La memoria es una de las funciones cognitivas más importantes para nuestra vida diaria. Nos permite recordar experiencias, aprender nuevas habilidades y desenvolvernos en nuestro entorno con fluidez. Sin embargo, con el paso del tiempo, es común que la capacidad de retención y evocación se vea afectada, ya sea por el envejecimiento natural, el estrés o factores neurológicos. Por ello, la búsqueda de actividades que estimulen la mente y prevengan el deterioro cognitivo es una prioridad tanto para la ciencia como para las personas interesadas en mejorar su calidad de vida.
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En muchas ocasiones se recomienda la lectura o el ejercicio físico como métodos eficaces para mantener la memoria en buen estado. No obstante, recientes estudios han señalado que una actividad menos considerada, pero altamente beneficiosa, es la costura. Lejos de ser un simple pasatiempo, coser implica una combinación de habilidades que estimulan distintas áreas del cerebro, favoreciendo la concentración, la coordinación y la retención de información.
Coser requiere una serie de procesos mentales y físicos que contribuyen al mantenimiento y mejora de la memoria. En primer lugar, implica planificación y organización: elegir patrones, seleccionar materiales y seguir una secuencia de pasos para completar una prenda o bordado. Este tipo de actividades refuerzan la memoria de trabajo, que es la capacidad del cerebro para retener y manipular información a corto plazo.
Además, la repetición de movimientos finos, como enhebrar una aguja o realizar puntadas precisas, mejora la coordinación mano-ojo y la motricidad fina, aspectos fundamentales para la memoria procedimental, es decir, la encargada de retener habilidades motoras y hábitos. Este tipo de memoria es clave en la realización de tareas automáticas y en la prevención del deterioro cognitivo.
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Por otro lado, fomenta la concentración y la relajación. Estudios han demostrado que mantener la mente enfocada en una tarea manual reduce los niveles de estrés y ansiedad, factores que pueden interferir con la memoria y la capacidad de atención. Al disminuir el estrés, se favorece un ambiente óptimo para la consolidación de recuerdos y el aprendizaje.
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Además de su impacto positivo en la memoria, coser también mejora otras capacidades cognitivas:
• Estimulación de la creatividad. Diseñar y combinar colores y texturas incentiva el pensamiento creativo y la flexibilidad mental.
• Ejercicio de la paciencia y la perseverancia. Completar un proyecto de costura requiere tiempo y dedicación, lo que refuerza la tolerancia a la frustración y la capacidad de resolución de problemas.
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• Socialización y bienestar emocional. La costura, cuando se practica en grupo o en talleres, fomenta la interacción social, un factor clave en la salud cerebral y la prevención de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
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