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Empieza el mes de octubre y el otoño lo hizo casi una semana. El décimo mes del año suele marcar el inicio de la temporada de las recogidas de setas, una actividad que pudiendo ser familiar y de diversión puede acabar con intoxicaciones e incluso con muerte. Existe, al menos, seis tipos de setas que son ciertamente comunes pero también venenosas. El Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses recomienda «no comer setas no identificadas perfectamente», así como «acudir con un experto» a la montaña para coger setas. Cualquier precaución es buena.
Ir al bosque, a la sierra o a la montaña a por setas debe ser una actividad que hay que realizar con cautela. No es tan simple como ir, mirar al suelo y coger cualquier hongo. Esta práctica sin control puede ser muy peligrosa porque hay variedades de setas que, además de los síntomas de intoxicación, pueden acabar provocando la muerte. Todas tienen en común que son muy vistosas e incluso llamativas, por lo que no hay que confiarse en ningún momento.
La Amanita Phalloides tiene un color entre amarillo y blanco, casi una forma perfecta, pero entre 6 y 12 horas después de su consumición comienza a provocar una serie de síntomas que pueden derivar uso en la muerte. Conocida como 'la cicuta verde', es la seta más común en cuanto a intoxicaciones y crece de septiembre a febrero.
La Amanita Muscaria es de color rojo llamativo, bonita a la vista. Crece a los pies de pinos negros y hayas y aunque no es mortal sí provoca diversa sintomatología un par de horas después de consumirla. Conocida como 'la matamoscas' -porque paraliza a los insectos que la rozan- o la seta de los 'gnomos', se puede confundir con la oronja y sale a finales de verano y principios de otoño. Es tóxica y alucinógena.
El Boletus satanás también tiene un aspecto bonito, llamativo, pero si se hace un corte por la mitad se puede ver como su interior presenta un tono azul. Raro. Esto puede ser una pista ante un hongo que provoca los síntomas más graves si se consumen crudos. Cocinados provocan vómitos, por ejemplo. Crecen en las raíces de encinas, hayas y robles.
El falso níscalo, el Lactarius Tominosus, que entre 15 minutos y 3 horas después de su consumición empieza a provocar diversa sintomatología. Crece a los pies de abudales.
Debajo de los árboles de hoja caduca o pinares crece la Cortinarius, una seta que provoca síntomas graves y que puede ser mortal varios días después de su consumición. Los primeros efectos son cansancio, sed o pérdida de apetito.
La Russula Emetica es venenosa, pero provoca síntomas leves intestinales. Crece en tierras húmedas y musgosas.
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