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VALENCIA
Sábado, 30 de abril 2022, 00:49
La litiasis renal es una enfermedad que afecta alrededor del 10% de la población en los países industrializados. Su prevalencia ha aumentado en los últimos 50 años pues el riesgo de contraerla es del 15% para los hombres y de entre el 5-10% para las mujeres. Los expertos añaden que la mayoría de los afectados son varones adultos y que un porcentaje importante de personas con litiasis tienen, al menos, un familiar de primer grado con la misma enfermedad aunque también existen casos de litiasis hereditaria.
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Se trata de una enfermedad crónica ya que, según estudios recientes, el 60% de los pacientes que han tenido un cálculo tendrán otro antes de diez años, el 35% antes de cinco años y el 15% antes de un año del primer episodio. «La litiasis renal es una enfermedad caracterizada por la aparición de cálculos en el interior de la vía urinaria, es decir, acumulaciones de sales minerales que podremos encontrar en cualquier nivel del tracto urinario: riñón, uréter, vejiga o uretra», explica la doctora Pilar Bahilo, uróloga del Hospital Quirónsalud Valencia.
Estos cálculos renales son de origen multifactorial y se asocian con anomalías genéticas y otras condiciones urinarias que alteran la composición de la orina favoreciendo el inicio de etapas litogénicas: nucleación, agregación, crecimiento y fijación de cristales. «La nucleación es el proceso inicial para la formación de los cristales que luego formarán el cálculo urinario definitivo. Puede ser inducido por una variedad de sustancias o situaciones: aumento de los solutos, modificación del pH urinario o disminución de los inhibidores de la cristalización, entre otros. Una vez que se ha formado el cristal, este queda retenido en el aparato urinario y se produce su crecimiento mediante la agregación de nuevos cristales», manifiesta la doctora.
En muchos pacientes, la urolitiasis representa una enfermedad renal crónica que predispone a la formación de cálculos en el aparato urinario, cuyo tratamiento no se fundamenta sólo en la extracción del cálculo. Precisará de seguimiento estrecho para establecer medidas de prevención y disminución de su recurrencia. La mayor parte de los pacientes tienen algún trastorno en la absorción, metabolismo o excreción de los componentes de los cálculos, de las sustancias inhibidoras de la formación de los mismos o del pH de la orina.
Las manifestaciones clínicas de una litiasis urinaria son muy variables: desde cuadros asintomáticos hasta otros que pueden suponer un serio peligro para la vida del paciente. Así pues, los síntomas de la urolitiasis incluyen hallazgos analíticos, dolor lumbar, cólico nefrítico, síndrome miccional irritativo, infección urinaria, pionefrosis, sepsis de origen urinario e insuficiencia renal crónica.
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La doctora Bahilo afirma que «el cólico nefrítico constituye el motivo más frecuente de asistencia urgente dentro del ámbito urológico, es un cuadro predominantemente doloroso, que se origina en el ángulo costovertebral del lado afecto y que se irradia hacia delante afectando a la fosa ilíaca, surco inguinal y genitales externos». Se trata de un dolor habitualmente intenso y fluctuante, que no se alivia en ninguna postura y que se asocia a un gran componente gastrointestinal y vegetativo, con náuseas, vómitos, distensión abdominal, íleo paralítico, sudoración profusa e incluso hipotensión de origen vagal.
La uróloga del Hospital Quirónsalud Valencia cuenta cómo nace: «Su origen estaría en la obstrucción del tracto urinario superior provocada por un cálculo en su camino desde el riñón a la vejiga para ser eliminado al exterior. A veces, la manifestación clínica de la urolitiasis es una infección de orina, que puede incluir desde la bacteriuria asintomática hasta la urosepsis». En función de su composición química, los cálculos urinarios se dividen en cálculos de calcio, ácido úrico, cistina, estruvita –creados por bacterias que colonizan el tracto urinario– y otros derivados del uso de determinados fármacos.
