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Valencia, cuna de grandes avances médicos

El primer hospital para enfermos mentales del mundo, a cargo del padre Jofré, o la expedición filantrópica para vacunar contra la viruela del doctor Balmis, importantes aportaciones internacionales de la Comunitat

M. J. CARCHANO

Sábado, 26 de septiembre 2015, 00:33

El gran pintor Joaquín Sorolla firmó una obra que quizás resume una de las más grandes aportaciones valencianas a la historia universal de la medicina: 'El padre Jofré defendiendo a un loco'. Fue un innovador, aquel fraile mercedario que trataba bien a los enfermos mentales, que les cuidaba e incluso les buscó un lugar para tratarlos y que pudieran vivir. Valencia ha sido cuna de grandes médicos, cirujanos, personajes que han escrito páginas importantes en la medicina internacional. Uno de ellos fue el Padre Jofré, que vivió en la Edad Media. El religioso fue el 'alma mater' del hospital 'Ignoscents, folls e orats', y que ha sido considerado el primer manicomio del mundo. Fue el primero que luchó para que los 'locos' fueran atendidos como enfermos, lo que marcó el inicio de la asistencia médica a las personas que padecían un problema mental. Era el siglo XV y entonces las familias los abandonaban ya que en la mayoría de los casos pensaban que el origen de sus males era un castigo de Dios.

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El padre Gilabert Jofré dedicó parte de su vida a rescatar cristianos a manos de los musulmanes, y a su vuelta a Valencia se rebeló contra el trato que recibían los enfermos mentales en la calle. Y así lo reflejó Sorolla. Fundó un hospicio donde recibían atención médica y además una residencia donde pudieran vivir acogidos. Aquel antiguo hospicio, que actualmente es el Hospital General de Valencia, tenía una capilla dedicada a Nuestra Señora de los Inocentes, que posteriormente se popularizó como Nuestra Señora de los Desamparados y se convirtió en la patrona de Valencia. Uno de sus primeros médicos fue Jaume Roig, que ha pasado a la historia en su faceta de autor tras escribir 'Espill'. Todavía se conserva una sala de aquel centro en la biblioteca municipal, después de que en los años 60 el centro hospitalario se trasladó de la calle Hospital a Tres Cruces.

La gran aportación del padre Jofré no ha sido el único avance de la medicina que se ha gestado en Valencia. El doctor José María López Piñero dedicó toda su vida a investigar y rescatar a todos aquellos médicos y cirujanos valencianos que han sido importantes para la medicina. En uno de sus libros, 'Doce ejemplos de contribuciones valencianas a la medicina internacional', destaca precisamente al padre Jofré. Pero hubo otros. Anterior a la labor del fraile habla en su obra de Arnau de Vilanova, que fue considerado en su tiempo, tras la Reconquista por parte de Jaume I, uno de los mejores médicos del mundo, influyente para reyes y Papas y escritor de tratados de medicina que fueron referentes durante varios siglos. Sebastià Giralt, en su obra 'Quién es Arnau de Vilanova', recorre todos los lugares donde estuvo, a caballo entre los siglos XIII y XIV, el prestigioso médico, que además fue profesor en Montpellier y un teólogo reformista en la época. Llegó a tratar a seis reyes, Pedro II, Alfonso II, Jaime II y Blanca de Anjou de Aragón, Federico III, rey de Sicilia, Carlos II, rey de Nápoles y dos papas, Bonifacio VIII y Clemente V.

