![La OMS, un año en el ojo de la pandemia](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202012/31/media/cortadas/oms-kJZE-U13088332511QQE-1248x770@RC.jpg)
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) nunca había jugado un papel tan central como el que le ha tocado en 2020. El 31 de diciembre de 2019, China informó a la OMS de varios casos de neumonía de origen desconocido que se habían detectado en la ciudad de Wuhan y desde entonces, el organismo internacional se ha manejado en varios frentes: sanitario, por supuesto, pero también político, social y hasta económico. Su director general, el eritreo Tedros Ghebreyesus, ha pasado de ser un oscuro funcionario internacional a acaparar las pantallas con su peculiar manera de transmitir los mensajes, repitiendo varias veces cada idea («test, test, test»), y sus recomendaciones han sido seguidas por muchos países e ignoradas o incluso despreciadas por otros. La organización ha recibido críticas, por tardar dos meses y medio en declarar la pandemia de la covid-19 (lo hizo el 11 de marzo), y por supuestos sesgos a favor de China. Para cerrar el círculo, la OMS enviará al país asiático en enero una delegación que tratará de buscar el origen real del SARS-CoV-2.
Una auditoria independiente a la que se someterá el organismo ofrecerá luz sobre sus decisiones sobre la pandemia. «Esta revisión será muy exigente con las transformaciones internas a las que se debe someter la OMS, pero a la vez exigirá una organización más fuerte», explica el médico Rafael Bengoa, posiblemente el español que mejor conoce la Organización Mundial de la Salud, donde trabajó catorce años y ocupó la dirección de Sistemas de Salud.
Rafael Bengoa, Ex alto cargo de la OMS
En abril, Bengoa popularizó un modelo al que llamó 'queso suizo': el coronavirus había roto todos los muros de defensa del control pandémico mundial, «había traspasado todos los agujeros del queso», y uno de esos agujeros era la OMS. «Pero más que buscar culpables, debemos preguntarnos 'qué ha pasado'», explica.
Bengoa cree que el gran reto de la OMS es recuperar lacredibilidad en aquellos países en los que la pandemia más la ha hundido, por ejemplo, Estados Unidos. El 7 de julio, el presidente Donald Trump comunicó oficialmente que su país abandonaba el organismo internacional. «China tiene el control total de la OMS», aseguró Trump. «Hay que convencer a todos los norteamericanos, no sólo a los del partido republicano, a Francia, a Alemania, a los principales países del mundo, de que la OMS van a hacer reformas internas en serio y antes de la próxima primavera», sostiene Bengoa.
Los mensajes de la OMS sobre la covid-19 tardaron en calar porque la entidad había cometido errores garrafales en el pasado, recuerda el catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra Ignacio López-Goñi. «En el 2009, declararon la pandemia por la gripe A, que no pasó de ser una gripe estacional, pero los gobiernos gastaron miles de millones de euros en hacer acopio de antigripales, como el Tamiflu, o de vacunas contra la gripe que no sirvieron para nada. Y meses después, algunos de sus miembros fueron acusados de recibir financiación de farmacéuticas. Quizá por eso la OMS, una organización excesivamente burocratizada, politizada y muy dependiente de los países y donantes que la financian, fue más cautelosa esta vez a la hora de declarar la pandemia y sus consejos generaron desconfianza», analiza López-Goñi, que acaba de publicar 'Preparados para la próxima pandemia' (Destino).
En opinión del catedrático, «la OMS depende tanto de su financiación que tiene poco margen de maniobra y opta por una diplomacia vaticana' que no quiere ofender a nadie y contentar a todos». «Sería necesaria», agrega «una organización más independiente y con mayor poder ejecutivo».
«Los problemas de salud son ya globales y haría falta una especie de 'cascos azules' sanitarios capaces de intervenir de forma urgente con hospitales, médicos, enfermeras y medicamentos en aquellos lugares donde sea necesario», continúa López-Goñi.
Ignacio López-Goñi, Catedrático de Microbiología
En la misma línea se pronuncia el epidemiólogo Pedro Gullón. «Los países tienen que pensar qué tipo de organización quieren para la gobernanza en salud, si desean un organismo que emita informes y recomendaciones o quieren un organismo que coordine y tenga incluso capacidad directiva supranacional en aspectos de salud. De esa decisión derivará en gran parte la capacidad de respuesta a escala internacional ante futuras pandemias. Sin embargo, parece que la OMS ha quedado más herida que reforzada por la salida de Estados Unidos (aunque reversible con el cambio de gobierno)», destaca el autor de 'Epidemocracia' (Capitán Swing).
«La OMS ha tenido un papel muy complicado y para mí, no ha sido especialmente malo. La cuestión es que es un organismo que se ha demostrado insuficiente como mecanismo de gobernanza mundial en salud y no es tanto un problema de su actuación, sino más bien de las competencias que tiene. Aun así, la OMS ha pecado en algunos momentos de lentitud y de falta de claridad, igual que casi todas las entidades», subraya Gullón.
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