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Por lo general, los cálculos se desarrollan en hombres, que son de dos a tres veces más propensos que las mujeres a desarrollar este problema. La edad también influye: la mayoría de los cálculos ocurren entre 40 y 60 años. La uróloga apunta a más factores como el estilo de vida y el clima: «Está asociado generalmente a países ricos e industrializados, así como a profesiones y actividades sedentarias. Se cree que el ejercicio habitual puede prevenir la agregación cristalina. Se ha puesto de manifiesto una asociación entre zonas geográficas con temperaturas medias elevadas y urolitiasis, asociación que parece deberse a un mayor riesgo de deshidratación con la consiguiente oliguria relativa, que conlleva sobresaturación urinaria».
La dieta influye especialmente si ésta es rica en grasas saturadas, insaturadas, azúcares y proteínas animales ya que «la litiasis cálcica se asocia a ingestas elevadas de sodio. Al mismo tiempo, los enfermos con litiasis, en general, ingieren menos volumen de líquidos en comparación con los que no presentan esta enfermedad», desvela.
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Para diagnosticar el cálculo y determinar las características concretas que determinarán el tratamiento posterior se utilizan pruebas de imagen como la radiografía, con la que se pueden identificar cálculos urinarios que contienen calcio en su composición. Con la ecografía, «el ultrasonido es seguro –sin riesgo de radiación–, puede identificar cálculos localizados en cálices, pelvis y unión vésico-ureteral, así como la existencia o no de dilatación del tracto urinario superior», añade la doctora.
La tomografía computarizada sin contraste se ha convertido en el estándar para diagnosticar el dolor agudo en el costado y ha reemplazado a la urografía intravenosa. La TC sin contraste puede determinar con elevada sensibilidad y especificidad la localización, el diámetro y la densidad de los cálculos.
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El tratamiento varía de acuerdo con la localización, el tamaño, y la composición química del cálculo. La mayoría de los cálculos pequeños se expulsan por sí solos. «Por este motivo, al paciente que presenta litiasis de pequeño tamaño se le pautan fármacos que favorecen su eliminación», justifica la uróloga del Hospital Quirónsalud Valencia.
La doctora Bahilo explica otro de los tratamientos: «La litotricia extracorpórea por ondas de choque es un avanzado dispositivo llamado litotriptor, constituido por una mesa de tratamiento, el generador de ondas de choque que se apoya en el dorso del paciente, y un sistema integrado de fluoroscopia que permite la detección y seguimiento de la litiasis».
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Se trata de una técnica poco invasiva indicada para el tratamiento de la mayoría de litiasis no complejas, localizadas tanto a nivel renal como ureteral. El objetivo de esta técnica es la fragmentación de la litiasis para su posterior expulsión a través de la propia vía urinaria. Se realiza bajo un régimen ambulatorio -sin ingreso- y con analgesia-sedación. Representa una modalidad de tratamiento mínimamente invasiva, eficaz y con una baja tasa de complicaciones que ha desplazado a la cirugía abierta como tratamiento estándar.
«En los últimos años estamos asistiendo a un nuevo cambio en el manejo de la urolitiasis. Las técnicas endourológicas, de ureteroscopia (URS), cirugía intrarrenal retrógrada (CRIR) o nefrolitotomía percutánea (NLP) están cobrando mayor importancia entre la práctica clínica urológica ya que resultan ser tratamientos altamente eficaces que permiten obtener una elevada tasa libre de litiasis en un solo acto quirúrgico. Al igual que en la técnica laparoscópica, se emplea un instrumento acoplado a una cámara e instrumentos endourológicos», narra la facultativa.
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Tras la inserción de los endoscopios a través de los conductos y cavidades naturales o mediante incisiones mínimas en fosa lumbar, se accede al interior de la vía urinaria. Una vez que el cálculo se ha localizado, el cirujano puede asistirlo con pequeñas pinzas y extraerlo o fragmentarlo usando un litotriptor endoscópico o láser. «Son técnicas mínimamente invasivas que permiten al paciente ser dado de alta hospitalaria en un plazo de 24 horas, la tasa de cálculos residuales tras la intervención es mínima gracias a los sistemas de fragmentación de cálculos y a los sistemas de extracción», cuenta.
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