Clara Alfonso
Valencia
Domingo, 25 de febrero 2024, 01:01
En los últimos años, el ayuno intermitente ha experimentado un auge significativo en la escena del bienestar y el fitness. Esta práctica, que implica alternar entre períodos de alimentación y ayuno, ha captado la atención de atletas, entusiastas del fitness y personas preocupadas por su salud en general. La flexibilidad que ofrece el ayuno intermitente, así como sus posibles beneficios para la pérdida de peso, la salud metabólica y la longevidad, han contribuido a su popularidad, pero también a la aparición de otras propuestas, como el Ayuno de Daniel.
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Inspirado en la historia bíblica del profeta Daniel, este enfoque de ayuno se ha convertido en una opción atractiva para aquellos que buscan una práctica con raíces espirituales y beneficios para la salud. Si bien el Ayuno de Daniel comparte similitudes con el ayuno intermitente en términos de alternar entre períodos de ayuno y alimentación, su enfoque específico en la exclusión de ciertos alimentos, así como su contexto histórico y religioso, lo distinguen como una práctica única y significativa para muchas personas.
Cuando el profeta Daniel y sus compañeros fueron tomados prisioneros por los ejércitos de Nabucodonosor y llevados a Babilonia, se enfrentaron a la tentación de ceder a los lujos y placeres de la corte real. Sin embargo, en un acto de devoción y determinación, optaron por una abstinencia de purificación, prefiriendo consumir solo legumbres y agua en lugar de la comida y el vino ofrecidos por el rey. Esta decisión, además de fortalecer su conexión espiritual, también les brindó una salud y vitalidad superiores, como se registra en la historia bíblica.
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«Te ruego que pongas a prueba a tus siervos por diez días, y que nos den legumbres para comer y agua para beber. Que se compare después nuestra apariencia en tu presencia con la apariencia de los jóvenes que comen los manjares del rey, y haz con tus siervos según lo que veas. Los escuchó, pues, en esto y los puso a prueba por diez días. Al cabo de los diez días su aspecto parecía mejor y estaban más rollizos que todos los jóvenes que habían estado comiendo los manjares del rey». (Daniel 1, 12-15).
La 'dieta de Dios', 'dieta de la Biblia' o 'Ayuno de Daniel', se compone principalmente de frutas y verduras, que constituyen aproximadamente el 70% de la ingesta alimentaria. Estos alimentos proporcionan una amplia gama de nutrientes, vitaminas y minerales esenciales para la salud general del cuerpo. Además, se incorporan proteínas magras y granos enteros, que constituyen aproximadamente el 30% restante de la dieta.
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Un componente clave de esta dieta es el consumo exclusivo de agua como bebida principal. El agua es esencial para la hidratación del cuerpo, la eliminación de toxinas y el funcionamiento adecuado de los sistemas corporales. Al evitar bebidas azucaradas, alcohólicas o con cafeína, se promueve una hidratación óptima y se reducen las calorías vacías en la dieta.
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Por otro lado, se prohíbe el consumo de carnes de cualquier tipo, incluyendo res, pescado, pollo, cerdo y aves. Además, se excluyen los derivados de la leche, como el queso, la mantequilla, la crema, la cuajada y el yogur, con el fin de evitar el consumo de productos de origen animal.
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Los mariscos y los alimentos que contienen gluten también están prohibidos en esta dieta. Se evita completamente cualquier alimento frito, así como los productos que contienen harina o sus derivados, lo que incluye todo tipo de pan y repostería.
Según un estudio publicado en la revista Nutrition and Metabolism, la reducción de la ingesta total de calorías no solo favorece la pérdida de peso, sino que también mejora la salud general. Los investigadores evaluaron los efectos del Ayuno de Daniel durante un período de 21 días en el estado de los antioxidantes y el estrés celular. Los resultados revelaron que seguir la dieta de Daniel condujo a una reducción en la ingesta de calorías, un aumento en la ingesta de antioxidantes y una disminución en el estrés celular.
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Otro estudio independiente también encontró que el plan de alimentación de Daniel de 21 días resultó en una mejora significativa en los factores de riesgo metabólico, como el colesterol, la insulina y los marcadores inflamatorios.
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Por su parte, Richard Bloomer, de la Universidad de Memphis, ha llevado a cabo una serie de estudios para analizar los efectos del Ayuno de Daniel. Sus investigaciones indican que aquellos que siguen las directrices de esta dieta durante tres semanas experimentan una reducción en los factores de riesgo asociados con enfermedades cardiovasculares y el estrés oxidativo. Además, Bloomer sugiere que esta dieta no solo se asemeja mucho a la dieta vegana, sino que también podría ser más saludable al eliminar por completo los alimentos procesados. A pesar de que el Ayuno de Daniel no impone restricciones en cuanto al número de calorías consumidas, Bloomer argumenta que aquellos que lo siguen tienden a ingerir menos alimentos debido al efecto saciante de los nutrientes y la fibra, lo que finalmente se traduce en una pérdida de peso considerable.
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