La enfermedad viral que colapsa las consultas de digestivo

Los especialistas alertan de una pandemia alentada por los vídeos virales que ha disparado las pruebas de SIBO en Valencia, aunque la prevalencia no ha aumentado

M. Hortelano

Valencia

Viernes, 4 de agosto 2023, 01:18

Berta tiene 38 años y como a tantas personas, le duele la tripa de manera frecuente sin motivo claro desde hace casi un año. Empezó a ser algo más que una molestia cuando se hizo casi permanente y además trajo de la mano una hinchazón abdominal que la obligó hasta a cambiar de manera de vestir porque los pantalones le apretaban. También varió su dieta para evitar alimentos que agravaban esa sensación. Ella es una de las decenas de miles de personas que acuden cada año a las consultas de un médico digestivo en busca de un diagnóstico que en la mayoría de los casos se hace por descarte. En apenas unas semanas, se sometió a una analítica completa, a una colonoscopia, a la prueba de intolerancia a la lactosa, a la fructosa y al test de SIBO. Los laboratorios, saturados por el aumento de estas pruebas, tardan casi un mes en dar cada resultado. Pero todas sus pruebas dan negativo. Las molestias seguían, pero no había nada grave de lo que preocuparse, según le explicó su médico. Pero ella acabó viendo en TikTok numerosos testimonios como su caso que decían tener sobrecrecimiento bacteriano con los mismos síntomas. Así que se repitió las pruebas, esta vez en un laboratorio privado, pagando, por si las anteriores hubieran fallado. Además, inició una dieta muy restrictiva con la que no comía casi de nada porque todo le sentaba mal. Pero la solución llegó con un tratamiento a dosis baja de un ansiolítico que le prescribió su doctora. No tenía SIBO, sino intestino irritable, y paliando la ansiedad que le producía el estrés ha dejado de tener molestias. Hasta llegar ahí, ha pasado por decenas de consultas, pruebas y análisis que no entregaban las respuestas que a veces la medicina no puede dar. Su caso es el más común que ven ahora los especialistas. Y uno de los que amenazan con colapsar el sistema.

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Berta forma parte de una pandemia silenciosa de dolencias intestinales entre las que hay una que reina no sólo en las consultas, sino que lo hace también en las redes sociales: el SIBO o sobrecrecimiento bacteriano.Para hacernos una idea de la magnitud de la sensación de epidemia, tan sólo hay que entrar en la red social de moda, TikTok, donde con sólo teclear las siglas en inglés de sobrecimiento de bacterias en el intestino delgado (SIBO) nos encontramos con más de 450 millones de vídeos sobre esta patología. En Instagram, la estadística la deja en más de 350.000 publicaciones. Y el auge de esta dolencia en las redes sociales, con unos síntomas muy genéricos, que coinciden con los de otras enfermedades intestinales, se han trasladado a las salas de espera de las consultas de los especialistas en digestivo, hasta provocar una verdadero atasco en los diagnósticos de todo tipo de pruebas. De ahí que los profesionales de la sanidad pública hayan dado la voz de alarma.

Es la enfermedad de moda, pero en realidad, el SIBO lleva entre nosotros toda la vida, como explica la jefa fel servicio de medicina digestiva del Hospital La Fe de Valencia, Pilar Nos, que señala que aparece en la bibliografía científica desde los setenta. «Ha existido como enfermedad siempre, pero la llamábamos sobrecrecimiento bacteriano», señala. Es la alteración de la microbiota intestinal. La presencia de una cantidad excesiva de bacterias provoca manifestaciones clínicas del tracto digestivo. «El problema es que ha empezado una especie de pandemia SIBO con un interés creciente por parte de la sociedad. Pero la prevalencia en la población general se mantiene entre un 10 y un 25%», tranquiliza.