Els Furs

Durante siglos, Valencia fue una ciudad prestigiosa en el campo de la medicina. La primera regulación normativa del oficio médico data del siglo XIV, donde en Els Furs crea en el Reino de Valencia la primera organización médica de todos los reinos hispánicos. En el siglo siguiente se crea el Colegio de Cirujanos de Valencia, donde ya médicos de renombrado prestigio constituían el tribunal de 'examinadors' que concedía las licencias de médico y cirujano. Pocos años después, en 1499, al crearse la Universitat de València, se incorpora a ella el 'Estudi' como 'Cadira de Cirugía' y desde el año 1501 se encargó no solamente de la formación de los cirujanos, sino también de la enseñanza quirúrgica a los médicos, situación que contrastaba con la completa separación entre ambas vertientes de la profesión médica en el resto de Europa. López Piñero recoge en su libro la labor que se desarrolló, por ejemplo, aquella 'Escola de Cirurgia', donde a mediados del siglo XV se diseccionaban cadáveres humanos después de conseguir la autorización real. No había en la Europa de entonces una escuela donde se pudiera hacer, lo que limitaba muchísimo los avances en este campo. Lluís Alcanyís fue en 1499 el primer catedrático de Medicina y Cirugía, posiblemente la primera cátedra de Europa, y desde 1501 aparecen nombres ilustres como los de Jaume Colom, Francesc Tristull, Joan Çavall, Jaume Bardaxi, Francesc Fabra o Joan Calvo, que explicaba en el siglo XVI la técnica de la trepanación craneal. Antiguamente era una operación muy utilizada, y consistía en agujerear el cráneo con el objetivo de curar todas las enfermedades de origen cerebral.

La clínica moderna

Como recoge el libro de López Piñero, que ha sido un referente en el estudio de la historia de la medicina, entre los logros de la medicina valenciana hay que destacar la descripción de la sífilis y los inicios de la clínica moderna, con Gaspar Torrella, Pere Pintor y Joan Almenar como grandes precursores.

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De la mano de Pedro Jimeno y Luis Collado floreció la escuela anatómica valenciana durante el siglo XVI y en esa misma centuria la cátedra valenciana de 'herbes', con médicos como Pedro Jaime Esteve, Juan Plaza y Jaime Honorato Pomar. Miguel Juan Pascual escribió dos tratados donde primaba la observación clínica y la influencia del medio ambiente en las enfermedades que existían a principios del siglo XVI que tuvieron una gran importancia.

Un siglo más tarde, Crisóstomo Martínez destacó como pintor y grabador durante el siglo XVII. En el ayuntamiento de Valencia se conservan grabados originales de su atlas de anatomía, que representó el 90% del esqueleto humano.

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En 1707 el Decreto de Nueva Planta derogó la organización foral valenciana y con él la concesión de la licencia de médico pasó a depender del Tribunal del Protomedicato. No obstante, en 1715 el Colegio de Cirujanos de Valencia fue ratificado y hasta 1829 continuó controlando la profesión.

Médico del Rey

Andrés Piquer (1711-1772) es considerado por López Piñero un adelantado de la medicina contemporánea. Fue profesor de Anatomía, donde abogó por la disección, y también obtuvo plaza en el Hospital General, aunque la influencia de su amigo Gregorio Mayans le permitió ser médico del Rey Fernando VI, a quien trató de su personalidad depresiva.

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La expedición de Balmis

López Piñero destaca además entre las doce aportaciones valencianas al mundo de la medicina la expedición filantrópica dirigida por el médico alicantino Francisco Javier Balmis, que permitió vacunar a miles de personas en América y Asia contra la enfermedad de la viruela, que a principios del siglo XIX tenía una alta mortalidad y en el mejor de los casos dejaba marcas de por vida e incluso ceguera. Una reciente novela del escritor Javier Moro, 'A flor de piel', rememora esta expedición, que calificó de quijotada heroica llevar a niños huérfanos a América después de haberles inoculado con los anticuerpos de la viruela. La expedición, que comenzó en 1803 y acabó en 1806, fue muy exitosa, ya que salvó la vida de miles de personas. A pesar de las dificultades, permitió establecer, sobre todo en algunas regiones de la América todavía colonial, una vacunación regular contra la enfermedad.

Balmis había llegado a ser médico de Carlos IV y de Fernando VII, y fue bajo la influencia del primero cuando consiguió emprender aquella travesía que llevó la vacuna antivirólica alrededor del mundo de una forma altruista.

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Entre las doce aportaciones internacionales de la medicina valenciana que López Piñero los dos últimos son Luis Simarro, reconocido sobre todo por haber sido maestro del premio Nobel Ramón y Cajal, y la primera vacunación anticolérica en el mundo, que tuvo lugar en Valencia durante la epidemia de 1885.

