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Un total de 1.861 días. Esa es la cantidad de tiempo que separa el 3 de febrero de 2020 del 9 de marzo de 2025. Poco más de cinco años. En aquella fecha, gran parte del planeta convivía sin saberlo con un nuevo coronavirus, mientras los investigadores intentaban ponerle nombre a este virus surgido en China y propagado a una velocidad inaudita por todo el mundo. El 3 de febrero era lunes, y ese día, alguien en los servidores de la revista científica Nature subió el primer artículo sobre el SARS-CoV-2.
Bajo el título Un nuevo coronavirus asociado con enfermedad respiratoria humana en China, investigadores chinos describieron el genoma de un virus vinculado a una enfermedad respiratoria. La secuenciación metagenómica realizada identificó una nueva cepa de la familia Coronaviridae, «que aquí se designa coronavirus 'WH-Human 1' (y también se ha denominado '2019-nCoV')», detallaban. Este hallazgo, publicado en acceso abierto, fue un prerrequisito clave para el desarrollo de vacunas y terapias.
Tras aquel primer documento científico, llegaron decenas, centenares y miles más, hasta sumar más de un millón de papers (como se les llama en el argot científico) en dos de las bases de datos más importantes de la comunidad investigadora: Web of Science y Scopus. Este periódico ha descargado de ambos repositorios todos los textos que contienen los términos «COVID-19», «COVID», «SARS-CoV-2», «nCoV» o «2019-nCoV». Tras eliminar duplicados, el resultado arroja un total de 1.006.234 publicaciones sobre esta enfermedad, que sigue presente.
1.006.234 de publicaciones científicas
relacionadas con la covid-19 están en los principales repositorios sobre investigación desde febrero de 2020
Desde artículos hasta notas editoriales, todos han sido publicados en revistas científicas hasta el 31 de diciembre de 2024, con el 1 de enero de 2020 como fecha de inicio. Esta avalancha de investigaciones invadió sitios web y publicaciones especializadas, lo que, según un análisis de Nature, «cambió la forma y el contenido de los estudios científicos».
Como recuerda Science Media Centre en este artículo, no todo lo que se publica en revistas como Science o Nature son estudios científicos, ni todo está revisado por pares. Cada editorial tiene sus estándares, restricciones y sesgos. La primera exige textos de entre 720 y 6.000 palabras, según la categoría del manuscrito, y su revisión es realizada por un editor con «conocimientos del campo de estudio». En el caso de los artículos de investigación, al menos dos revisores externos verifican su contenido. Nature, por ejemplo, solo acepta el 8 % de los manuscritos enviados. «La mayoría de los envíos se rechazan sin siquiera enviarlos a revisión por pares», afirman. Los editores deciden qué textos son enviados a revisión, un proceso que puede tardar semanas o meses. «En esta época no se observaron cambios importantes en las condiciones para la publicación de resultados relevantes sobre la pandemia, salvo algunos casos», concluyeron cuatro investigadores colombianos en su estudio 'Publicación y retractación en la era del SARS-CoV-2 y covid-19'.
El acceso y la velocidad de publicación asociadas a la pandemia generaron alertas en la comunidad científica. Nature, por ejemplo, no modificó sus estándares, pero los hizo más transparentes y publicó los comentarios de los revisores desde febrero de 2020. Ellos tampoco redujeron su tiempo de publicación, aunque otras revistas sí lo hicieron. Los preprints y el acceso anticipado se dispararon con el objetivo de encontrar respuestas a la incertidumbre mundial. En los primeros 10 meses transcurridos desde el primer caso confirmado por SARS-CoV-2 se publicaron 30.000 preprints, lo que supone entre tres y cinco veces la cantidad de manuscritos recibidos en plataformas como MedRxiv y BioRxiv. Y esto provocó dar altavoz a mucho ruido y desinformación, aunque apenas llegan al 0,1% del total.
Muchos de estos estudios fueron retirados o invalidados en cuestión de meses. Otros acumularon notas o comentarios de preocupación. Nueve de cada diez retractaciones se debieron a datos erróneos, plagios, duplicaciones o conclusiones imprecisas. «Algunos casos de retractación han tenido consecuencias perdurables en el tiempo», advierte la comunidad científica.
Adam Marcus e Ivan Oransky, expertos en comunicación científica, han recopilado desde 2020 investigaciones y artículos retirados de las principales revistas médicas. Entre ellos, se encuentran artículos que vinculaban el autismo con la vacuna triple viral, promovían tratamientos con hidroxicloroquina o relacionaban la tecnología 5G con la propagación de la covid-19. «El problema es que la difusión de la retractación no siempre es tan amplia como la de la publicación original, por lo que algunos artículos retractados siguen siendo citados por desconocimiento», alertan.
A finales de 2021, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades destacó la contribución de España en la investigación sobre la covid-19. En las bases de datos de Web of Science y Scopus, los científicos españoles han firmado un total de 36.756 estudios, lo que representa el 3,6 % del total de artículos, investigaciones, editoriales y cartas almacenadas sobre el coronavirus.
No obstante, la producción científica sigue dominada por Estados Unidos y China, que en conjunto acumulan tres de cada diez papers publicados entre febrero de 2020 y diciembre de 2024.
La financiación de esta producción en los últimos cinco años ha estado en su mayoría a cargo de agencias gubernamentales y organismos académicos de Estados Unidos, seguidos de China y, en menor medida, la Unión Europea.
Las universidades con mayor producción de investigaciones sobre la covid-19 han sido la Universidad de Londres, la Universidad de California y Harvard.
En las bases de datos analizadas, las universidades españolas no aparecen entre las más productivas. Sin embargo, según el Ministerio de Ciencia, sus artículos se encuentran entre los más citados por la comunidad científica.
Por áreas de investigación, el ámbito médico y de la salud han sido los que más textos han acumulado en estos últimos cinco años. No obstante, las grandes revistas científicas también han publicado estudios sobre el impacto de la covid-19 en la economía.
En Scopus, hasta 11.129 publicaciones están categorizadas en las áreas de negocios, econometría y finanzas. En Web of Science, los 20 temas más estudiados están mayormente relacionados con la salud y la ciencia.
Cinco años después del inicio de la pandemia, la ciencia ha generado una cantidad de conocimiento sin precedentes. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿hemos aprendido lo suficiente para estar mejor preparados ante futuras crisis sanitarias?
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Patricia Cabezuelo | Valencia
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