Vacuna de Pfizer. REUTERS

Cuánto dura la inmunidad para quienes han pasado la covid y cuándo se van a vacunar

El Ministerio de Sanidad modifica el Plan de Vacunación y pone fecha a la inmunidad mientras sociedades profesionales la alargan dos meses más

LP.ES y AGENCIAS

VALENCIA

Miércoles, 10 de febrero 2021, 17:03

El nuevo Plan de Vacunación aprobado por el Ministerio de Sanidad contra la covid deja en el vagón de cola a los contagiados por el SARS COV-2, ya que todos los menores de 55 años que hayan pasado el coronavirus y hayan generado anticuerpos no será vacunados antes de, al menos, seis meses desde la fecha de diagnóstico de su contagio, independientemente de la gravedad que la enfermedad haya tenido sobre ellos.

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Según el Plan de Vacunación, la gran mayoría de las personas infectadas por SARS-CoV-2 producen anticuerpos neutralizantes además de estimular la inducción de respuesta de células T. El número de casos con reinfección documentada es muy bajo en los 6 meses posteriores al diagnóstico de infección, pero aún no está claro en qué porcentaje están protegidos los que padecieron la infección por SARS-CoV-2 y por cuanto tiempo.

No se conoce la duración de la inmunidad protectora frente al virus después de la infección natural, pero es esperable que la vacunación de estas personas refuerce esta inmunidad protectora y su duración. A este respecto, recientemente se han publicado datos, aun no revisadas por pares (preprint), que abogan por la administración de una sola dosis de vacunas de ARNm en aquellas personas jóvenes, mayoritariamente sanitarios, seropositivas al COVID-19. Hasta no disponer de información más sólida, el Ministerio de Sanidad ha decidido que la política de vacunación en las personas que padecieron la enfermedad diagnosticada por laboratorio, será la aprobada el 9 de febrero. Sin embargo, estas recomendaciones son provisionales, y podrían modificarse más adelante en función de las nuevas evidencias.

Por otro lado, la evidencia actual indica que la reinfección es excepcional en los 6 meses posteriores a una infección natural por SARSCoV-2, aunque esta suposición es menos plausible en las personas más vulnerables de los actuales grupos de priorización, como son las personas institucionalizadas, aquellas grandes dependientes, con graves patologías de base o las de edad avanzada.

Este es el motivo por el que se ha decidido posponer la vacunación hasta pasados 6 meses desde el diagnóstico de la infección en personal de hasta 55 años de edad sin condiciones de riesgo, con antecedente de infección asintomática o sintomática, e independientemente de la gravedad. En las personas con más de 55 años o con factores de riesgo se actuará igual que en aquellas sin antecedentes de COVID-19.

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Al personal de hasta 55 años de edad sin condiciones de riesgo, con diagnóstico de infección COVID-19 después de la primera dosis de cualquiera de las tres vacunas disponibles actualmente el Ministerio de Sanidad ha decidido posponer la segunda dosis para 6 meses después del diagnóstico. En las personas con más de 55 años o con factores de riesgo se actuará igual que en aquellas sin antecedentes de COVID-19.

Estos adultos ya infectados menores de 55, que solo se vacunarían antes si los laboratorios llegaran a inundar el mercado europeo de dosis por un aumento exponencial de la producción, serán por tanto el grupo menos prioritario de inmunización junto con los menores sin patologías,que son el colectivo que menos se contagia y que, en el caso de hacerlo, lo hace de manera muy leve, cuando no asintomática.

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Inmunidad de hasta 8 meses

Al mismo tiempo, las sociedades españolas de Medicina de Emergencias (SEMES), Medicina Intensiva, Critica y Unidades Coronarias (SEMICUC), Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor (SEDAR) e Inmunología (SEI) han reclamado al Ministerio de Sanidad que retrase la vacunación en personas que ya han pasado el COVID-19 ante la falta de dosis disponibles.

En este sentido, indican que «la inmunidad persiste más allá de los 8 meses tras la infección y posiblemente la inmunidad celular persiste más allá de ese tiempo«. »Esta evidencia concuerda con las mayores reacciones postvacunales que se han visto en individuos que ya habían pasado la enfermedad. Por este motivo, coincidimos en que es imperioso modificar la estrategia vacunal de forma urgente para retrasar la vacunación de este grupo de personas que ya han pasado la enfermedad«, reivindican. »No podemos utilizar en este primer momento las escasas dosis de vacuna disponibles en población que ya tiene inmunidad al haber pasado la enfermedad«, señalan.