Los síntomas del SIBO son inespecíficos: hinchazón, distensión, dolor abdominal, diarrea o estreñimiento, y se comparten con otras dolencias. De hecho, es más probable tener síndrome de intestino irritable que SIBO (el 78% de los que tienen intestino irritable tienen también sobrecrecimiento). Pero de esta enfermedad de moda hay una prueba de aire espirado que puede confirmar el positivo y del intestino irritable no existe. «A partir de ahí, se genera más confusión que certeza. Pero los pacientes tienen algo con lo que explicar lo que les pasa», señala la doctora Nos. El problema es que creen que habiendo tenido un positivo, habrá tratamiento, desaparecerá y podrán volver a su vida normal y eso no suele ser así casi nunca, alerta. Pueden existir otras causas que lo mantengan y no se hayan resuelto con tratamiento, por lo que pueden volver a ser positivo en un nuevo test. Factores como el estrés sostenido, alimentación con muchos procesados o los actuales mitos de las dietas milagrosas complican la situación.

Pero, si hasta ahora la mayoría de mortales no habíamos escuchado hablar del SIBO, ¿por qué ahora es la enfermedad de moda? En su difusión al público en general ha habido un factor determinante. «Las redes sociales han generado una explosión de posibles casos que colapsan las peticiones de pruebas. Es una barbaridad. Los especialistas en digestivo estamos viviendo una espiral de exceso de solicitudes de pruebas, muchas inadecuadas y muchas a petición del paciente», explica la doctora Nos. «Las sociedades científicas no recomiendan para nada esta hipersolicitud, ni la repetición sistemática de las pruebas», alerta la jefa de medicina digestiva de La Fe, una de las referentes a nivel nacional en esta especialidad. La doctora va un paso más allá y atribuye parte de este 'boom' por el SIBO a que detrás pueda haber «un mundo muy lucrativo alrededor de los probióticos, prebióticos, simbióticos, la industria alimentaria o los laboratorios», dice. Por no hablar de que una de las soluciones que se da al problema digestivo es una dieta muy restrictiva, llamada FODMAP (iniciales en inglés de oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables), que no debería extenderse más allá de 2-4 semanas porque puede ocasionar problemas de falta de nutrientes.

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¿Qué es el SIBO y qué prueba lo detecta?

El SIBO es una acumulación de bacterias en el intestino delgado. Su nombre viene de las siglas en inglés de Small Intestine Bacterial Overgrowth. Son bacterias que normalmente viven en el tracto gastrointestinal, pero que han proliferado de forma excesiva en un lugar que no está preparado para esa cantidad. Éstas interfieren en la digestión normal y producen daños en el epitelio intestinal. Reducen la disponibilidad de nutrientes, producen gas en el intestino delgado que causa distensión, solor, estreñimiento o diarrea, disminuyen la absorción normal de grasa, pueden provocar sensibilidades alimentrias, en incluso ingresar en el organismo a través del torrente sanguíneo.

La prueba más común para detectar el sobrecrecimiento bacteriano es el test de hidrógeno y metano en aire aspirado. El paciente debe ingerir un preparado con glucosa o lactulosa, tras 12 horas de ayuno y otras 12 de dieta preparatoria estricta para medir con precisión la reacción del organismo a la presencia de estas sustancias. Durante un proceso de casi cuatro horas, el paciente sopla en un recipiente cada media hora para que los laboratorios hagan mediciones de la cantidad de hidrógeno o metano generado por la actividad de las bacterias. Si se producen picos, se confirma el positivo.

Aterrizando en el día a día de un centro sanitario, la realidad es abrumadora. «Hay un exceso de pruebas diagnósticas para determinar intolerancias a lactosa, fructosa y SIBO», explica la especialista. Pero esta medida no es efectiva, porque ese SIBO puede ser debido a una enfermedad secundaria como una resección de la enfermedad de Crohn, una diverticulosis o unas adherencias por una cirugía digestiva. En estos casos, un tratamiento para el sobrecrecimiento no resolverá los problemas, porque es sólo una consecuencia de otra patología. La diferencia es que si es causa primaria, muchos pacientes quieren respuestas a sus síntomas y en muchos casos no se pueden dar porque en la mayoría de casos lo que hay detrás es un síndrome de intestino irritable, que sí que está aumentando, y que se diagnostica por descarte. Pero los pacientes buscan una explicación, y ahí entra la percepción visceral de cada paciente y su neuromodulación. Ahí la medicina no ha sabido aún resolver la situación. «Hay que explicar al paciente que no hay solución, que se tiene que acostumbrar a vivir con esos síntomas, pero que no suponen nada grave», tranquiliza la especialista digestiva, con más de 150 publicaciones indexadas en este campo.

