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Las primeras semanas de utilización de los test rápidos han acabado por confirmar las dudas sobre su fiabilidad, que comenzaron a aflorar cuando llegó un lote que hubo que devolver a China por su escasa calidad. Un informe hecho público ayer por la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc) constata la baja sensibilidad de este tipo de test, la necesidad de que el paciente tenga síntomas desde varios días antes para conseguir resultados suficientemente precisos y el gran número de falsos positivos y falsos negativos que se está detectando entre los profesionales sanitarios y en las residencias de mayores, grupos de población en los que preferentemente se están utilizando estos kits, de los que el Gobierno ya ha repartido 2,8 millones a las comunidades autónomas.
«La experiencia está demostrando que los valores de sensibilidad de los test pueden no ser del todo fiables», asegura el informe, que sostiene que se ha detectado un 62% de falsos positivos o falsos negativos cuando ha transcurrido menos de una semana desde que el enfermo ha comenzado a tener síntomas del coronavirus. «El test tendría que aplicarse en pacientes con una evolución de al menos siete días, pues la información científica disponible indica que antes de ese tiempo la respuesta inmunitaria del huésped es inexistente o muy baja. Sin ese matiz temporal, cabe el riesgo de una muy baja sensibilidad del ensayo», corrobora la Seimc.
Esto hace que los test rápidos, que analizando una gota de sangre ofrecen resultados en quince minutos, no sean recomendables para los sanitarios si no se complementan con una PCR, la prueba más segura, que requiere de cuatro horas. «La utilidad de un test de anticuerpos para detectar contactos infectados de casos confirmado de profesionales sanitarios o sociosanitarios asintomáticos puede ser muy baja: tras haberse producido el contacto, no habrá pasado tiempo suficiente (salvo que se demore el test expresamente) para que se haya generado en la persona en cuestión una respuesta inmunitaria detectable», subraya la Seimc. «Por ello, cabe un riesgo muy elevado de falsos negativos responsables de una falsa seguridad para descartar la infección. Para esta situación sigue siendo preferible realizar PCR», alerta.
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Y lo mismo sucede con los mayores, otro de los grupos prioritarios en los que se están utilizando test rápidos. «En el seguimiento de casos sintomáticos en centros sociales y residenciales, la prueba adecuada es la PCR, no los test de anticuerpos. Es precisamente en este colectivo donde más falsos positivos (enfermedades autoinmunes, artritis reumatoide...) y falsos negativos (tratamiento con inmunosupresores, inmunosenescencia) con los test de anticuerpos es previsible que se observen», destaca el estudio. Si los resultados de los test rápidos no son fiables, el peligro de contagios masivos en las residencias no se reducirá.
Pero la llamada de atención de la Seimc no se dirige solo al Ministerio de Sanidad, sino también a las miles de personas que se están realizando estas pruebas de manera privada y que creen que con un resultado negativo ya están libres del virus y pueden volver a trabajar o hacer vida normal, todos aquellos que «sueñan con hacerse un test», afirma Esther Calbo, especialista de enfermedades infecciosas en el Hospital Universitari Mutua Terrasa (Barcelona). «Desconocemos muchas cosas de esta nueva enfermedad y no podemos basar nuestra estrategia de lucha contra ella en unos test con una sensibilidad tan baja», asevera Calbo.
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