Condiciones de salud

Según se explica en la página del Instituto de Historia de la Medicina y la Ciencia, creado precisamente por el doctor José María López Piñero, en las últimas décadas del siglo XIX se inició un proceso de transformación de las condiciones de vida y salud de la población valenciana. Enfermedades como la tuberculosis, el paludismo, el tifus, el sarampión o la sífilis habían sustituido a las temibles epidemias de cólera o fiebre amarilla convirtiéndose en el principal problema de salud.

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Afrontarlo exigía políticas de higiene y salubridad de las aguas, los alimentos o la vivienda, y campañas de tratamiento y prevención amparadas por una incipiente estructura sanitaria municipal (laboratorios, casas de socorro, institutos de higiene, dispensarios). En ese contexto, la figura del médico adquirió un gran protagonismo social y político. La medicina clínica experimentó el impulso de nuevas técnicas diagnósticas y la era bacteriológica abrió expectativas inéditas con la fabricación de sueros, vacunas y antibióticos. La nueva cirugía antiséptica superó las tradicionales barreras impuestas por el dolor, la hemorragia y la infección. Al mismo tiempo, la sociedad valenciana vio nacer un periodismo médico especializado y estableció mecanismos de divulgación del saber médico.

Vacunación

Fue esencial en aquel momento el Instituto Médico Valenciano, fundada en 1841, que durante medio siglo le convirtió en el colectivo médico español de mayor relieve. Una de las principales aportaciones de aquel instituto en el campo de la medicina preventiva con la creación de la Comisión Central de Vacunación, fundada en 1851.

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La finalidad de aquella institución era poner a disposición de toda la población la vacuna antivariólica, llevando un completo registro de todos los vacunados, a quienes se hacía un seguimiento individualizado. Estableció una red de depósitos de linfa vacunal por casi toda la península, lo que permitió vacunar a miles de personas hasta 1896. Se encargó, entre otros, de la inoculación de la familia real española y del ejército, mientras que la Dirección General de Sanidad y algunas instituciones extranjeras también pidieron que se les remitiera la vacuna.

La influencia del médico alicantino Balmis, que había sido el primero en traer la vacuna antivariólica que descubrió el británico Edward Jenner a finales del siglo XVIII, fue determinante en la actuación del Instituto Médico Valenciano, convencidos de la importancia de la vacunación para prevenir enfermedades en una sociedad que todavía no tenía acceso a tratamientos y donde la viruela era una de sus males más mortales. Posteriormente, en 1885, llegaría la vacunación contra la epidemia del cólera, que también fue pionera en el mundo occidental por la universalidad de la actuación y por ser una iniciativa auspiciada desde el Ayuntamiento de Valencia, que se extendió a decenas de pueblos de la provincia.

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Hospital La Fe

Dando un salto en el tiempo, y ya avanzado el siglo XX, hay que hablar del Hospital La Fe como una de las referencias en los avances médicos en España. Fue en 1968 cuando se inauguró este centro hospitalario. La primera intervención quirúrgica se realizó ese mismo año y consistió en la operación de una hernia inguinal. Desde entonces se ha convertido en un centro de referencia internacional de trasplantes, de la mano de grandes profesionales. Ha llegado a albergar el primer trasplanta de cara del mundo, de la mano del doctor Pedro Cavadas.

Pero el hospital ha sido innovador en los trasplantes hepáticos, cardíacos, pulmonares, renales y corneales. Así, el primer trasplante realizado en este centro fue de riñón en diciembre de 1979, en el Hospital Infantil. En febrero de 1980 se realizó el primer trasplante de riñón de adultos; en 1986, de corazón; en 1991 se llevó a cabo el primer trasplante de hígado y, en octubre de 2002, La Fe realizó el primer trasplante combinado de pulmones e hígado de España. Hoy en día es el único centro español que está acreditado para realizar cualquier tipo de trasplante de órganos y tejidos, incluido el bilateral de manos y antebrazos. Sin la labor del hospital La Fe, España no habría podido ser desde hace años líder mundial en trasplantes.

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Se podría mencionar además a decenas de profesionales que durante el siglo XX han sido importantes para la medicina. Quizás, por mencionar a uno de los más prestigiosos, Santiago Grisolía, por sus investigaciones del genoma humano, y que recibió en 1990 el premio Príncipe de Asturias de investigación científica.

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