cuadro se ha ubicado en Alfara del Patriarca, aunque Jordán cree que se inspiró en el juego en la calle Quart de Valencia: «A la derecha, aparece la hermana del pintor, con un joven que la mira. Y a la izquierda, se ve al cura y a un rico con un duro de plata». Apostando.

La pilota, además, no estuvo presente en la Exposición Regional de 1909, a pesar de que muchos de sus seguidores la consideran 'deporte nacional'. En aquellos años apenas estaban empezando el fútbol, el tenis, las carreras y otras competiciones.

Pese al olvido de la Exposición, de Blasco, de Sorolla y de muchos más, otros escritores sí que se han referido al 'joch de pilota' (en valenciano antiguo) o al juego de pelota. Aparece dos veces en el Quijote, también en la obra de Jovellanos, y de Unamuno. Pío Baroja la practicó; la conoció en 1895 en el trinquete del asilo Sequera de Burjassot, donde vivió en sus años de universitario después de trasladarse su familia a Valencia.

La pilota está incluso en 'Carmen', novela corta de Prósper Merimée, y que inspiró la ópera de Bizet. El exsoldado Lizarrabengoa, navarro del valle de Baztán y que se enamora de Carmen era jugador. Una pelea tras ganar una partida le hace entrar en el ejército.

Otro personaje, pero real, que jugó a pelota fue el rey Felipe el Hermoso, marido de la reina Juana la Loca de Castilla, que murió después de beber agua demasiado fría tras el esfuerzo de una partida.

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