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Las cuatro sociedades científicas apuntan que esta inmunidad podría ser demostrada mediante prueba PCR positiva en algún momento previo a la vacunación; pruebas de antígeno positiva en algún momento previo a la vacunación; y personas que refieran haber tenido clínica compatible con COVID-19 tras realizárseles una prueba de serológica de anticuerpos que resultase positiva para IgG.

«En este grupo de población, que según los estudios de seroprevalencia nacional, podría representar entre un 10-15 por ciento, aconsejamos que la vacunación sea diferida, incluso si ya se les ha puesto la primera dosis de la vacuna, ya que entendemos que la inmunidad celular y/o humoral persiste en estos individuos y debe priorizarse la vacunación de individuos que no hayan tenido contacto con el SARS-CoV-2», argumentan.

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De la misma forma, también aconsejan la realización de pruebas serológicas de la mayor especificidad posible antes de la vacunación, retrasando la vacunación de todos aquellos en los que aparecen títulos de inmunoglobulinas IgG positivas.

Los motivos de la decisión

Ante la carestía actual de dosis, solo por las limitaciones de AstraZeneca sino también por el recorte de producción de Pfizer, los expertos de Sanidad consideran que este colectivo puede estar en el vagón de cola, ya que los estudios confirman que su inmunización natural en el peor de los casos puede extenderse durante ese medio año.

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No es la primera vez que Sanidad en su estrategia de vacunación confía en la inmunización natural para establecer sus pautas y prioridades.

Estudio en EEUU

Dos científicos del Scripps Research Institute (Estados Unidos) han reclamado que los organismos sanitarios inviertan en el desarrollo de vacunas que sean ampliamente eficaces contra muchas variantes y cepas diferentes de posibles virus pandémicos.

En un artículo publicado en la revista científica 'Nature', Dennis Burton y Eric Topol piden que los gobiernos proporcionen un «apoyo financiero significativo para el diseño racional de vacunas basadas en anticuerpos ampliamente neutralizantes».

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Dichos anticuerpos proporcionan una potencia de amplio espectro contra los virus, una valiosa característica que abre la puerta a vacunas que podrían proporcionar inmunidad contra las numerosas variantes que podrían evolucionar a partir de un virus de rápida mutación. También podrían utilizarse como fármacos para prevenir y tratar infecciones.

Burton y Topol señalan que el rápido desarrollo de vacunas eficaces contra el COVID-19 fue posible gracias a ciertas propiedades del virus del SARS-CoV-2, en particular, la proteína de espiga en la superficie del virus. Sin embargo, advierten de que el virus que provocará la próxima pandemia «puede no ser un objetivo tan fácil, lo que podría ralentizar considerablemente el proceso de desarrollo de una nueva vacuna».

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«Incluso el SARS-CoV-2 podría ser más problemático para las vacunas debido a la aparición de nuevas variantes. Pedimos un enfoque alternativo a la preparación para la pandemia», insisten en su comentario de opinión.

Burton y Topol señalan que los anticuerpos ampliamente neutralizantes son una vía prometedora para el desarrollo de vacunas y terapias que podrían adaptarse fácilmente a los virus pandémicos de reciente aparición o a los que evolucionan rápidamente para eludir las vacunas tradicionales.

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«Estos anticuerpos podrían utilizarse como fármacos de primera línea para prevenir o tratar los virus de una determinada familia, incluidos los nuevos linajes o cepas que aún no han aparecido. Y lo que es más importante, podrían utilizarse para diseñar vacunas contra muchos miembros de una determinada familia de virus», argumentan.

Los virus más preocupantes de cara a futuras pandemias son los que son «resistentes a la evasión», es decir, los que por sus características biológicas son difíciles de tratar con fármacos o prevenir con vacunas. El ejemplo extremo de este tipo de virus es el VIH, que puede permanecer en el cuerpo durante años, escondiéndose del sistema inmunitario del huésped.

«Estas vacunas panvirales podrían fabricarse con antelación y desplegarse antes de que la próxima infección emergente se convierta en una pandemia. Pedimos que se invierta ahora en la investigación básica que conduzca al almacenamiento de vacunas ampliamente eficaces», concluyen Burton y Topol.

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