El intestino es nuestro segundo cerebro. La neuromotilidad intestinal se está estudiando mucho. De hecho, ya hay estudios de neuroestimulación que confirman que los síntomas de quienes padecen intestino irritable son reales y se deben a un trastorno de la percepción visceral. No son invenciones, pero un analgésico no los alivia, ni tampoco antibióticos. Suelen remitir con antidepresivos a pequeñas dosis, pero generan rechazo entre los pacientes.

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Pero la hiper-solicitud actual de petición de pruebas de SIBO e intolerancias está muy poco justificada. «Lo fundamental es realizar una correcta historia clínica y exploración, con una analítica en la que se descarten anemias, problemas de tiroides, intolerancia al gluten y valores alterados. «Pero si ahí no hay datos alarmantes, hay que preguntar al paciente si asocia los síntomas a alimentos determinados y si es así, se recomienda dejar de consumirlos una temporada y ver si hay mejoría», asegura la doctora. Si con dieta no se mejora, se puede optar por un antibiótico. Pero en ningún caso repetir las pruebas de SIBO para ver si ha remitido. «Es un gasto absurdo en pruebas de laboratorio, además de que existe un elevado porcentaje de falsos positivos y negativos».

Tanto es así que en el hospital La Fe este asunto «se ha convertido en un problema cuando no lo debería ser. Sucede en más centros sanituarios. Se están detrayendo recursos humanos y gastos que no están justificados», alerta. Y eso que por el momento, la prueba sólo la pueden prescribir los médicos digestivos, no la medicina primaria. «Pero llegan pacientes a la consulta que ya saben qué test quieren pedir. La presión que nos ponen es alta y cuesta explicar esto en unestras hipersaturadas consultas. Detrás de este auge hay un negocio y en la sanidad pública está suponiendo un colapso», denuncia la jefa de servicio.

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El número de pruebas ha aumentado exponencialmente. Se han multiplicado por cuatro en dos años, según datos del centro médico. Pero eso no ha aumentado la prevalencia de la enfermedad, que se mantiene estable. La cosa es tan llamativa que en el próxmimo congreso de la sociedad valenciana de patología digestiva, la charla magistral será sobre intolerancias alimentarias, muchas veces confundidas con alergias.

De las redes a las librerías

De las redes a las librerías

El interés de la dolencia está también a punto de llegar a las librerías. La doctora María del Campo, graduada en Nutrición Humana y postgrado en microbiota intestinal lo publicará dentro de unos meses con una conocida editorial. En su consulta (que pasa en Madrid, Valencia, Palma y zaragoza), el SIBO es el tema estrella, y a ella, los pacientes, llegan como a la enfermedad, por su divulgación en Instagram. Especializada en el tratamiento del sobrecrecimiento desde la alimentación, avisa de que los alimentos, por sí solos, no inflaman. Lo que produce la tan molesta hinchazón abdominal es la fermentación de determinados ingredientes.

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El estilo de vida actual, asociado al sedentarismo, la baja actividad física, la mala alimentación o el estrés son factores para que la enfermedad prospere. «SIBO ha habido siempre, pero como no se hacían pruebas, se decía que una persona estaba mal del estómago». Ella cree que «las redes han aumentado la conciencia de que algo está pasando» con la salud. Pero eso no significa que se tenga sobrecrecimiento. En su consulta, ayuda a los pacientes a controlar la dieta para poder reducir los síntomas. Fuera del plato quedan harinas blancas, azúcar, grasas vegetales hidrogenadas, aditivos y edulcorantes. Pero siempre con el objetivo de que estas restricciones sean transitorias y poder retomar una alimentación equilibrada. «Lo enfoco desde las causas», dice, por lo que se ha especializado en el estudio de la microbiota.

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