Clara Alfonso
Valencia
Domingo, 9 de julio 2023, 00:27
La mononucleosis infecciosa, comúnmente conocida como la enfermedad del beso, es una enfermedad causada por el virus de Epstein-Barr (VEB), que afecta principalmente a niños y adolescentes. Se caracteriza por una inflamación de las amígdalas y los ganglios linfáticos, así como por una fatiga extrema y otros síntomas similares a los de la gripe.
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La mononucleosis infecciosa se transmite principalmente a través de la saliva, de ahí su nombre común «enfermedad del beso». En este sentido, puede transmitirse al compartir utensilios para comer o beber, como vasos o cubiertos, o por contacto cercano con una persona infectada. Además, el VEB puede estar presente en la sangre y otros fluidos corporales, lo que facilita su transmisión.
Según la Dra. Gemma Mirón Vila, especialista del Servicio de Pediatría del Hospital de Manises, se trata de una enfermedad habitualmente benigna, que se resuelve por sí misma y que no mejora con el uso de antibióticos. De hecho, tiene la peculiaridad de que, al tratarla con amoxicilina pensando que es una amigdalitis bacteriana, en ocasiones aparecen unas manchas rojizas en la piel conocidas como exantema.
Los síntomas típicos de la enfermedad del beso incluyen fatiga intensa y prolongada, falta de apetito, inflamación del hígado (hepatomegalia.), inflamación del bazo (esplenomegalia), inflamación de los ganglios (adenopatías), dolor de cabeza y erupción cutánea.
El diagnóstico de esta enfermedad se basa en los síntomas clínicos, así como en pruebas de laboratorio para detectar la presencia de anticuerpos contra el virus de Epstein-Barr. En algunos casos, puede ser necesario realizar pruebas adicionales, como un hemograma completo o una ecografía del abdomen, para evaluar las posibles complicaciones.
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Para abordar el tratamiento de la mononucleosis infecciosa, se enfoca en el manejo sintomático de los síntomas que presenta el paciente. Por ejemplo, si experimenta fiebre y malestar, se pueden administrar medicamentos como el paracetamol para aliviar estos síntomas.
Tal y como apunta la doctora, el reposo domiciliario es fundamental durante el período de convalecencia, especialmente debido al agotamiento extremo que acompaña a esta enfermedad. Durante este tiempo, no se debe forzar al paciente a comer, pero es importante ofrecerle líquidos con frecuencia para mantenerlo hidratado.
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Además, es crucial estar atentos a posibles complicaciones. Si el paciente presenta un mal estado general, dolor abdominal intenso, vómitos persistentes o manchas rojas en la piel, se recomienda que acuda a una consulta médica para una evaluación adecuada de su situación.
«La mononucleosis infecciosa por el virus de Ebstein-Barr deja huella en la sangre para siempre» en forma de anticuerpos, tal y como ocurre con la varicela. Debido a que son diversos los gérmenes que pueden producir cuadros similares, puede suceder que el paciente presente en más de una ocasión algún «síndrome mononucleósico», pero una vez pasada la enfermedad del beso, el organismo genera anticuerpos para hacer frente a dicho virus y protegerle de una nueva infección.
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Para evitar un nuevo contagio, la especialista indica que lavarse las manos con frecuencia es la mejor forma de evitar su trasmisión, tal y como ocurre la mayoría de las enfermedades infecciosas. A pesar de que esta enfermedad afecta en mayor medida en la infancia, si un niño tiene contacto directo con algún adulto que esté en ese momento pasando la enfermedad del beso, tendría muchas probabilidades de transmitirla.
Según la pediatra del Hospital de Manises, entre los niños más pequeños la mononucleosis infecciosa puede pasar desapercibida porque puede presentarse con pocos síntomas. En cambio, «los adolescentes y los adultos suelen presentar todos los síntomas y suelen encontrarse muy afectados tanto por la fiebre como por el cansancio que puede persistir varias semanas», asegura.
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